26.10.10

La intimidad al descubierto o último en el buzón

¿Vivimos el fin del género epistolar o resucita de forma telegráfica en el ordenador y en el móvil?

Muchas cartas se leen como la crónica de un tiempo, permitiendo, de paso, conocer el carácter, las opiniones y las manías de los autores.foto.fuente:elpais.com

Carta del poeta Jorge Guillén a su esposa Germaine Cahen, datada el 21 de diciembre de 1927 en Madrid.

Lord Byron utilizaba el vocabulario de jardinería (jacintos) para hablar de sus ligues homosexuales, Dámaso Alonso cantaba en inglés pasado de champán y Cortázar, pobre de solemnidad, viajaba en autoestop por Europa. Nuevos títulos de correspondencia literaria coinciden en un otoño marcado por la literatura del yo.
El otoño literario llega cargado de intimidades. En 1810, cuando Lord Byron se dirige a su madre por carta desde Constantinopla le cuenta que ha "tenido dos calenturas", pero esa información se convierte en "calenturas & gonorrea y almorranas, todo a la vez", cuando el destinatario se llama Hobhouse, su amigo íntimo. Biografías, diarios, novelas -narradas en paralelo a la vida de los autores- y cartas que se leen como la crónica de un tiempo permitiendo, de paso, conocer el carácter, las opiniones, las manías y los gustos de sus autores con solo pasar la página.

Con la publicación de las cartas, algo de privacidad queda al descubierto. "El género epistolar siempre ha contado con lectores, animados en casi todos los casos por el hecho de que la conexión interpersonal siempre resulta enriquecedora", cuenta Joan Riambau, editor de Círculo de Lectores, que no vincula la avalancha de nuevos títulos con un renacimiento del género en la Red, aunque tampoco se atreve a vaticinar que se viva su canto de cisne.

En el otro extremo de la balanza, escritores como Jesús Ferrero ven claro que el género epistolar será reconvertido en un estilo "telegráfico, elíptico y fragmentario", siguiendo las reglas que impone Internet y los mensajes del teléfono móvil. "Gracias a eso, las cartas se vuelven a entender", añade Ferrero. Si Thomas Mann o Hermann Hesse dedicaban la mañana a contestar el correo, los escritores de ahora no pasan menos horas frente a la pantalla del ordenador, revisando el correo electrónico y ventilando su correspondencia en tiempo real. Y lo mismo ocurre con los mensajes de móvil. En la Roma clásica los generales comunicaban al Senado sus éxitos por escrito y las cartas de Lord Byron, desde Grecia hasta Inglaterra, tardaban tres meses en llegar a sus destinatarios, pero Nick Hornby no necesita más que apretar un clic para enviar una carta, con una foto y un vídeo adjuntos y algunos enlaces con una maraña de información añadida. Podría ocurrir que toda esa comunicación escrita se pierda en la Red, pero también que los autores utilicen los adelantos de la tecnología para escribir novelas a partir de correos electrónicos, o de SMS, al modo en que antaño se redactaban novelas epistolares tan canónicas como Drácula, Pepita Jiménez, Las amistades peligrosas o Los idus de marzo.

Laurent Versini sostiene en el prólogo de Denis Diderot. Cartas a Sophie Volland que el XVIII fue el siglo de las cartas y los cenáculos. Una sociabilidad que por su riqueza, cortesía y sentido del matiz está muy alejada de la civilización actual del blog y del SMS. ¿Es el fin del género epistolar o resucita en el ordenador y en el móvil? Parece que definitivamente se pierde la escritura de cartas, pero no su función. En cinco milenios de historia se escribe más que nunca, pero el rito de escribir a mano, doblar el papel, guardarlo en el sobre, pegar el sello y depositarlo en el buzón, se extingue. Apenas un cinco por ciento de las cartas que se envían por correo actualmente tratan asuntos personales. Quedan algunos irreductibles, como el poeta Guillermo Carnero, que sigue escribiendo la correspondencia a mano por nostalgia y porque se confiesa harto de Internet. No quiere pertenecer a esa marea ingente de personas que solo recibe en el buzón sobres de bancos, empresas o multas de tráfico; casi los únicos que todavía envían correo al domicilio y casi siempre reclamando pagos pendientes.

Superado el tremendo golpe que supuso para el correo la irrupción masiva en los años sesenta del teléfono, la implantación de los medios de comunicación electrónicos ha acabado por asestar el golpe definitivo a la carta tal y como se producía. Hasta los bancos y las empresas telefónicas se plantean eliminar la promoción por correo y recurrir a la Red.

No es el caso de los creadores que nunca se privarán de expresar su opiniones a amigos o editores. Así Italo Calvino, en una misiva datada el 21 de diciembre de 1942, con Mussolini en el poder, se despacha a gusto con su amigo Eugenio Scalfari, al que trata de convencer para que pase las navidades con ellos: "¡Tú ahora mismo haces las maletas y te vienes a San Remo, arreando! Arreando, ¿entendido? ¡O bajamos nosotros y te obligamos a venir a patadas en el culo!". A sus 19 años, el autor de El barón rampante concluye la epístola con una petición de libros, a modo de regalo navideño, que su amigo ha de llevarle o enviarle desde Roma: T. S. Eliot: Asesinato en la catedral; U. Betti: Frana allo scalo nord; Crommelynck: El magnífico cornudo, y Joyce: Dublineses. Se trata apenas de una mínima anécdota del jugoso y apasionante relato que suponen las casi 600 páginas de la correspondencia del escritor, que se pone a la venta el próximo noviembre.

Las Cartas abisinias de Rimbaud (1854-1891), sin embargo, no suenan nada épicas. La vida del autor de Una temporada en el infierno se conoce, en parte, por sus cartas, pero algunos lectores prefieren quedarse con su luminoso poemario y olvidarse del lado oscuro de su personalidad. El poeta francés escribió su obra entre los quince y los veinte años y podría parecer que pasó los diecisiete restantes tratando de ganar todo el dinero posible, recurriendo incluso al tráfico de armas para establecerse como un feliz burgués. Pero basta hojear sus Cartas abisinias, escritas cuando ya se había retirado de la poesía, para estremecerse descubriendo cómo influyó en él la rígida educación familiar, su dolorosa soledad y su comportamiento en la enfermedad cuando ya nada le consolaba ni podía salvarle. Solo su madre y su hermana Isabelle asistieron a su entierro, celebrado con un boato que a él le hubiera asqueado. A su "querida madre", su hermana le dirigía esta advertencia poco antes del fallecimiento del poeta francés: "A propósito de tu carta y de Arthur, no cuentes para nada en absoluto con su dinero. Cuando él termine y se paguen los gastos fúnebres, los viajes, etcétera, habrá que contar con que sus bienes volverán a otros; estoy absolutamente decidida a respetar sus últimas voluntades".

En el lado opuesto, pero compartiendo espacio en la misma mesa de novedades, más de 1.300 páginas de caricias y promesas. Decía Pedro Salinas que la primera carta de amor se escribió en Babilonia. Pese a la antigüedad, algunos lectores encuentran en las cartas de amor una monotonía tediosa, aunque las lean porque aportan datos y facilitan claves que ayudan a interpretar la obra del remitente. La correspondencia de Jorge Guillén (1893-1984) a su esposa Germaine ya va por la segunda edición y se trata de una declaración de amor dentro del orden establecido ¿amantes casados?, o, como diría Machado, ser feliz y artista no lo permita Dios. En el caso de Jorge Guillén, Cartas a Germaine, "cerebro, deseo e intendencia" se unen. Guillermo Carnero, autor del prólogo, destaca cómo la vía de acceso al conocimiento del yo se realiza a través de la mujer amada: "La parte sexual y la espiritual se armonizan completamente. Nunca he conocido a nadie que estuviera tan casado como Jorge Guillén". Los sentimientos -"te quiero, a ti, mi mujer"- y la complicidad intelectual de la pareja se sigue a través de las 793 cartas, salpicados de referencias a su vida intelectual, su tesis sobre Góngora, las oposiciones a cátedra, la generación del 27, la relación de Pedro Salinas con Katherine Whitmore, Lorca y La Barraca, el affaire entre Alberti y Maruja Mallo, o la noche en que Dámaso Alonso, con unas copas de más, cantaba en inglés en el cortijo de Ignacio Sánchez Mejías mientras "Alberti, Federico y Gerardo" recitaban. "¡Yo no me resistí!", escribe Guillén.

Fue poco después de la muerte de su amada Germaine Cahen cuando el poeta se encerró a releer la correspondencia que le había enviado desde que se conocieron en 1919 hasta 1935, casi el final de su vida. "Esto es lo mejor que he hecho en mi vida", le dijo emocionado el autor de Cántico, tras la lectura del epistolario completo, a su hija Teresa, antes de dejar nuevamente aquellos montones de papel en el olvido. "Papá lo contaba todo, lo que veía, lo que leía... porque sabía que alguien lo estaba escuchando", añadía la propia Teresa hace unas semanas en la presentación del libro -del que ella fue impulsora en primera instancia-, ante un público que parecía educado en la filosofía de la Institución Libre de Enseñanza.

Sentada a su lado estaba Margarita Ramírez, cuñada de Teresa y esposa de Claudio Guillén, editora del libro. Por sus manos han pasado unas 8.000 páginas de escritura irregular, algunas redactadas en francés -el idioma para el amor y el obligado cuando eran novios, porque ella no hablaba entonces español- y escritas en trenes o en coches. Solo conservaban las que había escrito el poeta. "(Estoy tan agradecido al inventor de la pluma, que me permite entrar en comunicación con usted tan rápidamente)". Las respuestas de Germaine fueron destruidas, parece que por decisión de la propia esposa que no deseaba guardarlas porque, se temía, y con razón, que aunque las escondiera acabarían publicándose. Solo cuando fallecieron Jorge Guillén y su segunda esposa sus herederos barajaron la posibilidad de editar la correspondencia que el poeta, para entonces, había donado al Wesley College.

Como homenaje al género, la revista Litoral publicó a finales del año pasado, en el número 248, titulado Cartas & caligrafías, una selección de cartas fundamentales en la historia de la cultura, desde la antigüedad clásica hasta el siglo XX, que todavía se vende en las librerías. La cuestión es que en papel, en el ordenador o en otras pantallas, se seguirá leyendo y descubriendo nuevas intimidades. En unos meses estará en los escaparates, o disponible en Internet, la explosiva correspondencia de Saul Bellow, que acaba de publicarse en inglés y que incluye epístolas a Martin Amis o Philip Roth. Todo apunta a que la privacidad se ha convertido en un buen negocio.

Lo último en el buzón

Denis Diderot. Cartas a Sophie Volland. Traducción de Núria Petit. Acantilado. Barcelona, 2010. 467 páginas. 29 euros.

Lord Byron.. Cartas y poesías mediterráneas. Edición y traducción de Agustín Coletes Blanco. KRK Ediciones. Oviedo, 2010. 633 páginas. 34,95 euros.

Horacio Quiroga. Quiroga íntimo. Correspondencia. Diario de viaje a París. Edición de Erika Martínez. Páginas de Espuma. Madrid, 2010. 651 páginas. 29 euros.

Arthur Rimbaud. Cartas Abisinias. Edición de Lolo Rico. Ediciones del Viento. A Coruña, 2010. 245 páginas. 20 euros.

Italo Calvino. Correspondencia (1940-1985). Selección de Antonio Colinas. Traducción y notas de Carlos Gumpert. Siruela. Madrid, 2010. 550 páginas. 39,95 euros.

Jorge Guillén. Cartas a Germaine (1919-1935). Edición de Margarita Ramírez. Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores. Barcelona, 2010. 1.357 páginas. 35 euros.

Claude Monet. Los años de Giverny. Correspondencia. Edición, introducción y notas de Paloma Alarcó. Traducción de Manuel Arranz. Turner Noema. Madrid, 2010. 422 páginas. 24 euros.

Litoral. Cartas & caligrafías. Revista de la poesía, el arte y el pensamiento. Málaga, 2010. 362 páginas, 29 euro

24.8.10

¿Por qué tendrían que darle el Premio Nobel a este hombre?

Su nombre está en las quinielas del Nobel cada año. Y sin embargo, a pesar de su talento excepcional y sus maravillosas historias, Cees Nooteboom no es un autor muy leído. Arcadia conversó con él

El nombre del escritor Cees Nooteboom siempre está en las quinielas del Nobel.foto.fuente:revistaarcadia.com

Lo que uno quisiera escribir sobre Cees Nooteboom ya está escrito en sus libros. Y lo que uno quisiera decirle, después de haberlos leído, ya lo hizo a su manera el gran Antonio Tabucchi: "Me encontré a Tabucchi una vez y de repente viene hacia mí y me da un beso, dos besos, y me dice: 'Eso es por ¡Mokusei!' ¿Está bien entre autores, no? No pasa muchas veces". Me contó Nooteboom, en impecable español, en la entrevista telefónica que concedió para Arcadia. ¡Mokusei! es uno de sus cuentos, en el que un fotógrafo holandés se enamora de una modelo japonesa y entre las muchas cosas que piensa, cree que ese amor tan grande sólo se explica porque cada uno desea ser el otro: "No lo podía decir, pero era lo que había pensado a menudo: que él quería convertirse en ella y tenía la sensación –sin que ninguno de los dos hubiera dicho nunca algo por el estilo– de que a ella le pasaba exactamente lo mismo, que ella, por idiota que pueda sonar, intentaba tomar posesión de su cuerpo no para tenerlo a él, sino para ser él". Y todo el texto tiene la misma densidad y la misma cadencia de este fragmento.

Cees Nooteboom (su nombre se pronuncia Ceis y su apellido Notbom, que es 'nogal' en holandés) nació en La Haya en 1933. El recuerdo más vívido que tiene de sus primeros años, y que bien podría pertenecer a alguno de sus personajes, es el de su padre poniendo una silla en la terraza de la casa para sentarse a ver el bombardeo nazi del aeródromo de Ypenburg, en 1940. Pero el mismo Nooteboom ha dicho que si bien hay gente que puede rastrear su infancia entera con fechas, escuelas y eventos, como si fueran un computador, él no puede hacer eso: "Algunas veces me pregunto si realmente estuve ahí".

Su padre los abandonaría durante la guerra para luego morir en el bombardeo a La Haya, en 1945. Su madre, Johanna Pessers, se mudó a Tilburg, se casó de nuevo y entonces Nooteboom empezó su peregrinaje por varios internados católicos —uno de ellos dirigido por monjes franciscanos, otro por agustinos— y de esa época conserva una enorme gratitud por "los buenos hermanos" que le enseñaron latín y griego. Pero aclara en la entrevista, con mucho humor: "Pero… ¡ellos me han arruinado!". Y aquí aparece otro rasgo distintivo de Nooteboom: parece haber tenido la típica infancia europea de posguerra —incluso aburrida­—; rara vez habla de ella y, a diferencia de tantos escritores contemporáneos, no ha escrito libro alguno en el que la evoque.

No terminó el bachillerato, tuvo algunos trabajos de escritorio, y empezó a viajar: "A la edad de diecisiete años le dije a mi madre: 'Me voy'. De cierta manera, nunca he vuelto". Y en los sesenta años que han pasado desde entonces, Nooteboom ha conocido cuarenta países y ha escrito más de cuarenta libros entre poemarios, traducciones, novelas y crónicas de viaje. Pero así como en sus novelas los personajes nunca caen en clichés, en sus crónicas periodísticas, llenas de datos útiles y bien ordenados, se percibe también la pátina de una búsqueda interior. Hotel Nómada, una antología de sus mejores crónicas (prologada en la edición en español por su amigo Alberto Manguel), recoge la filosofía de Nooteboom desde el instante en que empezó a viajar: "A partir de aquel momento opté por una vida que hoy llamo la mía, la existencia del que escribe y describe en el mundo de las apariencias, pero ¿cuántas palabras hay que escribir para ser capaz de leer una única palabra?" "Leo filosofía de vez en cuando, pero no he estudiado filosofía. He leído mi Platón, mi Nietzsche, y también a Heidegger. Hay filosofía en todos lados. A lo mejor, también hay un poco de filosofía que sale de mi propio imperio". A lo mejor la hay en lo que se pregunta Alma, la joven narradora de Perdido en el paraíso, mientras yace al lado de su amante maorí, en Australia: "¿Existe la pornografía sin porno? Mejor dicho, ¿existe la pornografía exclusivamente como concepto, sin representación gráfica alguna?" Pero las referencias filosóficas en Nooteboom no son las del escritor que quiere impresionar con sus conocimientos, ni las del que pretende entrar a disertar con los filósofos. Es evidente que la ha leído juiciosamente, pero es más bien irreverente con ella: "Sobre eso estaba escribiendo ahora. ¡Ja!, un capricho, completamente absurdo, pero bueno: Lutero en una misma habitación con Derrida y Baudrillard. Acabaría sin dificultad con su mascarada. Aunque… contra un talmudista y un jesuita…", piensa Arno Tieck, un personaje de El día de todas las almas.

A principios de los 50, Nooteboom realizó su primer viaje en autostop por Escandinavia y luego por Provenza, y de ahí surgió su primera novela, Philip y los otros (1955), que recibió muy buena acogida por parte de la crítica, así como el Premio Anne Frank. A su ópera prima le seguirían algunos libros de poesía, hasta que Nooteboom sintió que el lenguaje poético lo limitaba: "Necesitaba que mi obra perdiera tanto lirismo. Para escribir se requiere de un cierto connaissance du monde. Por eso empecé a viajar". Y ese uso de extranjerismos que se cuela en su obra y en su conversación no es del escritor políglota y esnob sino el del viajero cosmopolita con una sólida educación clásica, pero que se ha visto obligado a aprender otras lenguas para enfrentar la vida que ha escogido: "Quien huye de la realidad es aquel que se queda en casa sometido a la rutina de la vida diaria, porque no puede soportar la amarga sabiduría que proporciona el viaje", dice en Hotel Nómada. Y esa amarga sabiduría aparece por doquier en sus textos. En medio de la descripción de las infames condiciones de los mineros en Bolivia amarga (1968), se lee: "De vez en cuando el silencio queda interrumpido por el grito de un pájaro invisible que sueña un sueño de terror". Tal vez los libros de viajes de Nooteboom son, como afirmó Richard L. Kagan, crítico del New York Times, en su reseña de El desvío a Santiago (1992): "Una especie de Guía Michelin para el alma".

Aunque su dominio del francés, el inglés y el alemán es casi perfecto, nunca ha pensado en escribir en otra lengua que no sea su holandés natal: "Siempre digo que cuando yo escribo en holandés es como si tocara el órgano. Si escribiera en inglés, sería como tocar la guitarra". Esa conciencia musical de su lengua materna, sobre la que sus personajes disertan con tanta frecuencia, viene acompañada de un singular patriotismo: "Holanda es un país difícil de comprender. Somos una tribu un poco rara y no nos entienden", afirma con el mismo humor que usa en su ensayo ¿Cómo ser europeos?: "¿Cómo se convierte uno en europeo? Para empezar, siéndolo, cualidad que se adquiere, por ejemplo, naciendo en los Países Bajos. Quien está convencido de que conoce el mundo mucho mejor de lo que el propio mundo se conoce, es que es holandés".

Después de su primera novela, Nooteboom publicó libros de poesía, la novela El caballero ha muerto (1963), y crónicas de viajes, entre las que se destacan la de la invasión soviética a Hungría, en 1956, y las de mayo del 68. En 1967 fue nombrado editor de la revista Avenue, de gran tiraje en Holanda, para la cual tradujo a poetas como César Vallejo (por quien profesa una gran admiración) y Wallace Stevens, entre otros. Y mientras continuaba con sus viajes, en 1980 publicó Rituales, que luego sería adaptada al cine, y que es quizá su novela más famosa y a partir de la cual empezó su etapa más productiva como novelista.

En 1989 fue invitado por el Servicio de Intercambio del gobierno alemán a vivir un año en Berlín, lo que le permitió ser testigo de la caída del muro (sobre la que escribió varias crónicas, recientemente recopiladas en el libro Berlín 1989-2009). En esta ciudad hizo amistad con el filósofo Rüdiger Safranski y con el pintor Max Neumann, quien luego ilustraría las portadas de algunos de sus libros. Desde entonces divide su tiempo entre Berlín, las afueras de Ámsterdam y Deiá, en la isla de Menorca, donde tiene una casa que se puede ver en un video de YouTube.

En cuanto a su libro más querido, dice que si tuviera que escoger uno, éste sería La historia siguiente, esa novela delirante en la que un profesor de escuela secundaria, Hermann Mussert, se acuesta una noche en su casa de Ámsterdam y se despierta al día siguiente en Lisboa. Pero lo interesante de Mussert es que, a diferencia de lo que hacen los profesores en la literatura contemporánea, no se enreda con la estudiante por la que siente fascinación, sino con una profesora (con cuyo marido, la estudiante, Lisa D'India, inicia una aventura por su lado). Nooteboom escribió esta novela para la Semana Holandesa del Libro, un evento anual en el que un escritor recibe el encargo de escribir una novela con un número determinado de palabras, que será distribuida de forma gratuita. Aunque recibió fuertes críticas en su país, ya que el estilo es muy diferente al de sus otras novelas, este fue el libro que lo catapultó en Alemania y de ahí al resto de Europa: "Pasan cosas raras con los libros", dice, y a continuación pregunta si sus libros son muy costosos en Colombia y si llegan las ediciones de bolsillo: "No me interesa vender. Me interesa ser leído".

En su ya larga carrera como escritor, Nooteboom ha recibido, además del Premio Anne Frank en 1957, el Premio de Poesía de la Comunidad de Ámsterdam en dos ocasiones (1960 y 1965), el Premio de Periodismo por sus crónicas sobre mayo del 68, el prestigioso premio Pegasus por Rituales (1982), el Constantin Huygens (1992), el Aristeion por La historia siguiente (1993) y, en noviembre pasado, el Premio Holandés de las Letras, el galardón más importante de los Países Bajos.

Es un lugar común afirmar que en la concesión del Premio Nobel de Literatura hay un componente claramente político. Desde hace varios años la Academia Sueca parece decidida a desmentir esa afirmación, como parecen confirmarlo los premios Nobel otorgados a Elfriede Jelinek, J.M. Coetzee y Jean-Marie Le Clézio, quienes, si bien tienen posiciones políticas que podríamos llamar liberales, son en esencia novelistas dedicados a su oficio. Sobre el Premio Nobel Nooteboom dijo: "Me interesa para ser leído. Sería arrogante decir que no. Pero es una lotería y yo no puedo decir nada al respecto". Y recuenta la anécdota de su amigo el poeta belga Hugo Claus, que murió en 2008, y quien fuera otro de esos eternos candidatos al Nobel: "Claus decía: 'Ahora es tiempo de que me lo den por razones humanitarias'. Pero Claus murió sin recibirlo", dice Nooteboom, y después de una pausa agrega: "Como mis maestros: Borges, Proust, Nabokov, Kafka y Calvino".

Tal vez Nooteboom, como su obra, quede a la altura de los que él considera sus maestros, pero tal vez le den el Premio Nobel porque es un gran cronista, traductor y poeta, y un novelista excepcional. Porque en sus obras no hay frases célebres que se puedan citar fuera de contexto. Porque su humor es exquisito. Porque escribe y describe sin posar como escritor. Porque leerlo es un goce estético e intelectual. Porque es elegante con el lector. Porque, en resumen, recoge la cultura europea sin dejar de dialogar con el resto del mundo. Su próximo viaje será a China, Japón y Corea ("donde han publicado mis libros y bueno… Me interesa… Pero claro, no puedo leerlos"). Su próximo proyecto: Cartas a Poseidón. "Son cartas a Poseidón porque son dioses olvidados, ¿no? Inmortales, pero también olvidados, ¿y cómo es ser un dios olvidado?" Y mientras esta revista está en la imprenta, Nooteboom estará de viaje, tratando de pasar inadvertido, "lo cual no es sino una forma de desaparecer, que es en definitiva de lo que se trata".

En el mercado

Hotel Nómada

Cees Nooteboom

Debolsillo

2007

224 páginas

$29.000

20.8.10

el mito fabulado



RESEÑA

A partir de la invención de un mito primigenio, se desarrolla la fabulación de una saga cosmológica, que nos lleva de la mano hasta la ciudad de Aydebarke: ciudad de ciudades, donde se condensan las formas de la arquitectura humana de las más diversas culturas. Recrea, en buena parte, el mundo de la selva, de los Iseike, la última tribu nómade primitiva cuyo descubrimiento causa sensación en un grupo de investigadores, desde periodistas hasta la propia iglesia. El relato se va contando, con una prosa clara, precisa, impregnada de un lirismo en clave cuyo narrador se desdobla en varias voces narrativas que cuentan la fusión desde los más remotos orígenes de la humanidad a los más intrincados mundos tecnológicos de la ciencia ficción, donde el mito primigenio y su naturaleza está latente como una fuerza metafísica y de conversión de los tiempos históricos de la realidad a un mundo fantástico.

Un ejemplar de esta fabulosa novela- porque realmente lo es- llegó a nuestras manos bajo una serie de episodios intrigantes para deleitarme con su lectura. El autor pareciera otro ser salido de la propia entraña del relato que ofrece al lector, "porque afirma haber nacido en la segunda mitad del siglo XX. Vivió entre las sombras, las luces, los sonidos y los olores de las selvas y las montañas donde no se conocen las fronteras trazadas por el hombre. Sin embargo, en la actualidad, es un peatón anónimo en las grandes urbes del mundo donde se solaza y sufre con la cultura global".

SACRILEGIO

Simón Jánicas

Diente de León Editor

276 páginas

49.999 pesos

www.simonjanicas-sacrilegio.blogspot.com

Puedes adquirir la novela en el Portal de la Librería de la U

17.8.10

10 autores en busca de lector

Los libros que vendrán a la vuelta de las vacaciones
Marilyn Monroe, A. Grandes, John Le Carré, Bertrand Russell y Vargas Llosa.foto:fuente:elcultural.es

Tras una temporada cenicienta, el mundo del libro sueña con las mil novedades de otoño. Por eso, hoy más que nunca hay que decir que detrás de estos diez nombres que El Cultural ha seleccionado como apuestas seguras, quizá demasiado obvios, habrá muchos más a la vuelta del verano. Autores primerizos, pensadores de peso y pequeñas editorales que darán la nota, ya lo verán, y muchas sorpresas. Se vislumbra buena la cosecha. Lo mejor de 2010 está por leer.

Fragmentos y esencias
Marilyn Monroe
Seix Barral. Octubre
Casi medio siglo después de su muerte, el 5 de agosto de 1962, Marilyn Monroe sigue siendo unos de los grandes símbolos y de los mayores enigmas del siglo XX. Ahora, su albacea ha decidido hacer públicas simultáneamente en todo el mundo casi 250 páginas de manuscritos inéditos de la actriz, con poemas, notas íntimas, cartas a escritores (Somerset Maughan, Truman Capote, Isak Dinesen, Pasolini, Mailer...), dibujos e incluso recetas de cocina. El libro incluye también anotaciones a modo de diario personal, en las que la actriz comenta su penosa relación sentimental con el dramaturgo Arthur Miller, así como las cartas que les enviaba de manera incesante a sus psicoanalistas y a su amigo y maestro Lee Strasberg.

Inés y la alegría
Almudena Grandes
Tusquets. Septiembre
Primero de los seis Episodios de una Guerra Interminable que Grandes dedicará a nuestra posguerra civil , Inés y la alegría narra la historia "desconocida y asombrosa de la invasión del valle de Arán por parte de un ejército de guerrilleros". Basada en un hecho real, la ficción arranca en 1939, cuando en Francia se cruzan los caminos de Carmen de Pedro, responsable de los refugiados comunistas españoles, y Jesús Monzón, que sueña con cambiar la historia a través de una aventura casi imposible: invadir España y proclamar de nuevo la República. Cinco años después, mientras el ejército nazi está siendo al fin derrotado en Europa, la aventura parece posible y en ella se embarcan casi diez mil soldados dispuestos a abrir un paso a los aliados.

Un traidor como los nuestros
John Le Carré
Plaza & Janés. Octubre
Tras haber jubilado a sus viejos espías, quizá porque sus lealtades y principios ya no están de moda, John Le Carré convierte en protagonistas de su última intriga a una pareja de novios que descansan en la isla caribeña de La Antigua. Pero su simpático nuevo amigo, Dima, es en realidad un mafioso ruso que quiere pedir asilo político en Inglaterra, a cambiode denunciar ante el servicio secreto británico todo lo que sabe sobre sus cómplices y las redes de blanqueo de dinero relacionadas con el turismo y la clase política del continente. Un éxito seguro, como La caída de los gigantes, de Ken Follet (Plaza), primera parte de una trilogía titulada El siglo sobre la vida de cinco familias norteamericanas, británicas, alemanas y rusas a partir de la I Guerra Mundial.

El sueño del celta
Mario Vargas Llosa
Alfaguara. Sin fecha
Aunque la editorial no quiere desvelar aún la fecha de publicación de El sueño del celta es la novela de otoño. Por el autor. Por los cuatro años que hace que Vargas Llosa no publica una novela. Por el tema, los excesos de la colonización europea en África, aunque la acción transcurre también en la Amazonía, Irlanda y Alemania. Y por el protagonista, el fascinante Roger Casement.

El poder
Bertrand Russell
RBA. Septiembre
Inédito en España hasta la fecha, El poder es una indagación filosófica, histórica y sociológica sobre la naturaleza humana y la ambición, a partir de una certeza de Bertrand Russell, pacifista y premio Nobel: "el primer ministro tiene más poder que gloria, el rey tiene más gloria que poder: Por lo general, sin embargo, el camino más fácil para obtener la gloria es obtener el poder".

Diario de un escritor
Fiódor Dostoievski
Páginas de Espuma. Noviembre
Para festejar su décimo aniversario, Páginas de Espuma lanza al fin la versión íntegra, por vez primera en castellano, de los Diarios de Dostoievki, vertidos directamente del ruso y con más de un 60 por ciento de material rigurosamente inédito. En sus más de 1600 páginas hay de todo: conferencias, viajes, críticas literarias, pero también íntimas confesiones y confidencias políticas y religiosas.

Temperamentos filosóficos
Peter Sloterdijk
Siruela. Noviembre
Considerado por la crítica alemana como el mejor libro de filosofía del año, Sloterdijk parte aquí de una frase de Fichte -"la filosofía que uno elige depende del tipo de persona que se es"- para retratar a los genios del pensamiento humano. No es menor la descomunal propuesta de Rafael Argullol en las 1400 páginas de Visión desde el fondo del mar (Acantilado), una indagación en la aventura del espíritu humano.

La ley del corazón
Francisco Brines
Visor. Octubre
Tras seis años de silencio poético sólo alterado por la publicación de antologías y la obtención de premios como el Reina Sofía, Brines reúne al fin sus últimos poemas en un volumen que retrata sus más íntimas obsesiones y sentimientos. Otras estrellas del otoño poético serán los premios Nobel Derek Walcott, con su último poemario, Garcetas blancas (Bartleby) y Herta Müller (El guarda toma su peine, Linteo).

Carta a los Jonquières Julio Cortázar
Alfaguara. octubre
Hay quien dice que la obra póstuma de Cortázar pronto sobrepasará a la publicada en vida. Y valdrá la pena, cuando, como aquí, el inédito es un verdadero diario de vida que desnuda al escritor recién llegado a París, que reflexiona sobre la creación, la amistad o los problemas de la escritura de Rayuela. Otro inédito, quizá menor, es Unos días en el Brasil (Páginas de espuma), el diario de 1951 en el que Bioy Casares retrató el nacimiento de Brasilia.

Miguel Hernández
Antologías Poéticas, ensayos, biografías...
Protagonista indiscutible del año literario, el 30 de octubre se cumple el primer centenario de Miguel Hernández. Y nada mejor que celebrarlo con alguna de las antologías y ediciones de su Obra Poética completa que han aparecido hasta la fecha (Alianza, Espasa), o con las biografías (Ferris, Zardoya, Martín) y estudios críticos. También Círculo publica un volumen de cartas inéditas de Jorge Guillén a Germanie Cahen que dará mucho que hablar.

4.8.10

“Los informantes”, de Juan Gabriel Vásquez

Esta novela viene precedida por su fama. En 2009, fue la única obra no escrita en lengua inglesa elegida por Amazon como una de las diez mejores novelas del año


Los informantes. Juan Gabriel Vásquez
Alfaguara (México, 2010)

Mario Vargas Llosa ha dicho de ella que es "una poderosa historia sobre los sombríos años inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial", testimonio de la riqueza de la imaginación de su autor, "así como de la sutileza y elegancia de su prosa". Tampoco le han ahorrado elogios Javier Cercas, John Banville y Alfredo Bryce Echenique, entre otros escritores y críticos.

¿Merece tales muestras de entusiasmo Los informantes (2004), de Juan Gabriel Vásquez (Colombia, 1973)? En mi modesta opinión, sí. Reeditada por Alfaguara en este 2010, esta novela no solo es relevadora de un pasaje poco conocido de la historia colombiana, sino que también explora con tino temas como la traición, la culpa, el perdón, la memoria y la relación entre padres e hijos; asuntos, pues, que a todos nos tocan de alguna u otra manera.

El narrador del libro es el joven periodista Gabriel Santoro. Luego de tres años distanciado de su padre, que lleva su mismo nombre, el joven visita al viejo a instancias de este. Gabriel padre será sometido a una delicada operación de corazón y al parecer no quiere pasar por el trance sin la compañía y el apoyo de su hijo. A raíz de este reencuentro, el narrador rememora el incidente que lo alejó de su padre: luego de que el joven publicara un biografía sobre una vieja amiga de su padre, Sara Guterman, una emigrada alemana que llegó a Colombia a los 14 años, huyendo junto a su familia del régimen nazi, Gabriel viejo publicó una crítica despiadada del libro. Su hijo nunca entendió el encarnizamiento de su progenitor. Solo lo entenderá cuando, luego de la muerte de este, salga a la luz un ominoso secreto que marcó a su padre de por vida.

Los saltos temporales son uno de los recursos principales de los que se vale esta novela. El narrador se mueve con fluidez por distintas épocas tanto de su propia vida como de las de su padre y Sara. De los días anteriores a la operación del viejo pasamos a los años posteriores a su muerte, luego al tiempo en que el narrador empezó a escribir el libro que provocaría la ruptura con su padre o a los días en que Sara partió de su país convulsionado o al momento en que Gabriel joven lee la crítica de su padre a su biografía. Todos estas historias y tiempos distintos se revelan, conforme avanza el libro, íntimamente ligados, de modo que sin uno de ellos no se entendería el resto. La fragmentación temporal le permite al autor hacer avanzar varias tramas a la vez, al mismo tiempo que genera expectativas en el lector por los vacíos entre ellas, los cuales se irán llenando poco a poco.

Juan Gabriel Vásquez (Foto: Alfaguara)

Los informantes es una novela que golpea emocionalmente al lector: ya sea cuando lo entera de la persecución de la que fueron víctimas los alemanes refugiados en Colombia luego de huir del horror del nazismo, o cuando lo expone al propósito malogrado de un viejo de reorientar su vida o al de un joven que se debate entre el afecto y la repulsión por su padre, el libro, sin caer nunca en el melodrama, lo enfrenta a situaciones dolorosas y muy significativas para el puñado de personajes que lo protagonizan. Toda la obra está atravesada por desencuentros, violencia y la nostalgia del camino que no se tomó, de la infamia que no se evitó, la palabra que no se dijo.

No ofrece Los informantes conclusiones categóricas sobre los temas que aborda. El lector no podrá extraer lecciones de la novela. El autor más bien narra, con gran habilidad, una serie de historias engarzadas que suscitan, además de la respuesta emocional, la reflexión intensa sobre algunas de esas preguntas que los seres humanos se han hecho y se seguirán haciendo siempre, tal vez sin encontrar nunca respuestas definitivas. Quizás a ello se deba la honda impresión que el libro deja.

Javier Munguía
 Fuente:  http://javiermunguia.blogspot.com

6.7.10

El arte de la resurrección

"el aliento y la fuerza narrativa de la novela, así como la creación de una geografía personal a través del humor, el surrealismo y la tragedia"

Portada El arte de la resurreción.Alfaguara.2010.

A pesar de ser uno de los novelistas más leídos de su país, Hernán Rivera Letelier (Chile, 1950) es poco conocido fuera de la nación que lo vio nacer y en la que ha vivido siempre. Su internacionalización estuvo a punto de concretarse en 2002, cuando quedó finalista del Premio Alfaguara con su estupenda novela Santa María de las flores negras, que recrea la matanza de mineros huelguistas y sus familias ocurrida en 1907 en una escuela de la ciudad chilena de Iquique. El galardón terminó en manos de Tomás Eloy Martínez por su novela El vuelo de la reina. Desde entonces, Rivera Letelier ha escrito seis novelas más. Por la más reciente, El arte de la resurrección, obtuvo al fin el Premio Alfaguara de Novela en este 2010. Los méritos que el jurado ha visto en el libro son "el aliento y la fuerza narrativa de la novela, así como la creación de una geografía personal a través del humor, el surrealismo y la tragedia".

Para quienes no lo ubiquen, Hernán Rivera Letelier nació hace 60 años en Talca, ciudad al centro de su país, pero siendo todavía un niño se trasladó junto a su familia al norte, a la pampa salitrera, donde trabajó como minero durante 30 años, hasta que las minas cerraron. A la par que su rudo trabajo, Rivera Letelier alimentaba con libros su hambre de aventuras, de vivir otras vidas. Probablemente los autores que más lo marcaron fueron los grandes narradores latinoamericanos del siglo XX, especialmente Juan Rulfo, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa.

Si bien publicó un libro de poemas en 1988 y uno de cuentos en 1990, la obra que hizo famoso a Rivera Letelier fue la novela La reina Isabel cantaba rancheras, publicada en 1994, premiada por el Consejo Nacional del Libro y la Lectura, y su libro más célebre hasta el momento. En él, el autor relata, con recursos propios del "boom" de la novela hispanoamericana (fragmentación, inversión del orden temporal, varios planos narrativos), las duras condiciones de vida de los mineros chilenos y el oasis que significa para ellos sus encuentros con prostitutas, los cuales les ayudan a soportar mejor el calor, la miseria y la soledad.

Hernán Rivera Letelier (Foto © Glenn Arcos)

Al parecer, los libros de Rivera Letelier no han tenido buena acogida entre la crítica chilena, a pesar de que, traducidos, le hayan reportado al autor reconocimientos como ser nombrado Caballero de la Orden de las Artes y las Letras por el Ministerio de Cultura de Francia. Hernán Rivera Letelier es, ante todo, un contador de historias. La mayoría de sus obras están ubicadas en la pampa chilena y tienen como protagonistas a mineros explotados por sus patrones y a prostitutas generosas. El chileno es un novelista preocupado por las cuestiones formales de sus libros, como la estructura y el estilo (aunque él diga lo contrario). Sus relatos rehúyen lo panfletario a través del humor y de la construcción de personajes fascinantes, y siempre tienen como propósito central contar historias que emocionen al lector y de paso lo sensibilicen respecto de ciertos conflictos que rebasan las anécdotas que los engendran, como la soledad, la explotación, la búsqueda del amor, entre otros. Como Balzac, como García Márquez, como Vargas Llosa, Rivera Letelier ha construido un mundo propio a través de sus novelas, en el cual los personajes transitan de un libro a otro.

Es el caso del Cristo de Elqui, protagonista de El arte de la resurrección. Según confesión del autor, el personaje real que le inspiró al ser ficticio que es el centro de este libro apareció en su vida un día en que, siendo muy joven, llegó a casa y su madre le dijo algo como: "Vienes más desaliñado que el Cristo de Elqui". A partir de entonces, Rivera Letelier supo de este hombre singular que se creía la reencarnación de Cristo y había predicado, con gran elocuencia y favor popular, en el desierto chileno en la primera mitad del siglo XX. El personaje apareció en una breve escena de La reina Isabel cantaba rancheras (1994), primera novela del autor; después ocupó un lugar de mayor relevancia en Los trenes se van al purgatorio (2000), otra de sus novelas; luego tuvo una pequeña participación en Mi nombre es Malarrosa (2008), su antepenúltima novela; y por último se convirtió en el protagonista de El arte de la resurrección (2010).

El inicio de la obra está ubicado en 1942, año en que Domingo Zárate Vega, mejor conocido como el Cristo de Elqui, escucha la historia de una prostituta piadosa de nombre Magalena Mercado. Es un cristo muy singular este: no censura los deseos carnales; por el contrario, los reconoce en él mismo y no tiene ningún reparo en aliviarlos apenas se le presenta una oportunidad. Alguna vez tuvo una pareja estable, pero los padres de la muchacha se la arrebataron recluyéndola en un convento. Ahora anda en busca de una mujer que lo acompañe en su peregrinar por el desierto, extendiendo la palabra de Dios. La candidata indicada parece ser Magalena Mercado.

Cristo de Elqui

En su camino hasta La Piojo, la oficina salitrera donde vive Magalena, el Cristo de Elqui no desaprovechará la oportunidad de vender los folletos con sus prédicas, pregonar para las multitudes que lo siguen, anunciar el inminente final del mundo y solidarizarse con los explotados. A pesar de ello, de la devoción del personaje en su labor, las cosas no saldrán precisamente como él espera: será blanco de burlas de los incrédulos y de los ataques de las autoridades y la Iglesia, que ven en él una amenaza contra lo que representan. A partir del capítulo 9 del libro, veremos la alternación entre el presente del Cristo de Elqui y sus orígenes: dónde nació y cómo es que llegó a asumirse como la reencarnación del hijo de Dios.

Los capítulos que dan cuenta del presenta de Domingo Zárate Vega suelen ser narrados por una voz en primera persona del plural, que da testimonio de las andanzas del Cristo. En cuanto a los capítulos que relatan el origen del iluminado, son narrados en tercera persona del singular. En unos y otros capítulos, un recurso muy usual es pasar la voz del narrador principal a un narrador personaje sin indicación formal, de modo que la transición entre una voz y otra es fluida y casi imperceptible.

Más que en la intriga y en un ritmo narrativo veloz, la apuesta de El arte de la resurrección está centrada en la construcción de sus personajes: además de su protagonista, quijotesco y muy atractivo por constituir un cristo muy cercano a los seres humanos, a sus miedos y apetencias, así como por el grado de locura que presenta al desafiar una realidad muy hostil, la novela presenta un puñado de personajes singulares (como la prostituta santa o el loco barrendero) que juntos conforman un universo anómalo, lleno de ternura y humor, donde nada es lo que debía ser y aun así sentimos próximo.

Si bien no es esta una de esas novelas que no se pueden soltar, cuyo conflicto irresuelto hasta el final jalona de forma poderosa la atención del lector, El arte de la resurrección es un libro digno de leerse por varias razones: nos pregunta si la locura no será más bien la razón en un mundo de explotadores y explotados, donde las causas justas parecen pasadas de moda; nos presenta a un personaje íntegro, que lucha por lo que cree y cuestiona la hipocresía de la sociedad en la que le tocó vivir; y alimentaba de forma satisfactoria nuestra hambre de historias, asombrosas o singulares o cómicas, que complementan nuestro día a día y nos franquean el acceso a otros mundos.

Javier Munguía

El arte de la resurrección.

Hernán Rivera Letelier
Alfaguara (México, 2010)

Fuente:http://javiermunguia.blogspot.com

17.5.10

Herta Müller y el horror del gulag

Avance de un pasaje de la nueva novela de la premio Nobel: Todo lo que tengo lo llevo conmigo

Portada del libro 'Todo lo que tengo lo llevo conmigo' de Herta Müller,foto;fuente:elpais.com

Finalmente está al alcance del lector español: la gran novela que acababa de publicar la poeta y narradora alemana de origen rumano Herta Müller, antes de que le concedieran el Premio Nobel en 2009: Todo lo que tengo lo llevo conmigo (Siruela). El libro llegará a las librerías mañana, pero hoy Babelia avanza un pasaje en esta edición digital de ELPAIS.com

Todo lo que tengo lo llevo conmigo es el libro más importante de esta especialista en las deformaciones del alma humana y constituye, sin duda, un acontecimiento europeo. Se trata del escalofriante y sin embargo poético relato de un chico de 17 años, miembro de la minoría alemana de Rumanía, que es deportado en 1945 a un campo de trabajo ruso en Ucrania, continúa la indagación en la historia de represión y persecución de la minoría alemana bajo el régimen totalitario comunista, que Müller inició con En tierras bajas, La piel del zorro y La bestia del corazón (todos en Siruela).

Tras varios libros de ensayo y poesía (en Granada acaban de presentarse en el Festival Internacional de Poesía sus impactantes poemas collage), Herta Müller vuelve a la narrativa con un texto de altísmo voltaje literario, compuesto de 64 capítulos con escenas del infierno: de la vida en el gulag. Basadas en entrevistas con deportados y, sobre todo, en conversaciones con el fallecido poeta rumano-alemán Oscar Pastior, esta recreación de la lucha diaria por la supervivencia en la mina de carbón o como peón de obras, se reviste de una desconcertante y arrebatadora mezcla de laconismo y belleza metafórica.

Herta Müller leerá el 29 de junio pasajes de su nueva novela en el Goethe-Institut de Madrid y el día 30 en la Biblioteca Nacional.

12.5.10

Vuelve Silver Kane

El seudónimo ideado por Francisco González Ledesma en los años cincuenta se convierte en personaje en La dama y el recuerdo, novela del Oeste con todos los ingredientes del género: bandidos, cazarrecompensas, pistoleros, vaqueros, caravanas de ganado ... El protagonista es un hombre sabio y honesto que dirige el Jackson Independent Journal

foto;fuente.Elpais.com

Francisco González Ledesma, Paco para familiares y amigos, estaba escribiendo su nueva novela del policía Méndez cuando tuvo un ataque de melancolía. "Me estoy haciendo viejo". Ahí surgió la idea. "¿Y si vuelvo a escribir una novela del Oeste? ¿Y si recupero a Silver Kane?".

Su editor estuvo de acuerdo, pero él puso una condición: no cobrar adelanto. "Si no me gustaba la rompía y no tenía que devolver el dinero. Me lo planteé como un reto. Quería comprobar si era capaz de escribir con la rabia y la frescura de los veintitantos años". La acabó con el entusiasmo y la pasión que suele poner en todo lo que hace, le gustó y aquí está La dama y el recuerdo.

Hay varias diferencias entre esta novela y las cientos que escribió entre los años cincuenta y ochenta. No está firmada por Silver Kane, sino por Francisco González Ledesma (Barcelona, 1927). Kane se ha convertido en un personaje. Es el director del Jackson Independent Journal, el diario de Jackson (Kansas), un hombre sabio y honesto. "Es un guiño. Es un hombre bien informado y bueno. Me hubiera gustado ser el director de un pequeño diario del Oeste". También hay otros guiños, como cuando un personaje le pregunta a otro si cree posible que un día haya un presidente negro en Washington y el otro le contesta: "¿Y una primera dama negra? Ni hablar".

En La dama y el recuerdo hay más sexo que en aquellos títulos que tanto éxito tuvieron en quiosco, como Un federal de Nevada, Una fosa pagada a plazos, El hombre que vendía muertos o ¡Ha vuelto Killer! "Había que ser muy moderado por la censura". Aquellas novelas solían tener unas setenta páginas y ésta, más de trescientas.

Reúne todos los requisitos del género: atracadores de bancos, cazadores de recompensas, pistoleros, vaqueros, el saloon con el piano y las prostitutas, los sheriffs, los indios, los caballos salvajes, las caravanas de ganado, las grandes distancias. Como en casi todas las novelas de Ledesma hay un montón de historias que se cruzan. "Porque así sucede en la vida". La del pistolero Taylor, que se enamora de una india mestiza; la del cazarrecompensas Lancaster, que le persigue para matarlo, pero que en el fondo también es una buena persona; la del cacique Ford, administrador de materiales del ferrocarril y representante del Gobierno para las tribus, un hombre repugnante y corrupto; la de su amante Lena, una mujer mala hasta el dolor; la del heroico y valiente jefe indio Valiant y la de su hijo, un chiquillo de 10 años que vengará su asesinato; y la de Ketty River, la dama del recuerdo que da título a esta historia, la mujer más distinguida de Jackson, que ejerce de juez en Kansas City, y que es implacable con Ford. Mucha acción y muchos muertos.

El seudónimo Silver Kane nació a finales de 1952. González Ledesma estaba pasando una mala época. Estudiaba Derecho, gracias a la ayuda de sus tíos Victoria y Claustre, porque él era pobre de solemnidad. Otro de sus tíos, Rafael González, un periodista represaliado tras la Guerra Civil que había encontrado refugio en Bruguera, logró que entrara en la editorial en 1947. Ya antes había escrito historias de aventuras para él y con él. Alquilaban máquinas de escribir por horas y escribían a cuatro manos. Luego fue guionista de historietas como El inspector Dan o Doctor Niebla. Pero Ledesma, que quiso ser escritor desde los 14 años, tenía ya la novela de su vida, Sombras viejas, que presentó al Premio Nadal de 1946 sin éxito. Dos años más tarde, el editor José Janés convocó el Premio Internacional de Novela, la retocó y la presentó. Ganó. La censura prohibió su publicación.

Estaba tan desesperado que se fue a Madrid para hablar con el censor. "Me dijo que era roja y pornográfica. Lo de roja pude entenderlo, porque los personajes eran los vencidos y los ideales republicanos que aprendí a querer en el Poble Sec (el barrio donde nació y creció) se dejaban ver. Pero lo de pornográfica, no. Se refería a una escena de lo más tonta: una joven se pasó la guerra esperando que regresara su novio. Soñaba que llamaban a la puerta; ella abría, retrocedía unos pasos y caía en un diván. Bueno, pues un día, llaman al timbre de verdad, abre, es un amigo de su novio, se sienta en el diván y él le pone la mano en la rodilla. Protesté, pero el censor me dijo que se notaba que el chico tenía intención de subir la mano por la pierna".

Se desanimó, pensó que nunca publicaría nada y entonces Francisco Bruguera y su tío Rafael le propusieron que escribiera novelas del Oeste. "Bruguera me dijo que me buscara un seudónimo porque con un apellido como González nadie se iba a creer una novela del Oeste".

Por la primera le pagaron 1.500 pesetas en dos plazos. Al final ya cobraba 12.000. Escribía de tres a cinco al mes y las tiradas oscilaban entre 14.000 y 24.000 ejemplares semanales. "Bruguera tenía olfato para el éxito y te apretaba. Incluso cuando dejé la editorial, en 1966, seguí con contratos para hacer Silver Kanes. Con este nombre firmé también novelas de misterio".

Recuerda con cariño a la tropa de escritores de Bruguera. Marcial Lafuente Estefanía, el dibujante Peñarroya, Sergio Duval, Josep Maria Lladó, Víctor Mora, que le proporcionaba libros sobre el Oeste en inglés. "Allí había escritores, periodistas, catedráticos, casi todos represaliados. Gente de cultura, que escribía muy bien. Se pensaba que éramos unos desgraciados, que nos ganábamos la vida en el quiosco. Autores mal pagados que escribían novelas baratas para gente sin poder adquisitivo".

Dice en sus memorias, Historia de mis calles: "Me daba vergüenza escribir relatos sin la menor pretensión o quizá sí: la de distraer a la gente, que no es pretensión pequeña". Con el tiempo se ha reconciliado con esos tiempos. "Me he ido dando cuenta de que mis novelas del Oeste sirvieron de inicio a la lectura para gente que no leía nada. También decía veladamente que aquí no había libertad". Tiene auténticos admiradores, como Alejandro Jodorowsky. "Dijo incluso que Silver Kane era mejor que Cervantes, lo que es una animalada. A veces utiliza frases mías en sus libros".

"Lo más importante es que con esas novelas aprendí mucho técnicamente. Tenían que ser interesantes desde la primera línea y dosificar la intensidad para que se leyeran de un tirón. Era un desafío diario y tenías que tener una imaginación brutal para no repetirte y crear argumentos convincentes y atractivos. Bruguera era muy exigente y rechazaba cualquier historia que no se ajustara a esas condiciones. Silver Kane fue mi maestro".

La dama y el recuerdo. Francisco González Ledesma. Planeta. Barcelona, 2010. 318 páginas. www.gonzalez-ledesma.com.

11.5.10

NO ES POR AGUAR LA FIESTA...PERO...


Mockus más allá de los mitos: más guerra y privatizaciones





Radio Café Stereo


Es tal la magnitud de la crisis que vive Colombia que muchos se han sumado a la campaña verde cerrando los ojos porque creen que se debe hacer valer el voto útil, elegir al menos malo o al que consideran que, por lo menos, es ético. 
La honestidad es una norma de conducta fundamental. En este punto hay acuerdo general. Pero ella no basta. Todos los candidatos deben demostrar su probidad. Es el punto de partida de cualquier campaña electoral decente.

La corrupción ha crecido tanto en el Gobierno de Álvaro Uribe que la rectitud parece ser ahora la única tabla de medición de los aspirantes a la Presidencia. Sin embargo, además de ella deberían tenerse en cuenta otras aptitudes determinantes.

Entre otras cosas, porque en nombre de la transparencia también se puede actuar en contravía de los intereses colectivos. Por ejemplo, entregar bienes públicos en detrimento del erario bajo la controvertida figura de la "capitalizació n", como hizo Antanas Mockus con una parte de la Empresa de Energía de Bogotá, no es consecuente.

Y precipitarse detrás de una opción sin importar lo que su líder plantea de fondo, más allá de la forma, es una decisión que puede resultar costosa. No se trata de que el candidato o su partido se identifiquen en todos los puntos con el pensamiento de cada elector. Pero sí en los asuntos medulares, irrenunciables.

Los seguidores de Mockus proceden de dos ámbitos: 1.-) uribistas que saben que el ex alcalde de Bogotá no representa ningún riesgo para la continuidad de la "seguridad democrática", y, 2.) no uribistas, que lo ven como la única opción viable frente al poderío del Gobierno.

Los primeros perciben a Mockus como una alternativa ante el cansancio que les causa un mandato corrupto al que, sin embargo, han acompañado durante ocho años perdonándole todo: la parapolítica, la yidispolítica, los "falsos positivos", las chuzadas del DAS, el Agro Ingreso Seguro, los privilegios para los hijos del Presidente y tantos escándalos más.

A este primer grupo Mockus le brinda confianza, pues es conocido que el candidato verde dará continuidad a la estrategia de confrontación prolongada que desarrolla Uribe y, además, es sabido que Mockus, por su carácter neoliberal, seguirá la senda de las privatizaciones y el fortalecimiento de la "confianza inversionista" .

Lo anterior explica la enorme simpatía que en periodistas del establecimiento, uribistas de primera línea, ha despertado Mockus y el inusitado impulso que varios de los grandes medios de comunicación están dándole a su campaña, apoyo que incide de forma determinante en su crecimiento en las encuestas.

Los del segundo grupo, los no uribistas, sienten a Mockus como "la única forma de frenar a Santos y sus falsos positivos", y desestiman a quienes proponen debates más allá de las formas, como si no quisieran que les aguijonearan la burbuja en la que parecen estar.

Figuran en este sector algunos que en la consulta interna del Polo rechazaron la candidatura de Carlos Gaviria y ahora no dudan en abandonar el barco al ver al escogido, Gustavo Petro, sin opciones.

Los interrogantes
Así, es importante auscultar los planeamientos de Mockus en relación con algunos de los asuntos medulares de la realidad colombiana, pues está rodeado de muchos mitos que pintan al candidato como un paradigma de cambio social que parece no ser real.

Algunos de los interrogantes que sobre él surgen son:
*  ¿Gastará, como Uribe en 2009, $19,2 billones anuales del Presupuesto Nacional en la "seguridad democrática" que ha prometido continuar?
*  ¿Privatizará el 15% de Ecopetrol, la principal empresa del Estado, como propuso Sergio Fajardo?
*  ¿Vender las entidades públicas más productivas es una herramienta válida para financiar la educación y otros ámbitos sociales?
*  ¿Continúa siendo partidario del cobro escalonado de matrículas, como cuando fue rector de la Universidad Nacional?
*  ¿Sigue creyendo que los decretos de Uribe sobre salud "son legítimos" y que la crisis del sector se resuelve con más impuestos?
*  ¿Los gravámenes a todos los estratos son la vía para afrontar los problemas del país?
*  ¿Dónde están las grandes estrategias de defensa del medio ambiente que se supone son el fuerte de un partido Verde?
*  ¿Su respaldo a la reforma laboral de 2003, que atenta contra derechos de los trabajadores, sigue en pie?
*  ¿Por qué se fue a la sombra de Opción Centro, el grupo amigo del procesado senador Gil, y no optó por construir partido propio?
* ¿Cree en realidad que "las balas también son un recurso pedagógicas" como dijo hace poco?
*  ¿Por qué se atemoriza ante los regaños de Uribe y ruega que lo siga considerando "un firme timonel de la seguridad"?
*  ¿A eso se debe su rotundo no al acuerdo humanitario?
1.- Mockus y la guerra: "un timonel firme"
En relación con el conflicto existente en Colombia desde hace 62 años Mockus no se diferencia en lo fundamental de la estrategia de Uribe. Como casi todos los candidatos presidenciales, con sus matices, respalda la estrategia de la "seguridad democrática" y brinda confianza al establecimiento.

Leamos la valoración que de su posición sobre este asunto hizo el presidente Uribe el 20 de junio de 2003, cuando lo condecoraba con la Estrella de la Policía: "…he encontrado en el alcalde Mockus un timonel firme, sin vacilaciones y sin titubeos".  [1] 

Uribe caracterizó muy bien a Mockus en cuanto a su pensamiento, así por estos días, cuando desarrolla una campaña sectaria y con abierta participación en política en favor de su preferido, Juan Manuel Santos, el Presidente trate de introducir algunas dudas, más de forma que de fondo sobre el aspirante del Partido Verde.

"El alcalde Mockus ha apoyado a la Fuerza Pública en Bogotá con toda determinación, sin reservas y ha sido una formidable combinación de pedagogía de la convivencia y de ejercicio firme de la autoridad", dijo Uribe hace apenas diez meses en el mismo acto.

A las críticas que recientemente Uribe le ha formulado, Mockus ha respondido mostrándose extrañado, afirmando de manera sumisa: "Usted es mi presidente, usted es mi presidente" y cambiando el nombre a la "seguridad democrática" de Uribe por el de "legalidad democrática". ¿Otra cuestión de forma, nada más?

En entrevista con el noticiero CM&, al responder a críticas de Andrés Felipe Arias, Mockus saltó un argumento absurdo, pero sintomático sobre el conflicto colombiano: "¡Las balas también son una herramienta pedagógica!". [2]

Y en el documento por medio del cual pactó su alianza con Sergio Fajardo, al identificar la violencia como uno de los problemas del país, no incluye ni una palabra de condena a los crímenes de Estado cometidos durante el actual Gobierno.  [3]

Todo indica que a los uribistas que acompañan ahora masivamente a Mockus lo expuesto en este punto les es indiferente, y es muy probable también que los no uribistas se hagan los de la vista gorda y no les importe su rechazo al acuerdo humanitario. Es cuestión de táctica, dirán, y agregarán que "los esencialismos son anacrónicos".

En términos claros y concretos, sin titubeos ni recursos anecdóticos, la pregunta que muchos esperan que Mockus resuelva es qué hará para sacar el país de la guerra, si repetirá el gasto que Uribe hizo de $19,2 billones del Presupuesto Nacional en 2009 para la confrontación. ¿Seguirá esta senda si es elegido?
2.- Mockus y la política: buscando partido
La actitud del aspirante ante la política ha sido idealizada y se le presenta como el adversario de la politiquería tradicional. Para empezar, hay que recordar que en 1998 fue candidato a la Vicepresidencia de Noemí Sanín, la hoy aspirante del Partido Conservador.

Mockus aún añora esa alianza. "Tengo mi ladito muy conservador", dijo en la entrevista con CM& que hemos citado antes, tras reconocer "lo bueno del Partido Conservador".

En 2006, este matemático de origen lituano fue candidato presidencial de la Alianza Social Indígena, ASI, y, sin embargo, no escogió su fórmula vicepresidencial entre las etnias originarias colombianas, como era de esperarse.

La seleccionada en aquella ocasión fue María Isabel Patiño, dirigente de Asocolflores, un gremio de grandes exportadores a quienes les cuestionan el trato que dan a los trabajadores vinculados a esa agroindustria.

Su votación en 2006 fue exigua: 146.583 votos, es decir, el 1,23% del total, mientras Carlos Gaviria, el candidato presidencial de la izquierda, logró 2.613.157 votos, el 22% del total, un porcentaje similar al que Mockus alcanza hoy en las encuestas y por el cual es presentado como un fenómeno político.

De acuerdo con la última encuesta, la de la firma Ipsos-Napoleó n Franco para RCN y Semana, Mockus tiene el 20% del favoritismo, frente al 30 de Juan Manuel Santos, el candidato directo del establecimiento, y el 12% de Noemí Sanín.

Hace cuatro años Carlos Gaviria, con un perfil decididamente de izquierda, despertaba también un gran entusiasmo, el cual se reflejaría en su altísima votación, por encima de la de Horacio Serpa, el aspirante liberal.

Además, es bueno recordar el contexto de la participación de Gaviria: se trataba de confrontar directamente a Uribe, que buscaba su reelección con todo el poder de su maquinaria.

No es tan cierto entonces que la favorabilidad de un candidato visto como alternativo no tenga precedentes, como afirman los medios masivos de comunicación. Y para ir un poco más atrás en la historia contemporánea, Galán, Jaramillo Ossa, Pardo Leal también despertaron expectativas inusitadas en sus momentos.

Mockus ha hecho su recorrido por no pocos escenarios políticos, pues participó en el movimiento Sí Colombia de Noemí Sanín, fundó Visionarios con Antanas, se arrimó a la ASI y recaló en el Partido Opción Centro

Con Enrique Peñalosa (apoyado por Uribe en las elecciones para la Alcaldía de Bogotá de 2007), y Luis Eduardo Garzón derivó en una agrupación que ya poseía representació n en la Cámara y que lo exoneraba de la ardua tarea de recolectar firmas para inscribirse.

Pero Opción Centro tiene sus antecedentes: se trata de un partido en el que algunos de sus líderes tuvieron nexos con Convergencia Ciudadana, colectividad extinguida hoy por efectos de la parapolítica.

Veamos cómo presentó el portal La Silla Vacía, en septiembre de 2009, los contactos de los 'Tres Tenores' con los orientadores del partido centrista.

"Peñalosa, Mockus y Garzón no estaban dispuestos a 'adherirse' a este partido, y su objetivo era entrar en condiciones de igualdad (a mandar). También querían aclarar exactamente el alcance de la relación de los directivos del Partido Verde Opción Centro con Convergencia Ciudadana".  [4]

Según el mismo portal, el partido tiene origen en los ex militantes del M-19 Héctor Elías Pineda y Carlos Ramón González, lo mismo que en Daniel García, hijo de Néstor García, también del M-19.
"La estrecha relación de González y otros miembros con el ex senador de Santander Luis Alberto Gil, hoy en la cárcel por parapolítica, y el apoyo del partido a listas de Gil en Santander crearon una sombra sobre el partido", dice La Silla Vacía en su reseña.

De esas sombras nadie se volvió a acordar, y menos ahora, cuando el pequeño partido de centro en el que Mockus y sus amigos se acomodaron hace seis meses se perfila hoy como la segunda fuerza electoral del país. ¿Desaparecieron las sombras al calor de la ola verde?
3.- Mockus y la socioeconomía: ¿más privatizaciones?
Las mayores expectativas, especialmente de los jóvenes, están en el ámbito de las reformas sociales y económicas. El acuerdo Mockus-Fajardo, que podríamos asumir como programa de la fórmula presidencial, no es nada explícito en esta materia.

Su contenido es un cúmulo de generalidades sin estrategias, que cualquier político firmaría sin importar su procedencia partidista o ideológica. Lo que sí es claro es la posición definidamente neoliberal de Mockus, la cual aplicó en sus alcaldías (1995-97 y 2001-03).

Partidario de gravámenes generalizados, sin distingos de clases, así lo deja ver en su compromiso con Fajardo cuando anuncia que se proponen "asegurar el pago de impuestos justos y adecuados".   [5]

Está por verse cuan "justos y adecuados" serán las nuevas cargas que en un gobierno suyo se implementarían, ya que el ex alcalde no es ajeno a aceptar las exigencias que hacen los organismos de la banca internacional.

Y es conocida también su defensa de las privatizaciones de empresas estatales, con todas las secuelas que en materia de dilapidación del capital social acumulado en ellas tienen decisiones de esa naturaleza.

Por eso, la Unión Sindical Obrera, USO, le dirigió una carta en la que lo interroga sobre la propuesta de su compañero de fórmula, Sergio Fajardo, en el sentido de privatizar el 15% de Ecopetrol supuestamente para financiar planes de educación.

"Esta propuesta, además de ser contraria al interés nacional, demuestra la poca creatividad de su campaña, pues continúa con la política de privatización implementada por el gobierno de Uribe, que se inició con la autorización de la venta del 20% de Ecopetrol", dice la USO en su carta.   [6] 

Luego de recordar que las transferencias generadas por Ecopetrol al Presupuesto Nacional en 2009 fueron nada menos que $18,66 billones, la USO le pide a la fórmula Mockus-Fajardo que explique "Lo que representaría para la nación la venta de un 15% adicional de Ecopetrol, puesto que en términos de rentabilidad social las utilidades futuras de ese 15% irían al bolsillo de los nuevos dueños y no para el beneficio del pueblo colombiano".  [7]

Mockus parece no desesperarse por las desigualdades sociales. Haciendo uso de una de las numerosas anécdotas con las que suele responder, hace poco recordó que no le importaría pagar sueldos millonarios a altos ejecutivos con tal de que éstos ayuden a generar empleos.  [8]

El candidato verde desarrolla su campaña, en todo caso, mostrándose como el defensor de la legalidad, discurso desde el cual se pueden validar toda clase de acciones, hasta los atropellos cometidos por las leyes que aprueba la mayoría vocera de la clase dominante, como la nefasta reforma laboral de 2003 (Ley 789), que Mockus no cuestiona ni se propone modificar.

Tampoco incomodaron a Mockus los decretos de emergencia social expedidos por Uribe, que la Corte Constitucional declaró inexequibles (contrarios a la Carta Política) en la noche del viernes 16 de abril. Los consideró necesarios.

"Tocaba declarar la emergencia y tocaba buscar recursos frescos, tocaba ahorrar recursos… En su conjunto la acción es legítima, es necesaria", respondió en una entrevista realizada por La W Radio.   [9]

Luego de conocida la caída de esas normas, Mockus se solidarizó con el Gobierno y dijo que lo apoyaba en su propósito de llevar los decretos de emergencia tan nocivos para la salud de los colombianos al Congreso con el fin de que su bancada los apruebe prontamente. ¿Será esto corresponder al clamor nacional?

De su opción por los impuestos a toda costa no queda duda. En la entrevista referida lo patentó: "Hay que ir pensando de dónde va a salir esa plata [la de la salud] y esa plata sale necesariamente, en última instancia, de impuestos".   [10]

La posición frente a las desigualdades y las iniquidades es la línea que marca la diferencia entre la derecha, que las ve naturales e inevitables, y la izquierda, que las considera creadas por las clases dominantes y extinguibles por la acción de los movimientos sociales.

A Mockus no parecen desvelarlo esas desigualdades, no las cuestiona en sus raíces, para él simplemente existen y hay que hacer algo para contrarrestarlas.

Y para concluir, qué responde el candidato ante denuncias como la formulada por el investigador social Aurelio Suárez Montoya, para quien "generaciones de estudiantes de la Universidad Nacional pagan altas matrículas o soportan exclusión desde cuando Mockus ingenió el cobro escalonado".  [11]

Sería muy importante que Mockus resolviera interrogantes como los formulados en este artículo, y muchos otros, como la ausencia de propuestas ecológicas en una colectividad que se denomina, precisamente, Partido Verde.

No vaya a ser que el verde se quede solo en una presentación simbólica que atrae a muchas personas aferradas a una esperanza, pero que, sin embargo, no formulan preguntas porque quieren creer en alguien, aunque para ello sólo se atengan a sus sentimientos y no a sus razonamientos.

Notas
[1]  Ver el discurso de Álvaro Uribe en: http://www.presiden cia.gov.co/ prensa_new/ discursos/ discursos2003/ junio/ascenso. htm
[2]  Así lo expuso en la entrevista con Yamit Amad, director del noticiero de televisión CM&, el 14 de abril de 2010.
[3]  La Unión Hace la Fuerza, pacto de unión entre el Partido Verde y el movimiento Compromiso Ciudadano.
[4]  Ver el artículo Los 'Tres Mosqueteros' al fin Encontraron Opción en el Centro, en:http://www.lasillav acia.com/ historia/ 4214.
[5]  La Unión Hace la Fuerza…
[6]  Carta Pública de la Unión Sindical Obrera, USO, del 9 de abril de 2010, firmada por Germán Osman Mantilla e Isnardo Lozano Gómez, presidente y secretario general, respectivamente.
[7]  Ibídem.
[8]  Entrevista con Yamit Amad…
[9]  Entrevista en La W Radio realizada el 11 de febrero de 2010.
[10]  Entrevista en La W…
[11]  Ver el artículo La Negra Historia de los 'Verdes', versión virtual, Bogotá, 6 de abril de 2010.
 
http://www.ajpl. nu/radio/ index.php? option=com_ content&view=article&id=756:mockus- mas-alla- de-los-mitos&catid=81:europe&Itemid=458

20.4.10

La poderosa voz del recuerdo

En El prestigio de la belleza, Piedad Bonnett reflexiona sobre la belleza y la fealdad

La escritora colombiana Piedad Bonnett.fOTO;fUENTE:vive.in

"Hubo momentos en mi vida en que fui invisible. La invisibilidad, en mi caso, no era un don como el de esos personajes de los cuentos que pueden escurrirse en espacios ajenos para espiar a los demás o para llevar a cabo sus picardías. ¡Ya quisiera yo! No. Ser invisible significaba que cada tanto mi identidad se reducía hasta el punto de hacerme dudar de mi propia existencia".

Esta imagen describe el hondo dolor de la protagonista de 'El prestigio de la belleza', la nueva novela de la escritora Piedad Bonnett. Una conmovedora reflexión literaria, en primera persona, sobre el peso de la belleza y la fealdad, dos pesadumbres universales de la existencia humana, contadas a través de la infancia y la adolescencia del personaje principal.

Fue en un viaje de la autora, mientras leía las memorias de la inglesa Doris Lessing, cuando comenzaron a asediarla, de manera incesante, los recuerdos de su infancia, obligándola a abandonar la novela que estaba escribiendo.

¿Algún recuerdo en particular disparó ese sentimiento?

En algún momento de mi vida yo creí entender que a mi mamá yo no le parecí tan bonita como debía haber sido. No es que yo le pareciera fea, es que yo notaba que ella quería hacer de mí una niña más bonita. Y eso fue un pequeño dolor, pero más que eso una preocupación. Entonces en el momento de escribir yo cree un personaje que soy yo, pero que en muchos momentos ya no era yo.

¿Qué tan difícil fue lograr el tono?

Siempre había querido escribir una novela en primera persona y tal vez esa fue una de las cosas que me hizo muy fácil el tránsito de la otra que estaba escribiendo; yo sabía que en esta, mi voz iba a ser muy poderosa, porque estaba impulsada por la fuerza de la memoria y el recuerdo.

¿Cómo logró mantener el ritmo sin caer en el estereotipo del fluir de conciencia de un niño?

Sí, algo que detesto son los niños contando sus propias experiencias en la inmediatez. Entonces yo necesité una doble perspectiva. Se adivina que es un adulto el que cuenta la historia, que se ve en su infancia de manera un poco distanciada y divertida, y que es capaz de meternos en esos momentos de su niñez.

La novela hace una dura crítica a la religión...

Pero no a la religión en abstracto, sino a la educación religiosa. A los castramientos, las inhibiciones y las amenazas que padecimos los que pasamos por ese tipo de educación. Si algo hay de autobiográfico es eso. Yo era una niña de provincia, educada con monjas, al llegar a Bogotá seguí con monjas. Y esta novela, en parte, es una niña en abierta rebeldía contra un mundo de represión y autoritarismo, que es lo que más odio.

Y a la vez es un relato muy triste y melancólico...

Hay mucho dolor sobre todo en la adolescencia. En la infancia se presenta más la desazón del miedo. Pienso que todas las infancias están permeadas por un montón de miedos. En este caso era aterrador porque las monjas alcanzaban a decir unas cosas terribles como por ejemplo 'si se mira mucho en el espejo va aparecer el diablo'. Es que yo viví en un pueblo hasta los siete años que era el medioevo, con una sociedad muy clasista y unos criterios de belleza muy cerrados.

¿De alguna manera la protagonista proyecta su culpa a través de la enfermedad?

Sí. Me interesaba una niñita con una especie de radares que somatiza todo a través de su cuerpo; sujeto de castigo de todos los miedos y las perturbaciones. Es un yo que se está construyendo sobre muchas fragilidades y muchas incertidumbres, y que tiene que buscar las estrategias para hacerse ver, respetar y querer de los demás. Y la enfermedad puede ser un llamado del inconsciente y una vulnerabilidad que sólo encuentra salida cuando la protagonista empieza a escribir.

El prestigio de la belleza
Piedad Bonnett
Alfaguara

12.4.10

Señor Sombra

La motosierra fue muchas veces el sello estampado en la ejecición de muchos crímenes. Se talaban los árboles como se talaban los cuerpos"

Por Marcelo Del Castillo

En la más reciente narrativa colombiana, les ha dado a muchos escritores por reescribir la cruda realidad colombiana, atravesada por crímenes de Estado, emparentada con las variadas ramificaciones del narcotráfico, y por supuesto la penetración de este fenómeno criminal a la política como otra mafia más sofisticada, y peor de criminal que la misma mafia.

Acabó de leer la última novela Señor Sombra del escritor Óscar Collazos, donde despliega una inusual panorámica de la violencia endémica de espirales sangrientos que ha padecido la nación en sus últimos 60 años. La anécdota del asesinato de El Señor Sombra, paramilitar y patriota que quiso refundar el país utiliza el esquema clásico de desplegar una investigación policial exhaustiva donde cada cabo que va encontrando la Fiscal para indagar el asesinato del personaje de marras va hallando en el pasado sanguinario una madeja de crímenes, que no se sabe cual es peor, o mas atroz.
La trama va en una espiral envolvente donde todos están untados o salpicados por la sangre de un crimen, ya reciente o en el más lejano pasado como de igual se ponen en escena las atroces matanzas que desde hace 20 años atraviesan y desangran a Colombia. El relato va desgranando en un tono sencillo casi periodístico que sobre los paramilitares, junto a los parapolíticos tuvieron esa pretensión arrogante y política mediante fuego y sangre como respuesta a los desmanes de la guerrilla, de refundar la patria.
Ya ubicándonos en lo especializado del arte de la literatura, el autor tiene la premisa básica de contarnos una novela negra, pero la amarga y sangrienta realidad colombiana le supera el arte de la literatura, y el autor sólo alcanza a darnos un fresco social de todas las violencias que han castigado a Colombia desde los orígenes de las guerras partidistas.
Lo rescatable, la creación del personaje de la Fiscal, que se le siente una cariz andrógino pero de verdad una mujer. Lamento que por la voz de la Fiscal se sienta la opinión del autor y se enrede en volver a decirnos lo mismo. O sea de caer en el retoricismo que confunde al lector, pues, se le enreda la pita de la trama o que esa era la pretensión literaria del autor, de darnos una novela negra, pero al final sale airoso, dándonos un toquecito de esperanza a tantos crímenes tan juntos y demenciales.

Vale la pena leerse la novela en esta fiebre renovadora y actual por tratar de entender desde lo literario el grande y agudo y complejo amasijo de violencias encontradas que es conflicto armado colombiano que no supera la sociedad colombiana, que políticamente no hay muestras de solución posible por las largas cadenas de venganza tras venganza entronizada desde un jefe de Estado que personalizó su propia venganza como una política de gobierno.


Señor Sombra

Óscar Collazos

La otra orilla

Editorial Norma

391 páginas

27.3.10

Memorias de unos rebeldes intelectuales

El poeta Elmo Valencia acaba de publicar Bodas sin oro, cincuenta años del nadaísmo

"Solo creíamos en la nada como un principio, inspirados en lo que decía Sartre, comenta el poeta Elmo Valencia..fOTO;fUENTE:vive.in


Portada del libro.Taller Edición Roca


"Primero quemaron todos los libros que consideraban inútiles y que más los habían torturado. En las llamas ardieron la obra de Heródoto ("porque toda la historia es mentirosa"), 'La crítica de la razón pura' ("pura mierda"), 'La Cábala', 'El catecismo', de Gaspar Astete, y hasta la 'María', de Isaacs.

"Como descendiente directo de Talía, Nerón, Eróstrato, Hitler, y todos los pirómanos de la historia, los invito a quemar nuestros libros para probarle al mundo que desdeñamos el saber hereditario, pues ya no hay nada en qué creer, ni siquiera en nosotros mismos". Con esas palabras, en la plazoleta de San Ignacio, frente a la Universidad de Antioquia, Gonzalo Arango dio vida, por allá a principios de los años 60, al 'Nadaísmo', el controvertido grupo de intelectuales de provincia que se rebeló contra el establecimiento.

Para celebrar algo que pensaron imposible, el poeta Elmo Valencia, uno de sus integrantes, acaba de publicar, con el apoyo del fundación Gilberto Alzate Avendaño, 'Bodas sin oro, cincuenta años del nadaísmo', en el que, además de contar la historia del grupo, recopila los mejores textos de sus integrantes.

En estas páginas gritan "¡presente!" plumas como Gonzalo Arango, Jotamario Arbeláez, Darío Lemos, Samuel Ceballos, Eduardo Escobar, Jaime Espinel, Pablus Gallinazo, Álvaro Medina, Armando Romero, Amílcar Osorio y Patricia Ariza.

"Sobrevivíamos de la nada, del oxígeno. Éramos muy vagos. ¿Sabes por qué nos metían a la cárcel? Porque nos encontraban con el pelo largo o en un automóvil con una chica, contándole los dedos de los pies o leyéndole el Kamasutra", cuenta Valencia, quien con Jotamario hacía parte del 'cartel caleño' de los nadaístas. Los otros, a la cabeza de Arango, eran el 'cartel paisa'.

'Chicaneros' del pánico

Luego de la erudita fogata, vinieron sus famosos "actos pánicos", con los que buscaban publicidad. "Eduardo era el menor, tenía como 14 o 15 años, y yo el mayor, con 25 o 26", recuerda Valencia, al contar -atacado de la risa- la primera de estas travesuras que llevó a Arango a la cárcel por un mes y medio.

Ocurrió durante un congreso de escritores católicos que se celebraba en el paraninfo de la Universidad de Antioquia. "Gonzalo se encargó de hacer el panfleto contra ellos -cuenta Valencia-, mientras otros poetas se encargaron de mezclar químicamente unos elementos que producían un olor terrible, llamado 'pedo químico'. Entonces en el momento en que estaba hablando el señor gobernador, frente a las monjas, los eclesiásticos y todas las logias, Gonzalo tiró los manifiestos en contra de ellos y salió corriendo, y los otros tiraron el frasco. Pobres monjitas, cómo vomitaban".

En otra oportunidad se metieron en una iglesia de Medellín a comulgar y guardaron la ostia en un libro y otro día le pidieron al Alcalde de Cali que cambiara la estatua de 'María', de la plaza del mismo nombre, por una de Brigitte Bardot desnuda.

"Esos eran los comienzos del nadaísmo, ya después dejamos esas cosas. La gente nos criticaba que no habíamos escrito nada. En realidad, habíamos escritor manifiestos duros contra el sistema, contra la sociedad, contra la economía, contra los católicos, contra todo", dice Valencia, al recordar esos años del Café Metropol de Medellín, "refugio de vagos, ladrones y carteristas".

Es mucha el agua que ha corrido por debajo de los puentes en este medio siglo, lo que los sorprende sin arrepentimientos de ningún tipo. "Nosotros no somos partidos políticos que desaparecen sino una reunión de amigos con unas ideas muy raras, muy traviesas, muy fantásticas. No hemos desaparecido en cincuenta años y tenemos fuerza para seguir adelante", concluye Valencia.

Bodas sin oro
Elmo Valencia
Taller Edición Roca