28.1.10

Los Decretos de la Emergencia Social son una burda burla a los derechos de todos los colombianos


Los Decretos de Emergencia Social son una burla a todos los colombianos y una burda intimidación tanto a los profesionales de la salud como a los afiliados para que no lesionen financieramente el Sistema, que en solo 16 años, es decir, desde la entrada en vigencia de la Ley 100 de 1993, ha colocado a las Empresas Aseguradoras (EPS) entre las 20 empresas mas grandes y poderosas del país.

En adelante, ya no será posible acceder a los servicios No POS mediante Tutela. Dichos Decretos se burlan no solo de todos los colombianos que lograban mediante la Tutela acceder a los servicios que les niegan las EPS, sino que además se burlan de la Corte Constitucional que creo y desarrolló dicha herramienta en defensa de los derechos fundamentales, como son la salud y la vida.

Además, son claramente una maniobra intimidatoria que obliga a los pacientes a no pedir o exigir un nivel óptimo de calidad en salud, bajo la amenaza expresa de tener que pagar por los servicios no incluidos en el POS, ofreciéndole como única alternativa que recurra a sus propios ahorros, sus ahorros pensionales, sus cesantías o que recurra a los prestamos en el sector bancario y/o cooperativo. Y en caso de que dicho "Paciente" no tenga posibilidades de recurrir a ninguna de las anteriores posibilidades, entonces tendrá que responder financieramente su núcleo familiar.

Son también una intimidación a todos los profesionales de la salud, conminándolos a no prescribir exámenes y medicamentos que puedan "ocasionar un daño Económico al Sistema", nuevamente bajo la amenaza expresa de ser sancionados con una multa de 10 a 50 SMMLV, es decir entre 5 y 25 millones de pesos.

De esta manera se consolida lo que desde el Sector Salud se ha denominado "una abusiva intromisión del Estado en la Autonomía Profesional", la cual no es otra cosa que la capacidad que tienen los profesionales de la Salud para decidir libremente lo que es mejor para un paciente, y no como ahora, en donde el Sistema los ha convertido en una especie de verdugos obligados o verdugos a la fuerza de todo un país, al imponerles de manera velada pero inequívoca, limites en las cantidades y calidades de medicamentos, exámenes de apoyo diagnostico y remisiones a especialistas, bajo la amenaza del despido y en aras de lo que ellos mismos (EPS) denominan "la contención del gasto".

En conclusión, la Salud en Colombia no es más que un buen negocio, manejado y administrado por "los negociantes de la Salud", cuyo insaciable apetito por el dinero y en un claro contubernio con el gobierno, pretenden imponernos lo que en una palabra resulta abominable. Confiamos en que el Congreso de la Republica y la Corte Constitucional saldrán en defensa de la gente de Colombia.

Q  Antes de imprimir este mensaje o cualquier documento, asegúrese de que es necesario. Proteger el medio ambiente también es decisión suya

10.1.10

Una adolescencia devaluada

Hoy por hoy, toda su obra se nos presenta embargada por la verborragia del presente

Bolaño Foto: EL MERCURIO/GDA fUENTE: ADN

Si bien no funciona como una regla universal, es sabido que cuanta más utilidad en el presente tiene la obra de un escritor, mayor es su costo de depreciación en el futuro. Roberto Bolaño está pagando demasiado caro las deudas adquiridas con su época y con sus contemporáneos. Hoy por hoy, toda su obra se nos presenta embargada por la verborragia del presente y aquello que podría haberlo distinguido alguna vez del rumor de la marea se está dilapidando rápidamente en manos de su agente literario y su editor, sin mencionar a sus exaltados panegiristas ibéricos ni a sus presuntos herederos latinoamericanos.

Lo peor que pudo pasarle a Bolaño es haberse "bolañizado", vale decir, haberse convertido en una caricatura de sí mismo y haber reencarnado en un fenómeno comercial, peleando cabeza a cabeza con Isabel Allende en los primeros puestos de los autores más vendidos. Se podrá objetar que ser asimilado a aquello que más aborrece es la suerte que corre todo escritor maldito. No obstante, a la espera de esa justicia poética que sólo puede dispensar el tiempo, los fanáticos del escritor de Estrella distante tendrán que hacer silencio y bostezar con Una novelita lumpen , un libro que ya desde el título -parodia de las Tres novelitas burguesas de José Donoso- bien puede leerse entre líneas como una caricatura o un cómic negro sobre las penurias, los desencantos y el despertar sexual de una adolescente -Bianca- perdida en los basureros de la posmodernidad.

La adolescencia entendida como un estado de máxima combustión poética es un tema recurrente en la narrativa de Bolaño. Basta recordar que Los detectives salvajes es una larguísima novela protagonizada exclusivamente por un club de clones mexicanos de Rimbaud y Lautréamont. Pero mientras que en Los detectives... la bancarrota moral y cultural de la vida moderna apenas aparecía esbozada en los intersticios de una historia que fluye a un ritmo endiablado, al mejor estilo de las películas sobre la mafia, en Una novelita lumpen todo -desde los personajes hasta la trama, pasando por el lenguaje y las locaciones- es deliberadamente chato, artificial y trash .

Quizás el problema radique en que la adolescencia trash que pinta Bolaño es demasiado gruesa, demasiado cerebral o literaria para ser verosímil. Del mismo modo, la calculada mezcolanza de un oscuro actor de péplum con los programas diarios de la televisión basura, la combinación de fisicoculturismo con esa pequeña dosis de pornografía que la pequeña Bianca consume diariamente junto con su hermano, parecen clisés calcados del manual básico del escritor "berreta". Ello, sumado a un intriga que coquetea vagamente con el policial y el gótico sureño de Estados Unidos, compone un extraño cóctel que podría elevar a Una novelita lumpen a la categoría de lectura para el verano, si no fuera esa clase de textos que sólo sirven para que los críticos frunzan el entrecejo y se pongan a releer las obras principales de uno de los escritores más prolíficos y polémicos de las últimas dos décadas.

Walter Cassara

© LA NACION

Una novelita lumpen
Por Roberto Bolaño
Anagrama
151 Páginas