23.11.07

ÓSCAR BUSTOS O LA VITALIDAD DE LOS DERROTADOS



Jorge Luis Borges pone en boca de un personaje,de uno de sus inolvidables cuentos, que el periodista escribe para el olvido; y se debe escribir para la memoria y el tiempo.En las “Crónicas de guerras y guerreros”, Óscar Bustos escribe sus crónicas para desdecir a Borges con esa sentencia. Porque antes que periodista, Óscar es un escritor prestado a las contingencias del periodismo, donde él no acude a esa simplificación maniquea tan en boga de los medios. Además, él sí que sabe de estos: los ha trasegado, los ha vivido, pero también en su fuero por buscar la noticia, los ha trabajado y cómo los ha sufrido. Porque es un baquiano luchador que debe librar otras justas para que se le extienda un poco más la nota que precisa, condensando un retazo de la realidad y la palabra verdad perviva en la memoria que exige Borges.
Ha sido un trabajador infatigable del lenguaje, que en él ha hecho de la palabra un ejercicio trascendente y vital. Por eso sus textos están matizados en una permanente búsqueda estética y se quiere del buen decir; del escribir bien como mandaban los antiguos cronistas, los mismos que hicieron un género literario, hoy arrinconado en el olvido en los periódicos como un rara avis entre tanto texto de andanzas de memorialistas criminales como faranduleros, escuetos y vanos que nos ofrecen cada día como lo último, cada instante. También, en sus crónicas, uno se encuentra con un país fragmentado; un país urbano lastimoso pero digno, enfrentado a un país rural atravesado por los disparos de tantos ejércitos en contienda sangrienta de esa espiral histórica de la violencia endémica que no hace palpitar esa otra palabra,
que por culpa de su uso ha perdido el brillo y la limpieza que denota: paz.
Óscar Bustos, el cronista, de la mano de su prosa rápida y envolvente nos cuenta el país de las ciudades; se explaya en las descripciones de los campos como un fragor más de las batallas, con un ritmo que quiere parecerse al latido del corazón de la historia, ya sea de la experiencia de las derrotas y triunfos de un payaso jubilado; ya sea de los cruces urgentes de los raponeros frecuentes de San Victorino; ya sea de los desplazados, pues con ellos va construyendo su propio imaginario. Ya es tiempo de que se cuenten las historia de los derrotados, de los fracasados,que se encuentran hoy en baja estima. Ellos, como los triunfadores, también tienen derecho a la vitalidad de sus derrotas. Creo que con Óscar Bustos, éstos personajes están muy bien contados y van a ser vigentes en el tiempo y a permanecer en la memoria como deseaba Borges.



http://www.oscarbustos.com

9.11.07

SANATORIO BAJO LA CLEPSIDRA



A menudo se compara a Schulz* con Kafka. Efectivamente, ambos son judíos, y ambos proceden del Imperio Austríaco; en los dos aparece la misma unión de la tradición bíblica con la cultura alemana; ambos pasan de la realidad al mito. Incluso sus métodos son a veces parecidos: la conversión del Padre schulziano recuerda la metamorfosis de Gregorio Samsa.
A pesar de ello, existe una diferencia fundamental: el mundo de Kafka se dirige hacia el Bien, mientras que el de Schulz cede ante la fascinación del Mal. El primero es un asceta, el segundo un sensualista.
En
Sanatorio bajo la clepsidra el mundo de Schulz alcanza su mayor relieve. Un mundo provinciano, de calles invadidas por las malas yerbas, en el mercado semanal o la llegada de un circo son los únicos acontecimientos dignos de mención. Un mundo obsesivo desde cuyo fondo se alza la profética figura del Padre.
*Bruno Schulz nació en Drohobycz en 1892, entonces territorio austríaco. A partir de 1918, Drohobycz pasó a formar parte de Polonia, y en la actualidad pertenece a Rusia.
Su llegada a la literatura puede considerarse casi casual, pues su vocación inicial era la de ser pintor; el azar quiso que el manuscrito de Las tiendas de color canelA- que a Schulz no se le había ocurrido publicar- fuera leído por una famosa escritora de la época, Zofia Nalkowska, que impulsó su edición. La aparición del libro conmocionó los círculos de vanguardia; el público, sorprendido por la extrañeza de los relatos, permaneció indiferente.
En 1937 publicó
Sanatorio bajo la clepsidra, obra que le consagró definitivamente. Desde 1936 estaba trabajando en la novela Mesías, destruida durante la ocupación alemana.
En 1941 Schulz –confinado en el guetto judío de Varsovia- pasó a ser criado de un oficial de la Gestapo, un tal Landau, que se interesó por sus dibujos. Otro oficial de la Gestapo, para irritar a Landau, al cruzarse en la calle con Schulz lo asesinó fríamente de un tiro en la nuca. Su vida, para aquellos fanáticos, no valía más que la de un perro.
De las contracarátulas del libro

Sanatorio bajo la clepsidra. Montesinos Editor, Barcelona. 1986.

7.11.07

LA NOSTALGIA DEL MELOMANO


Novela de Juan Carlos Garay * " Una vida no es suficiente para escucharlo todo" Francisco Talavera.

El epígrafe es de un melómano, Francisco Talavera, quien se llama Efe para los menesteres, peripecias y efectos de la novela. Es dueño de Cocodrilo Discos, su almacén de discos, por supuesto, donde lo acompaña Miranda, una joven asistente que comparte su gusto por el coleccionismo delirante de grabaciones en acetatos y elepés, prensados en distintas revoluciones cuando la industria discográfica no era un terreno fértil para la piratería planetaria. Efe recibe una llamada misteriosa de un extraño, Lino Peñalisa, que le ofrece el único tema prensado y grabado una noche sólo como un experimento entre dos famosos músicos: un guitarrista del rock y un cantante salsero. Se trata del sólo de la improvisación de guitarra que Clapton se fajó en los acordes de la canción El ratón en la voz melodiosa de Cheo Feliciano. Peñalisa acude a Efe porque sabe que es un conocedor exhaustivo de grabaciones y se la ofrece para su venta. A partir de esta anécdota de la más pura cosecha original de la ficción se desprende la búsqueda de Efe. La trama entonces se atraviesa con el atiborramiento de datos históricos de grabaciones de melodías muy queridas al narrador-personaje. Para quienes les gusta sentir ese placer que da el coleccionismo, esta novela se convierte en un manual para coleccionistas en los temas musicales apuntados en la trama de la novela. De la música clásica que lo conmueve, Efe dice: "la sonata que me dice que aquí estoy, que voy andando, que la vida es eso y es todo lo que hay." De los tangos y sus letras comenta: "linda como una flor al pasar bajo la quieta luz de un farol." Del "vicio de oír viejo jazz" dice "que si el jazz es una religión, Kind of Blue es la Biblia. Y yo tengo la primera edición de la Biblia". Su gusto táctil por las grabaciones antiguas se transmite en sensacionales descripciones eróticas sublimadas ante la falta de amor del personaje-narrador que monologa con su gato Django. El nombre del animal, al que le falta una oreja, hace alusión como una mofa a la vacuidad sentimentaloide de las letras de estas canciones románticas cuyos discos de baladas no alcanzan a dar la talla de la belleza melodramática de una ópera. Desde el comienzo acudimos mediante una prosa nítida, efectiva e indispensable a los motivos de nuestro melómano, que asume el oír la música como la gran motivación vital y existencial que le permite morigerar el sufrimiento de un amor contrariado. Igualmente, Efe comparte con amigos su gusto mutuo como una especie de cofradía viciosa, carente de psicoactivos marginales porque la música en sí misma ya es para todos ellos un vicio. La trama fluye entre las oídas de los surcos de acetatos y vinilos en el tornamesa, reflexiones sobre el tiempo en la música, y a veces corre como una fantasmagoría por el espacio de una ciudad innombrada, que bien podría ser una Bogotá fragmentada y culta ambientada con mucho calor al principio y con aguaceros repentinos. Una ciudad en la que Efe se pasea por el Sur, condensado entre una zona de tolerancia y laberínticos corredores para llegar al lugar donde habita, el viejo Efra, personaje que le dará información vital si se decide a comprar el tema único de la grabación de El ratón. Para finalizar su reflexión esencial, Efe dice: "Cuando uno ha visitado las entrañas del sonido, cuando uno se sumerge día tras día en las ondas serenas y perfectas de la música, adquiere la conciencia y tú lo sabes, la conciencia de que en realidad no hay nada que decir. Por más que uno trate de contar una experiencia musical, las palabras no lo logran: ésa es la nostalgia del melómano." Merecen oírse estas palabras que amplían el acerbo literario colombiano con obras sustentadas en la música como protagonista tales como Qué viva la música de Andrés Caicedo, Aire de tango de Manuel Mejía Vallejo y Conciertos del desconcierto de Manuel Giraldo, Magil. A oír, pues, estas páginas... *Juan Carlos Garay Acevedo. Nació en 1974. En principio quiso ser intérprete de la guitarra eléctrica, pero luego de aprender varios acordes y tomar una par de clases de solfeo, desistió misteriosamente. A cambio, se decidió por las letras. Estudio periodismo en La Universidad Javeriana de Bogotá, después cursó estudios de postgrado en periodismo cultural en American University de Washington. Durante este tiempo trabajó como corresponsal del Magazín Dominical de El Espectador y fue traductor y realizador de espacios musicales para "La voz de América". Ha traducido al español parte de la obra poética del escritor estadounidense Jack Kerouac. Desde comienzos de los noventa desarrolla una labor de difusión musical en la radio bogotana. Se encarga de la sección de música de la revista Semana , es colaborador de la revista El Malpensante y miembro del consejo editorial de la revista Rolling Stone . La nostalgia del melómano es su primera novela. Hace parte de la Antología de narradores colombianos Calibre 39 de Villegas Editores. 2007. http://www.bogotacapitalmundialdellibro.com/


El Elogio de la lectura

El libro como instrumento de paz

6.11.07

UNA LARGA FILA DE HOMBRES


de Rodrigo Blanco Calderón

El joven escritor Rodrigo Blanco Calderón nos entrega su primera incursión literaria y sale airoso de su presentación donde halla una voz propia para contarnos en cinco cuentos los avatares de sus personajes, cruzados de individualismo feroz, soledad y locura asesina en una ciudad como Caracas. En el cuento que da título a este libro, “Una larga fila de hombres ”, el personaje Miguel está cuestionándose su propia sexualidad al sentir el deseo de estar con otro hombre. La prosa que destila el narrador innova en el planteamiento del conflicto al contarlo en tiempo presente y desde el clásico omnisciente con un renovado punto de vista la ambigüedad sexual y de incomunicación y vacío que vive el personaje.

“El primer cuento”, así titula el autor su relato debutante, está escrito en la clave supremamente subjetiva de un escritor que tiene que escribir su primer cuento. Éste anuncia que esta narrativa va a tener sus juegos con el lector, a quien parece decirle: aténgase a las consecuencias de esta ficción, que trasmutada es la más pura realidad. “La malla contraria” hace homenaje al fútbol, (extrañamente en un país más proclive al llamado juego de la pelota caliente como es el béisbol). La participación del jugador/narrador se convierte en un juego de educación sentimental y emocional por las tribulaciones que le despierta un primer amor contrariado.

De todas maneras rosas” presenta las tribulaciones y cavilaciones en que se halla el personaje ante la frustración de entregar un ramo de rosas a un pretendido amor que nunca llega y encuentra como un refugio hacerle homenaje a los escritores grandes que ha leído y los han influido. “Uñas asesinas”, mediante una prosa de diario, cierra el ciclo temático que lleva el personaje/escritor, como un testigo, dejando la imposibilidad de encontrar alguna verdad como a los verdaderos culpables de tantos indigentes asesinados en una especie de limpieza social.

Al terminar de leer, Una larga fila de hombres nos deja la alegre sorpresa de que encontramos una voz propia y joven de un verdadero escritor, de un joven gran escritor. Rodrigo Blanco está ávido de contarnos los mismos problemas no superados del subdesarrollo, en una prosa abigarrada de guiños de poesía pura, problemas ahora amplificados por una soledad mayúscula y un individualismo atomizador y alienante, problemas ambientados en ciudades agresivas y violentas con su masa de gentes anónimas y anodinas


www.bogotacapitalmundialdellibro.com
Bogota 39

5.11.07

EL FUEGO ATAVICO DE LOS LIBROS


Cuando descubrí que en la biblioteca Virgilio Barco, se reunía un grupo espontáneo de lectores desprevenidos que sólo buscaban leer autores por el puro placer de conocer su obra, me llené íntimamente de un regocijo infantil. Y rompí el aislamiento con mucha satisfacción de otro lector ávido de volver a releer, porque comprendí que había encontrado a una hermandad.
Siempre veo una especie de complicidad, cuando me encuentro con personas, que les gusta leer por leer, porque en esta actividad se despierta una sensación tan parecida a la felicidad tan codiciada. Una especie de cofradía que tiene sus rituales sencillos pero rituales al fin. Todos unidos a un fin de compartir el mundo imaginario de un autor que nos amplía el marco de la realidad para comprender mejor la vida de los hombres a través de su historia, sea de la trama que nos hila ya un cuento o de una novela como de la Historia de la època en que el autor vivió y nos cuenta, recreándonos con sus fantasía y nos llena de sensaciones y nos lleva de su mano a su personal universo.
La lectura es una actividad que no da dividendos pero nos deja saldos grandes con nosotros mismos, porque igual nos redescubrimos mediante los personajes que el autor nos muestra, y comprendemos mejor al otro, nuestro semejante, el prójimo como dijera algun escritor anónimo de los Evangelios.
Por eso un libro siempre estará cargado de secretos, que con la belleza de las palabras nos incita a descubrirlos para darse cuenta el lector hasta donde la literaria fantasía se parece en tanto a la vida que lleva el lector.



Publicado en Erase una vez en la biblioteca.
Bibliored. Red capital de bibliotecas públicas.
Junio de 2006

El arte de leer

Henry James denominó “la figura en el tapiz” al tema en el que un escritor reincide obsesivamente. Manguel sabe que el suyo es la lectura. A él le correspondía escribir Una historia de la lectura, un libro que acarició y hojeó en sueños, antes de que existiera. Un libro que redactó durante el periodo perfecto de siete años, y que comunica la dulzura de lo que se ha hecho con gusto. Humildemente, no lo titula Historia..., sino Una Historia...¿Te has parado, lector, a pensar lo que implica leer una historia de la lectura? Es mucho más que leer una historia de la literatura (cosa que casi nunca es literatura). Este libro sí lo es: está bien escrito y se funda además en una hermosa ficción: supone que entre todos hemos leído la literatura. Después de eso, habría quienes prefieran leer sobre el amor o sobre las aventuras de los heróes...Ya Don Quijote borró la frontera entre libros y mundo. ¿L ocura? Aventura. En ella insiste Manguel, advirtiendo de que hay “ética de la lectura”, igual que hay “ un arte de leer”. Se aprende de infinitos datos preciosos. Por ejemplo, del catálogo de escritores que incrementaron su miopía –algunos hasta la ceguera-, no por escribir, sino por leer, lo cual a la larga “explica” que bajo la tiranía de los jemeres rojos se asesinara a toda persona con gafas. Por si acaso, y aunque ya hay lentillas y cirugías correctoras (no todos los avances de la lectura tienen que ver con los ordenadores), recomiendo al lector que repase en este libro la lista de que, según Óscar Wilde, no hay que leer (y que debería incluirse, según el propio Wilde, en los estudios universitarios). Tomado de Babelia, El País, 12 de enero de 2002.

Alberto Manguel nació en Buenos Aires, es ciudadano canadiense y vive en Francia. Una historia de la lectura. Traducción de José Luis López Muñoz. Alianza. Madrid. 2001.494 páginas.