Novela de Mauricio Vargas
Con la misma curiosidad del gato, me dispuse a leer la novela y al final no me mató. El Gato- apodo del personaje narrador- el periodista Camilo García se dispone a pasar dos semanas de unas merecidas vacaciones en Buenos Aires (no sé en que novela esta ciudad se llama Baires) y el móvil le repica al avanzar por el pasillo del hotel. Ésta apertura del relato es de un suspenso incesante y le sirve de detonante al narrador para llevarnos de la mano a explorar su pasado: el absorbente y obsesivo trabajo periodístico. Su obsesiva función de indagar cada investigación de los hechos de la noticia hasta sus últimas consecuencias, lo hace descubrir que una de sus fuentes: un coronel está involucrado con paramilitares en matanzas como de narcotráfico. La trama va soltando con el uso muy aplicado de expresiones coloquiales, de canciones románticas, que es un continnun en espiral envolvente de un retoricismo con tautologías innecesarias que, a veces, oscurece mucho la anécdota central. El autor, coge el tema, también buscándose un estilo y un tono para la problemática que nos plantea, nada más que dos álgidos problemas, que hoy hacen aguas en las instituciones y atraviesan la vida de la nación colombiana: paramilitares y narcotráfico que con sus tentáculos de corrupción, reparte a ciertas autoridades como individuos que se dejan contaminar.
El relato novelesco está su trama entretejida y urdida desde la voz en primera persona que avanza por todos los ciclos de la vida del periodista, que le conversa a alguien (en últimas este es el lector), que hace malabares, tocándolo todo hasta llegar a un supuesto incorruptible coronel amigo del protagonista; que le tiene su guardado como venganza. También que la intriga se sustente tanto en la vida de la bragueta traviesa del periodista, que nunca alcanza a tener una verdadera depravación, con su comportamiento licencioso con los tríos con su eterna amante Jolie. Son apenas unas aberracioncitas libidinosas y fantasiosas para darle sabor picante al sexo en desenfreno que viven los personajes.
Sin profundizar (un centímetro de profundidad en tanto mar de acontecimientos) en contraste como se debe toda novela negra, que pretenda ser una indagación seria del lado oscuro de la sociedad: lo criminal que subyace a todo individuo. En este caso a esa otra trama social colombiana que entreteje el poder corruptor de paracos y narcotráfico.
Tal vez porque el periodista narrador está muy ocupado en enumerarnos su circunstancia de avanzar en su carrera, el matrimonio en entredicho que vive por la misma y sus relaciones intermitentes con sus abandonados hijos, se le diluye la trama y se olvida darnos una verdadera novela negra crítica a ese mundo de apariencias de todas las cosas que toca el periodismo y contamina el poder del dinero de los narcotraficantes, que se ha vuelto un tópico muy colombiano ahora en la literatura colombiana, escribiendo thrillers a lo Hollywood.
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