tag:blogger.com,1999:blog-60901616861631006202024-03-13T22:39:14.607-07:00Toma, leeUn libro es la prolongación de la memoria y la imaginación del hombre Los géneros literarios dependen quizá menos de los textos que del modo en que éstos son leídos el libro empieza a existir cuando un lector lo abre Un libro es la prolongación de la memoria y la imaginación del hombre un libro es la prolongación de la memoria y la imaginación del hombre Los géneros literarios dependen quizá menos de los textos que del modo en que éstos son leídos el libro empieza a existir cuando un lector lodelcastilloencantado.blogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/00460248013275241355noreply@blogger.comBlogger66125tag:blogger.com,1999:blog-6090161686163100620.post-64109701009679718942015-06-25T07:12:00.004-07:002015-06-25T07:12:54.850-07:00Antonio García rinde homenaje a Álvaro Mutis en su nuevo libro <div class="post-body entry-content" id="post-body-6148472590884184229" itemprop="description articleBody">
<blockquote class="tr_bq">
<div style="text-align: justify;">
<h3>
<span style="font-size: large;">No lo conoció en persona; nunca lo vio de lejos, siquiera,
pasando por algún lugar. Pero a él, a Álvaro Mutis, le debía -le debe-
su amor tardío por la poesía </span></h3>
</div>
</blockquote>
<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="http://2.bp.blogspot.com/-vA0dzcT-WAI/VYwD8UTrQNI/AAAAAAAAs5g/zUUODaxRWSQ/s1600/Antonio%2BGarc%25C3%25ADa%2B%25C3%2581ngel.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="422" src="http://2.bp.blogspot.com/-vA0dzcT-WAI/VYwD8UTrQNI/AAAAAAAAs5g/zUUODaxRWSQ/s640/Antonio%2BGarc%25C3%25ADa%2B%25C3%2581ngel.jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;">Admirador de la obra de Álvaro Mutis, el escritor caleño Antonio García
Ángel siempre se preguntó qué podría escribir sobre el inventor de
Maqroll que ya no se hubiera dicho. La clave la encontró en los bares
que habitaron los personajes de su obra. Y en los tragos que allí
bebieron. Historia de una <i>juma</i>./elpais.com.co</span></td></tr>
</tbody></table>
<blockquote class="tr_bq">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">Es que le bastó leer <i>Canción del Este </i>
para comprender la magia que pueden encerrar unos pocos versos. Fue
entonces cuando Antonio García Ángel, que nunca había entendido qué era
eso que la gente tanto amaba de los poemas, se lo agradeció para
siempre. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">Así que un día supuso que podría saldar esa
deuda, escribir algo sobre Mutis, quizá analizar su obra. Pero ¿qué
decir de este escritor y de sus libros que no se hubiera dicho ya?
Mutis, al igual que todo gran escritor, lo sabía, estaba súper
estudiado. “Eso les pasa a los escritores importantes, digamos, se
escribe sobre ellos hasta el exceso, rayando en la estupidez”, dice. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">En
una de sus relecturas, sin embargo, descubrió esa veta etílica que
salpica buena parte de sus novelas: esa tendencia a ubicar a sus
personajes en bares o cantinas para que fuera justo allí donde
sucedieran hechos trascendentales que darían un giro a sus vidas, y a
las historias, claro. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">“Un día me pidieron que fuera a dar una
conferencia sobre literatura en la Biblioteca Luis Ángel Arango, así que
pensé que hablar de este tema sería interesante y releí una vez más su
obra”, cuenta. Cayó en la cuenta que el sitio donde más disfrutó Maqroll
de una relativa calma y de los cuidados de Flor Estevez en <i>La nieve
del Almirante </i> fue en una tienda que hacía las veces de bar; que fue en
un café de Port Said donde Maqroll había conocido a su amigo Bashur; que
abandonado a su suerte en Ciudad de Panamá, lo primero que hace
Maqroll, una vez consigue un cuarto donde dormir, es salir en busca de
un bar; que buena parte de su obra, en fin, se sucedía, en bares,
burdeles y cafés como el Pink-Surprise, el Floating Paradise, el
Boadas. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">Fue de allí, de esas relecturas, de donde salió <i>Jumma de
Maqroll el Gaviero ,</i> una ‘lectura etílica’ de 78 páginas que revela
los lugares y los tragos que apasionaron no solo a los personajes de
Mutis, sino a Mutis mismo. Su título es una parodia a la ‘Summa’ poética
del escritor. </span></div>
<h4 style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">Antonio, ¿cómo eso de su deuda con Mutis?</span></h4>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">Cuando
estaba empezando la Universidad, yo tenía sensibilidad de leñador para
la poesía. Me gustaban las novelas, los cuentos, pero cuando yo leía
poesía no entendía nada y decía “¿eso qué es?”. El primer poeta que me
hizo encontrarle el gusto fue Mutis, concretamente con <i>Canción del
Este</i>, que fácilmente puede ser uno de mis poemas favoritos en la vida y
que lo puedo recitar ahora mismo aunque puede que con algunas
imprecisiones.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;"> Es un poema sobre la búsqueda de la felicidad, esa
que siempre estás buscando y resulta que está en otra parte y casi
que vez cómo se te escapa. Desde allí le encontré el encanto a la poesía
y eso siempre se lo voy a agradecer.</span></div>
<h4 style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">Y de allí pasó a sus novelas...</span></h4>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">No
recuerdo bien si lo había leído antes, pero sí, empecé a leerlo por
puro placer y se convirtió en uno de mis escritores favoritos. </span></div>
<h4 style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">¿Y lo de la lectura etílica cómo se dio?</span></h4>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">Un
día empecé a notar esa veta ‘etílica’. Di una conferencia sobre el
tema y lo trabajaba por ratos, casi que con la frecuencia con la que uno
se limpia el ombligo. Pero al final me puse juicioso, rastreé datos,
encontré un fax con una de sus recetas; encontré a Arnulfo Julio, un
amigo suyo con quién había escrito un decálogo del buen bebedor, y así,
hasta que le presenté la idea en Tragaluz y les gustó. </span></div>
<h4 style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">El libro refleja ese espíritu de sibarita que tenía Álvaro Mutis…</span></h4>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">Mutis
era esencialmente un ‘bon vivant’. Y qué mejor muestra que su amistad
con García Márquez. Es que, ¿quién podía estar más en las antípodas de
Mutis que García Márquez? Sin embargo, eran los mejores amigos. Eso
refleja su voluntad de siempre pasarla bien. Yo nunca lo conocí en
persona, nunca lo vi, pero por lo que le leí era un hombre con un gran
carisma. Y era en esas reuniones con sus amigos, como la que menciono
con Roberto Burgos Cantor y Arnulfo Julio, que departían animadamente a
inventarse cosas como esa del decálogo del buen bebedor.</span></div>
<h4 style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">¿Cómo es eso del decálogo?</span></h4>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">Pues
yo había encontrado en un par de pasajes de las novelas que había unas
reglas para beber. Y eso me despertó las ganas de encontrar las pistas
como en una especie de labor de detective. Di con dos artículos, uno en
El Tiempo y otro en Soho, y en ambos hablada Mutis de unas reglas a la
hora de tomar, y enunciaba algunas, unas cinco o seis. Es decir que
para él era una especie de arte, el beber. Pero después de eso fue que
descubrí ‘Señas particulares’, las memorias de Roberto Burgos Cantor, en
donde se revela que Mutis había creado un decálogo junto con su amigo
Arnulfo Julio. Y me empieza este afán por descubrir los otros
mandamientos... tenía cinco o seis, me faltaban los otros. Así que llamé
a Burgos. Por dentro rezaba para que Julio estuviera vivo y bueno,
finalmente pudimos hablar y completé no los diez, pero sí nueve... </span></div>
<h4 style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">El décimo mandamiento queda a discreción de cada lector...</span></h4>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">Exacto.
Y en el libro lo digo: a él le habría encantado esa idea de que cada
uno agregara el suyo. Pero también me di cuenta de que ese decálogo era
una especie de juego, para pertirse. Era una especie de trabajo en
proceso. </span></div>
<h4 style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">De este decálogo cuál es inviolable...</span></h4>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">El 6: “Aprende que cada momento tiene su licor, escógelo”. </span></div>
<h4 style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">Y su décimo mandamiento...</span></h4>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">Tener alguien con quién pasar el guayabo.</span></div>
<h4 style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">De todos los bares que habitaron Maqroll, Abdul Bashur, Vincas y otros personajes de Mutis, ¿cuál lo sedujo más?</span></h4>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">Me
dio mucha curiosidad el Boadas, por la historia del lugar. También
porque es el único bar que repite en dos pasajes diferentes. Pero además
porque otro de los escritores que más me han gustado a mi, Manuel
Vásquez Motalván, de quien me encanta la saga de Carvalho, el
detective privado, también escribió sobre el Boadas. Mutis y Montalván
son escritores muy diferentes, y que ambos se hayan detenido a hablar de
este bar me pareció curioso.</span></div>
<h4 style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">Es célebre la receta de Mutis para preparar un dry Martini, pero usted revela varias. ¿Cuál compartiría con los lectores? </span></h4>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">El
‘Maqroll’, un coctel concebido por Mutis en honor de su personaje: en
un vaso de old fashioned debe servirse vermut rojo Noilly Prat hasta una
tercera parte; luego agregarle una copita de carpano Punt e Mes y otra
de whisky Jack Daniels. Luego servir con tres cubos de hielo y media
rebanada de naranja. Este lo escribió él a máquina y lo envió por fax a
María Paulina Ortiz, cuya copia publico en el libro. </span></div>
<h4 style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">Sorprende el desdén de Mutis por el aguardiente…</span></h4>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">Es
que el aguardiente es un trago duro, o mejor dicho, no es suave en todo
caso. Pero creo que muchos de los gustos que uno tiene son culturales.
El aguardiente hace parte de la cultura alcohólica de Colombia, porque
todas las regiones tienen su aguardiente.</span></div>
<h4 style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">El libro está dedicado a su papá, por la buena literatura y los buenos tragos... ¿Uno sí bebé con el papá?</span></h4>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">Hace
muchoa años mi papá mandó hacer un bar en la casa con una pequeña barra
y con las copas arriba, con mezcladores y todo. Yo creo que su momento a
mi mamá le debió haber parecido medio lobo el asunto, pero él lo hizo y
yo crecí con ese bar y me simpatizaba. Y cuando estoy con mi papá
siempre tratamos de abrir una botella de algo, pero siempre bajo el
noveno mandamiento de Mutis, que es fundamental, no emborracharse.
Pero sí disfrutamos de uno o dos tragos. Y creo que eso también es
uno de los insumos que hizo que yo terminara haciendo ese libro.</span></div>
<h4 style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">Ya no hablando de Mutis, sino de sus bares, ¿cuáles hacen parte de su educación sentimental?</span></h4>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">Yo
diría más bien mi formación psicomorboafectiva, y en Cali, por
supuesto, Martyn’s está en primer lugar. Pero también Stockolm Inn, al
que iba en una época en que no pedían cédula; o Toledo, de un amigo mío
del colegio. Y pasé noches maravillosas en Copelia, que quedaba en
frente de donde hoy está el Gato de Tejada. Y es una pena que ya no esté
la casa donde funcionaba, que era hermosa. Y cuando me vine a Bogotá,
pues Barbie, Music Factory y diría que In Vitro...</span></div>
<h4 style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">Después de este ensayo, ¿vuelve a la novela?</span></h4>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">De
hecho acabo de terminar una novela hace como mes y medio. Es una
novela corta, de cien cuartillas no más, y es una historia de esos
personajes que se derrumban, que caen en desgracia. Uno de esos
personajes a los que le quebrás el espinazo moral… En esas estoy, con la
intención de corregirla antes de que se termine el año. Pero es es otra
historia.</span></div>
</blockquote>
</div>
delcastilloencantado.blogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/00460248013275241355noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6090161686163100620.post-7639214253054752222015-06-23T07:29:00.000-07:002015-06-23T07:29:15.003-07:00Religión, política, violencia<blockquote class="tr_bq">
<h3 style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><i>Campos de sangre </i>es una obra esencial para comprender los mecanismos que desatan las guerras en el mundo</span>
</h3>
</blockquote>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="http://2.bp.blogspot.com/-nKnR3HxnaZ8/VYlQAg8rvzI/AAAAAAAAszA/bJp9rwBRHm4/s1600/Grabado%2Bdel%2BLibro%2Bde%2Blas%2Bcruzadas%2Bsobre%2Bla%2Btoma%2Bde%2BJerusal%25C3%25A9n%2Breligi%25C3%25B3n%2Bdogma.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="http://2.bp.blogspot.com/-nKnR3HxnaZ8/VYlQAg8rvzI/AAAAAAAAszA/bJp9rwBRHm4/s640/Grabado%2Bdel%2BLibro%2Bde%2Blas%2Bcruzadas%2Bsobre%2Bla%2Btoma%2Bde%2BJerusal%25C3%25A9n%2Breligi%25C3%25B3n%2Bdogma.jpg" width="603" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><strong><br /></strong></span><span style="font-size: large;">Grabado del Libro de las cruzadas sobre la toma de Jerusalén./elpais.com</span></td></tr>
</tbody></table>
</span></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="http://1.bp.blogspot.com/-DezLvJ5_J_c/VYlRhoaGwkI/AAAAAAAAszg/VawEoq8kBGw/s1600/campos%2Bde%2Bsangre%2Bportada.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" src="http://1.bp.blogspot.com/-DezLvJ5_J_c/VYlRhoaGwkI/AAAAAAAAszg/VawEoq8kBGw/s1600/campos%2Bde%2Bsangre%2Bportada.jpg" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><br /></td></tr>
</tbody></table>
<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="http://2.bp.blogspot.com/-FYhl1liPjYQ/VYlRt7Tox4I/AAAAAAAAszo/8XEXPztMYx0/s1600/Karen%2BArmstrong.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="426" src="http://2.bp.blogspot.com/-FYhl1liPjYQ/VYlRt7Tox4I/AAAAAAAAszo/8XEXPztMYx0/s640/Karen%2BArmstrong.jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;">La escritora británica Karen Armstrong, en su domicilio en Londres. / </span><span class="firma"><span style="font-size: medium;">Carmen Valiño.</span></span></td></tr>
</tbody></table>
<div class="cuerpo_noticia" id="cuerpo_noticia">
<blockquote>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">Karen Armstrong, la historiadora que profesó como monja católica, ha
escrito una obra monumental de recopilación y ordenación de datos que
constituye una historia política de las relaciones entre violencia,
política y religión, tríptico al que podríamos añadir un cuarto
elemento: la guerra, desde sus más o menos remotos comienzos hasta la
actualidad. Y lo ha hecho con el objetivo de desentrañar las
responsabilidades causales entre esos factores, tan constitutivos del
mundo contemporáneo.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">Un empeño tan ambicioso plantea un problema ab origine que es dónde
puede o no detenerse el autor en el discurso envolvente, la historia
évenémentielle en la que se inscribe el fenómeno a estudiar. La elección
de la señora Armstrong es discutible en la medida en que la narración
se pierde un poco en la descripción de ese contexto, pero igualmente
podría argumentarse que sin el mismo nos hallaríamos ante un ensayo
puramente teórico, desgajado de los acontecimientos.</span></div>
<div class="derecha" id="sumario_1|foto" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;"><a href="https://www.blogger.com/null" name="sumario_1"></a></span>
<div class="media">
<div class="foto figure">
<span style="font-size: medium;"></span>
</div>
</div>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">Religión y política, dice la autora, nacen indisolublemente unidas.
En los comienzos del tiempo histórico, hace entre 10.000 y 12.000 años,
la deidad se identifica con las fuerzas de la naturaleza que son tanto
guía como justificación de los balbuceos de entidades que ya podemos
llamar políticas. Y esa simbiosis genera como subproducto la guerra, que
puede concebirse como la continuación de la religión no por otros, sino
por los mismos medios. La religión, que más que generar vive con el
recurso a la violencia, es en todo momento un factor que condiciona el
disciplinado comportamiento del súbdito, y yo añadiría que un consuelo
terrenal para los que en su tiempo se convertirán en ciudadanos. Hebreos
y sarracenos, con el cristianismo inserto históricamente entre unos y
otros, operan una mutación que el mundo occidental ha elevado por encima
de cualquier otro credo: el monoteísmo. Y con lo que la historia llama
el descubrimiento de América, jalón o epifanía, comienza el largo
proceso de alejamiento formal del hecho religioso de la realidad
política circundante.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">El Estado o imperio agrario ha desaparecido ante el incipiente
desarrollo del capitalismo comercial, y la industrialización, que
comienza a hacerse efectiva en la segunda mitad del XVIII, hace
retroceder el papel público de la religión, sin que esta por ello llegue
a desvanecerse en la sociedad occidental, mientras que permanece muy
vivo como elemento constituyente del mundo islámico y, de forma algo
menos evidente, del judaísmo. La constitución de los Estados, que es ya
reconocible tras la firma de los tratados de Westfalia (1648), y que
culmina en el siglo XIX, completa esa retirada del hecho religioso que,
con una venganza, se parapeta, sin embargo, en lo que llamamos Nación. Y
en esa transubstanciación, que es tanto o más lingüística que una
realidad sobre el terreno, se produce la mutación del hereje en
disidente, otra demostración de que muchas cosas cambian para seguir
(casi) igual. La propia Inquisición, con la que Armstrong se muestra, de
acuerdo con el revisionismo de las últimas décadas, menos agravante que
la condenación habitualmente infligida, era una institución que se
movía por objetivos patentemente políticos: la eliminación de quienes
consideraba enemigos potenciales o reales de la monarquía hispánica. Y
el hecho de que en las guerras del XVII católicos apoyaran cuando les
convenía al bando protestante y viceversa prueba el carácter politizado
de la religión.</span></div>
<div class="izquierda" id="sumario_2|html" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;"><a href="https://www.blogger.com/null" name="sumario_2"></a></span>
<div class="texto_grande">
<span style="font-size: medium;">La religión, más que generar, vive con el recurso a la violencia. La causa está en la naturaleza humana</span></div>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">La autora llega solo en el epílogo a lo que podría entenderse como un
veredicto. La guerra ha sido a todos los efectos realidad perdurable de
cualquier civilización, pero ¿es la religión o la política su <em>primus movens?</em>
Y la afirmación final, quizá algo desligada de todo lo anterior, es la
de que la culpable de que así sea es la propia naturaleza humana, de la
que emanan política, religión y guerra como un segregado
indiferenciable. Pero también cabría señalar que esa naturaleza no es
sino el precipitado de la simbiosis religión-política. Armstrong nos ha
dado otra obra esencial para la comprensión de nuestro mundo, cuyos
antecedentes se remontan a las primeras construcciones
político-religiosas del ser humano: aquello que empezó en Sumer.</span></div>
</blockquote>
<div class="enlaces">
<ul>
<li><span style="font-size: medium;"><a href="http://cultura.elpais.com/cultura/2015/06/16/babelia/1434453274_778072.html"><strong>Karen Armstrong: “Nuestro laicismo está pasado de moda”</strong> </a></span></li>
<li><a class="descargable" href="http://ep00.epimg.net/descargables/2015/06/19/17b6122abbde9e1bd66c2279b96dcd25.pdf"><span style="font-size: medium;"><span class="tipo">DESCARGABLE</span> <strong>Lee el primer capítulo de 'Campos de sangre'</strong></span> </a></li>
</ul>
</div>
<br />
<blockquote>
<div class="nota_pie" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;"><em><strong>Campos de sangre</strong></em>. Karen Armstrong. Paidós. Barcelona, 2015. 575 páginas. 28 euros (digital: 12,99)</span></div>
</blockquote>
</div>
delcastilloencantado.blogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/00460248013275241355noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6090161686163100620.post-62210672482415415082015-06-18T07:01:00.002-07:002015-06-18T07:01:55.491-07:00 Instrucciones para leer, de una vez, el Ulises <blockquote class="tr_bq">
<h3 style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Se celebró <i>Bloomsday</i>,
el día dedicado a la novela de Joyce. Considerada difícil pero también
una gran obra de la literatura universal, cruza la alta cultura y lo más
procaz</span>
</h3>
</blockquote>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="http://1.bp.blogspot.com/-jJSZr6C8478/VYLFiysjAXI/AAAAAAAAstE/wZ8c00XQRzE/s1600/Joyce%2Bvisten%2Bfestejar.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="360" src="http://1.bp.blogspot.com/-jJSZr6C8478/VYLFiysjAXI/AAAAAAAAstE/wZ8c00XQRzE/s640/Joyce%2Bvisten%2Bfestejar.jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;">De época. Admiradores de Joyce se visten como en el libro y salen a festejar./revista Ñ.</span></td></tr>
</tbody></table>
<br />
<div class="mt bb-article-body">
<blockquote class="tr_bq">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">"Muchos lo han analizado. Ahora, en cuanto a leer el libro desde
el principio hasta el fin, no sé si alguien lo ha hecho". Se lo dijo
Jorge Luis Borges al poeta y ensayista Osvaldo Ferrari: estaban hablando
del <b>Ulises</b> de James Joyce, la obra literaria de extensión y
enorme complejidad que ayer tuvo su fiesta global. La historia que
cuenta la novela empieza en la mañana del 16 de junio de 1904 y termina
en la madrugada del 17: son dieciocho capítulos que a Joyce le llevaron
unos siete años de trabajo y que narran no más de veinte horas de la
vida de Leopold Bloom, con todos sus detalles y todos sus monólogos
interiores. Por eso cada 16 de junio, desde 1954 y con epicentro en
Dublín, se celebra en todo el mundo <b>Bloomsday </b>(por el
protagonista y por el juego de palabras con "Doomsday", día del Juicio
Final). Es la Dublín de su recuerdo, pues lo escribió desde un
autoexilio.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">Ayer hubo quienes bien temprano visitaron la torre
Martello -hoy llamada "James Joyce" y convertida en museo, con fotos y
objetos personales del autor- en las afueras de la capital irlandesa:
allí empieza la trama de la novela. Hubo también quienes asistieron a
lecturas públicas y a representaciones teatrales de fragmentos del <b>Ulises</b>;
quienes se vistieron con trajes de principios del siglo XX y quienes
almorzaron -como Bloom- un sándwich de queso gorgonzola. Incluso el
cineasta irlandés Carl Finnegan aprovechó la efeméride para anunciar que
adaptará a la época actual varios de los quince relatos breves que
Joyce narró en su libro <b>Dublineses</b>: empezó por "Dos galanes", que ya puede verse gratis en la web.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">Sin embargo, aunque miles de lectores festejen cada año el aniversario de la historia que los apasionó, el <b>Ulises </b>tiene
fama de difícil, de ser abandonado antes del final, de complicarle la
vida al lector. Tal vez por eso Borges dijo lo que dijo sobre la novela,
y tal vez por eso el psicoanalista Carl Jung aseguró que el texto
"produce en el lector un irritante sentimiento de inferioridad". "El <b>Ulises</b>
es un libro que, en principio, deja afuera hasta a los lectores más
entrenados", asegura el escritor y crítico literario Carlos Gamerro, que
hace casi treinta años enseña el texto de Joyce en universidades y en
cursos privados, y que acaba de reeditar su libro <b>Ulises. Claves de lectura</b>, en el que desmenuza la novela de 1922.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">Entre
las dificultades más frecuentes con las que el lector se encuentra,
detalla Gamerro, se cuentan las alusiones a otras obras literarias que,
para alguien no tan conocedor, pueden pasar inadvertidas: en las páginas
del <b>Ulises</b> hay puentes con<b> La Divina Comedia</b>, de Dante, los <b>Cuentos de Canterbury, </b>de Chaucer y el <b>Decamerón</b>, de Bocaccio. Esto sin contar la estructura que, desde el nombre, vincula la obra de Joyce con la <b>Odisea</b>
de Homero. Lo cual no quita que haga un uso extenso del humor popular
más procaz y que acaba con la escena de masturbación femenina más famosa
de la Historia.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">Más dificultades: el autor supone que el lector
tiene clara la historia de Irlanda -su condición de colonia británica y
sus conflictos de clase y religiosos, por ejemplo-; y, además, supone
que el lector puede recordar y reconocer una gran red de citas internas,
en las que un personaje retoma una parte de la oración que otro había
usado varios capítulos antes.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">Gamerro organiza sus claves
repitiendo la estructura de capítulos de la novela de Joyce y recomienda
ir intercalando la lectura: "Primero Joyce, después las claves. Porque
ocurre que al terminar cada capítulo del <b>Ulises</b> uno siente que
hay cosas que no ha entendido; esas cosas se van acumulando y se arma
una masa que te va frenando". A través de esas claves, sabemos desde
cómo se arma la escala monetaria británica -un chelín son 12 peniques-
hasta que el pasaje de <b>La Divina Comedia</b> elegido es para aludir a
Aristóteles. Sabemos también que el chiste que hace uno de los
personajes de la novela para ironizar sobre las posibilidades de
autonomía de Irlanda respecto de Inglaterra está basado en el logotipo
de un diario que se imprimía en 1904, año en el que transcurre la
acción.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">"Un lector que leyó el <b>Ulises</b> goza del mismo
prestigio y el mismo deleite que un alpinista que llegó a la cima del
Everest. Es la sensación de mirar el mundo desde otro lugar. Pero
requiere un esfuerzo muy grande, y entonces implica la felicidad que da
el trabajo", reflexiona Gamerro. Tal vez eso se festeja cada Bloomsday:
la felicidad de haber leído el punto final.</span></div>
</blockquote>
</div>
delcastilloencantado.blogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/00460248013275241355noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6090161686163100620.post-89030895066225104962015-05-07T10:10:00.003-07:002015-05-07T10:10:54.777-07:00Leer por leer<div style="text-align: justify;">
<blockquote class="tr_bq">
<h3>
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "Cambria","serif"; line-height: 115%;">Tengo un afecto muy especial por Cervantes;
después de todo es el escritor que dividió la literatura, y según Kundera, a
quien debemos rendir cuentas en los
asuntos de la novela y de las historias que cuentan las novelas</span></span>
</h3>
</blockquote>
</div>
<blockquote class="tr_bq">
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;"><span style="font-family: "Cambria","serif"; line-height: 115%;"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="http://4.bp.blogspot.com/-TWLdJJz60SE/VUttQpGiEAI/AAAAAAAAruY/EYYGh1tTLyg/s1600/Portada%2Bhermanos%2Bde%2Btinta.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="http://4.bp.blogspot.com/-TWLdJJz60SE/VUttQpGiEAI/AAAAAAAAruY/EYYGh1tTLyg/s640/Portada%2Bhermanos%2Bde%2Btinta.jpg" width="394" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-size: large;"><i>Hermanos de tinta </i>de Nahum Montt./Alfaguara</span></td></tr>
</tbody></table>
</span></span></div>
</blockquote>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="http://4.bp.blogspot.com/-tAcnl9Wr5i0/VUtutJdECZI/AAAAAAAAruk/S9cx7zVInCQ/s1600/nahum%2Bmontt%2B2015.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="426" src="http://4.bp.blogspot.com/-tAcnl9Wr5i0/VUtutJdECZI/AAAAAAAAruk/S9cx7zVInCQ/s640/nahum%2Bmontt%2B2015.jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;">Nahum Montt, escritor colombiano, autor de <i>Hermanos de tinta.</i></span></td></tr>
</tbody></table>
<blockquote class="tr_bq">
<span style="font-size: medium;"><br /></span>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Cambria","serif"; font-size: medium; line-height: 115%;">Se me acusa de ser un lector enfermo de
lecturas, una especie de adicción, que va de la mano a la del escritor enfermo,
es decir del escritor ágrafo, que ya no puede dejar de escribir porque está
enfermo de literatura: escribir por escribir; hablar por hablar; leer por leer…</span><span style="font-size: medium;"> </span></div>
</blockquote>
<blockquote class="tr_bq">
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;"><span style="font-family: "Cambria","serif"; line-height: 115%;">Tengo un afecto muy especial por Cervantes;
después de todo es el escritor que dividió la literatura, y según Kundera, a
quien debemos rendir cuentas en los
asuntos de la novela y de las historias que cuentan las novelas.</span></span></div>
<span style="font-size: medium;">
</span><br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;"><span style="font-family: "Cambria","serif"; line-height: 115%;">Cuando le entré al ejercicio de leer por leer con la novela <i>Hermanos de tinta</i> de Nahum Montt. Tengo
los buenos antecedentes de este escritor colombiano, con su novela <i>El Eskimal y la Mariposa</i>, que sigue
siendo para mí una de las mejores novelas negras </span></span><span style="font-size: medium;"><span style="font-family: "Cambria","serif"; line-height: 115%;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-family: "Cambria","serif"; line-height: 115%;">escritas</span></span> hasta ahora en esta
Colombia de impunidades y magnicidios, uno detrás de otro. Después leí <i>Lara</i>,
donde nos cuenta cómo un ministro queda solo
y desamparado ante las fuerzas desatadas del crimen. Otro magnicidio, que
dividió en dos la historia criminal del país colombiano.</span></span></div>
<span style="font-size: medium;">
</span><br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;"><span style="font-family: "Cambria","serif"; line-height: 115%;">Y me puse en situación de lector adicto a las
lecturas. El texto de marras, <i>Hermanos de
tinta </i>está construido desde la anécdota histórica que Cervantes y
Shakespeare se encontraron alguna vez en Valladolid durante la celebración del
tratado de paz entre Inglaterra y España, en 1605. Hasta allí se vuelve creíble
la anécdota de juntar a estos dos escritores que dividen en dos las literaturas
de los dos idiomas como las temáticas respectivas de sus obras en sus países y
lenguas.</span></span></div>
<span style="font-size: medium;">
</span><br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;"><span style="font-family: "Cambria","serif"; line-height: 115%;">Pero cuando uno se adentra en la trama del
texto, se siente la modernidad del lenguaje del presente de hoy, porque el
autor resolvió que había que contar con sus modismos, con el adobo de uno y
otro giro de esa época endiablada de picaresca. Cuando uno, más o menos, conoce algo de la obra cervantina, de su capacidad
de escritor, se halla en un berenjenal de citas con sus obras, de personajes
salidos de sus textos, los cuales el propio autor, nos da claves para entender
el farrago de una trama salpicada con frecuentes alusiones cervantinas como
extendidas también de citas a novelas negras y recreando sus tramas históricas.
Como es el caso de <i>El halcón maltés. </i>Esto
me hizo recordar a otro escritor argentino, Ricardo Piglia, que dice que se
puede escribir una novela a partir de citas, lo cual no es la pretensión de <i>Hermanos de tinta</i>, al contrario, el
autor recrea un tiempo especial de
España cuando el imperio muestra los signos más puros de la decadencia que se
avecina, o está en el fermento de un tiempo muy oscuro del cual Cervantes se
convierte en personaje literario.</span></span></div>
<span style="font-size: medium;">
</span><br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;"><span style="font-family: "Cambria","serif"; line-height: 115%;">Y aquí es donde entra la Historia, la secuencia
de los hechos históricos que roza la trama cervantina de <i>Hermanos de tinta</i>,
que al autor no le interesa decir o hacer decir,
se interesa más por el elemento de lo humano, recreando las desdichas,
avatares
y vicisitudes del escritor convertido en personaje literario, cruzado de
angustia existencial, donde su ejercicio de escritura está casi negada,
ya metido en una
trama criminal y negra total, pues sobrevive y convive entre gentes de
baja estofa,
malandrines, putas; de hecho sus dos hermanas son unas redomadas
ejercedoras
del oficio más antiguo del mundo, que lo asistieron y cuidaron y fueron
estafadas; al fin de la misma familia
tenían que cuidar a su hermano de sangre, ya no de tinta; este es el
inglés que
cuando se encuentran uno frente al otro, cara a cara los dos escritores y
se
dicen verdades como las que deben decir
los escritores, que es la pretensión más esencial de toda novela: decir
algo
verdadero y humano de estos dos personajes convertidos en elementos
propios de
la literatura al nombrarlos como hombres de papel.</span></span></div>
<span style="font-size: medium;">
</span><br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;"><span style="font-family: "Cambria","serif"; line-height: 115%;">La trama no es fácil para el lector
acostumbrado con urdimbres correctas y edificantes. Todo lo contrario, el autor
se planteó escribir un texto en ejercicio de sus más caras licencias de imaginación, donde más se
cuentan como verdades, que a veces la
historia no nos dice bien como haya ha sido de perfecta y humana la historia de
vida de este escritor que nos legó la modernidad de la novela. Shakespeare está
algo opaco, a pesar que desde el principio aparece como el inglés pendenciero y
muy malhablado en el perfecto idioma de Cervantes dice todos los improperios e imprecaciones
que puede decir contra los españoles y los hermana en su propia tinta: la
imaginación.</span></span></div>
</blockquote>
<br />
<span style="font-size: medium;"><i>Hermanos de tinta. </i>Novela. Nahum Montt. Editorial Alfaguara.2015. 221 páginas.</span>delcastilloencantado.blogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/00460248013275241355noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6090161686163100620.post-84129670346772601282013-05-14T18:16:00.001-07:002013-05-14T18:16:58.123-07:00El pasado no perdona<div class="post-body entry-content" id="post-body-8007668558838037309" itemprop="description articleBody">
<h3 style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: small; font-weight: normal;">La amarga y sangrienta realidad colombiana de la reciente historia sigue siendo<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>explorada con visos de novela
negra</span></b></h3>
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><span style="font-size: small;"><a href="http://2.bp.blogspot.com/-iRDM6nyxnMA/UY0I3ZRUB9I/AAAAAAAAd9k/6wnypvsehHg/s1600/Casi+nunca+es+tarde+portada.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="400" src="http://2.bp.blogspot.com/-iRDM6nyxnMA/UY0I3ZRUB9I/AAAAAAAAd9k/6wnypvsehHg/s400/Casi+nunca+es+tarde+portada.jpg" width="300" /></a></span></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-size: small;">Portada de <i>Casi nunca es tarde</i>, de Juan David Correa./Laguna libros.</span></td></tr>
</tbody></table>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;">Juan David Correa, es un escritor que he seguido desde su <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Todo pasa pronto</i>, ópera prima que recuerdo
vivamente<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>una frase de esa novela, se
resuelve una condición muy paisa, que se pone en situación de vida <span style="font-size: small;">o</span> muerte
toda lógica de convivencia. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;">Ahora nos llega con su segunda novela <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Casi nunca es tarde</i>, <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>donde
logra entregarnos una versión muy<span style="mso-spacerun: yes;">
</span>panorámica del endémico conflicto armado colombiano, valiéndose del
asesinato enigmático del rector de un liceo, recurso viejo del esquema
policiaco. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>En un tono casi seco y
conciso nos cuenta las minucias de Juan, y su padre Samuel, un activo
sindicalista desaparecido, por causas ideológicas. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Mientras su madre, Amanda Rey descree del
país, Colombia; odia a Bogotá, su suciedad, su gente. Se sienten pinceladas muy
poéticas de sus calles, y los lugares donde transitan los personajes. En esto
el autor le da un viso casi sociológico a esa condición de los colombianos que
reniegan y creen que es mejor vivir en un país extraño que en el propio; y se
enfrenta desolada y árida al obligado autoexilio francés pero regresa al acontecer
de la realidad más <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>brutal de las bombas
del narcoterrorismo de Pablo Escobar en los aciagos días de 1989.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;">Y Correa se adentra con rigor y vigoroso en los personajes
que son llenos de vida, con profundas contradicciones existenciales y morales. Amanda
que tiene su mente en París, y el orden y la limpieza francesas, enfrentada al
subdesarrollo ramplón y chambón de los colombianos; y al descubrimiento de su nueva
condición sexual con una amiga. Juan, el joven que es acusado pero que <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>se le siente en profundidad la culpa y el
dolor con el recuerdo perenne de su padre desaparecido. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Los detectives, Henry Lizarazo, Olimpo
Piedrahíta<span style="font-size: small;">;</span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>para mí, el mejor personaje
de la novela, por su humanidad, y no sé si se deba a su origen campesino<span style="font-size: small;">,</span> <span style="mso-spacerun: yes;"></span>y Luis Carlos López. El autor nos da vistazos
de esas vidas cruzadas de sangre y convividores de las violencias más crueles,
que tienen la ternura a flor de piel frente a sus propios hijos y por los
animales. Aunque el autor se resuelve por contarnos desde el omnisciente dios
todopoderoso de la tercera persona.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>En
un ritmo ágil y ameno va des<span style="font-size: small;">at</span>ando el nudo gordiano de las andanzas sangrientas e intringulis
de todos los actores armados del conflicto que seguimos padeciendo desde hace
cincuenta años, donde el pasado no perdona…</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><i>Casi nunca es tarde</i></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;">Juan David Correa</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;">Laguna<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Libros</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: small;">249 páginas</span></div>
</div>
delcastilloencantado.blogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/00460248013275241355noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6090161686163100620.post-54107248439807634782013-01-29T05:26:00.002-08:002013-01-29T05:26:38.732-08:00¿Qué le pasó a Julian Barnes?<h3 class="post-title entry-title" itemprop="name">
</h3>
<div class="post-header">
</div>
<div class="post-body entry-content" id="post-body-5793531908779789942" itemprop="description articleBody">
<div style="text-align: justify;">
<h4>
<span style="font-size: medium;">Cuando Julian Barnes obtuvo el premio <b><span style="font-weight: normal;"><i>Booker </i></span>con <i>El sentido de un final</i></b>,
las opiniones no tardaron en dividirse. Más allá de merecimientos y
discusiones formales, la apuesta de la novela resultó bastante
desconcertante </span></h4>
</div>
<div id="cuerpo" style="font-size: 13px;">
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="http://2.bp.blogspot.com/-PryF8fgQGjY/UQe2qbpnKoI/AAAAAAAAZtI/qOBJyfGigCU/s1600/Julian+Barnes.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="400" src="http://2.bp.blogspot.com/-PryF8fgQGjY/UQe2qbpnKoI/AAAAAAAAZtI/qOBJyfGigCU/s400/Julian+Barnes.jpg" width="267" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Julian Barnes, autor de <i>El sentido de <span style="font-size: xx-small;">un</span> final./pagina12.com.ar</i></td></tr>
</tbody></table>
<div class="margen0" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">Dos puntos de vista sobre los hechos de una vida y sobre
todo, de la juventud del narrador, de sus amigos del alma en los 60 y
de los caminos que cada uno tomaría. Y la pregunta por el sentido de un
final que remite a la biografía de Barnes y ha dejado a los críticos
comentando en voz baja qué le pasó. </span></div>
<div class="margen0" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">Hay
que decirlo: El sentido de un final de Julian Barnes es una novela que
desconcierta sin ser desconcertante. Las repercusiones que tuvo fueron
dispares, tan dispares como lo son también las repercusiones del Booker,
clásico premio inglés como el té de las cinco, que Barnes obtuvo
finalmente (después de años y años de ser finalista) con esta novela. El
escritor Geoff Dyaer, desde las páginas de The New York Times, calificó
a la novela de “promedio” (tal y como se define a sí mismo el
protagonista) y la acusó de contribuir a la disminución de la novela
británica. Mientras en The Guardian se exaltaron las cualidades más
visibles que tiene el texto: “Una meditación sobre el envejecimiento, la
memoria y el remordimiento”. En ambos casos, se ve un extremo.</span></div>
<span style="font-size: medium;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">El sentido de un final es una buena novela, impecablemente escrita,
aunque se percibe en su lectura cierto desencanto, cierto
apresuramiento; algo así como una novela de oficio, que, si llegáramos
al final de nuestra especulación, tal vez ni se quiso escribir. Es, en
rigor, una novela corta estirada en dos partes. El argumento es muy
sencillo (como lo son la mayoría de los argumentos de Barnes), al menos
en la primera parte: Tony Webster narra su vida en retrospectiva.
Recuerda a sus amigos de la secundaria, sus salidas, su patética
incursión en la vida de los ’60, las charlas con sus dos amigos, al que
después se sumó un cuarto: Adrian. Tony recuerda bien, hasta con lujo de
detalles, la inteligencia y la personalidad evasiva, demasiado madura,
de Adrian. Las charlas con su profesor de Historia, sus salidas, la
sensación de ser más inteligente cuanto más cerca estuviera de Adrian.
Hasta que se termina la secundaria y comienzan la universidad; la vida
se bifurca en sus previsibles caminos, Tony conoce una chica, Veronica,
demasiado histérica según el punto de vista de Tony, aunque demasiado
buena para él según el punto de vista silencioso de sus amigos. Salen,
se hacen novios, Tony conoce a los padres de Veronica en una reunión, y
tras un desencanto, se pelean.</span></div>
<span style="font-size: medium;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">Hasta acá, la novela se sostiene en un tono reflexivo. Tony rememora
y reflexiona sobre su vida, sobre el amor, sobre su cuerpo, sobre los
años sesenta, una década donde todo cambiaba, todo era nuevo, pero en
rigor todo parecía estar pasando en otro lado. La novela de Barnes se
basa sobre esa idea; que un estilo muy bien depurado, simple y sobrio,
puede sostener un argumento demasiado sencillo. Ya lo grita Norman
Mailer en El arte espectral: lo único que importa es el estilo. Pero
para que todo estilo alce vuelo, bien lo sabe Barnes, se necesita un
personaje (o al menos la marca de uno): Tony Webster entonces, un tipo
“promedio”, sencillo, que intenta reflexionar sobre las cosas que
ocurren a su alrededor como si no las entendiera del todo, un personaje
como el doctor Braithwaite, narrador evasivo de El loro de Flaubert, que
mientras lee y relee Madame Bovary, su mujer se acuesta con cuanto tipo
se le cruza por el camino. Es decir: esos personajes son ya una marca
de estilo de Barnes. Tipos semigrises que le permiten a Barnes un
acercamiento ambiguo al humor, algo que, sorpresivamente, falta en El
sentido de un final.</span></div>
<span style="font-size: medium;">
</span><br />
<div class="izq" style="text-align: justify;">
<div class="foto borde1" style="width: 232px;">
<span style="font-size: medium;"><img alt="" src="http://www.pagina12.com.ar/fotos/libros/20130127/notas_i/sl29fo01.jpg" />El sentido de un final. Julian Barnes Anagrama 192 páginas</span></div>
</div>
<span style="font-size: medium;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">Y ése es justamente el tema: hay un vínculo invertido entre El
sentido de un final y su autobiografía, titulada Nada que temer. Muchos
son los puntos de contacto también argumentales entre un texto y otro:
el hermano de Barnes es un reconocido filósofo que ha dado clases por
las más prestigiosas universidades europeas con una inteligencia
analítica muy parecida a la de Adrian en la novela. También un par de
eventos parecen sacados de un texto y puestos deliberadamente en el
otro: como los cruces de cartas y los diarios. Sin embargo, el mayor
problema de la novela surge cuando Barnes intenta complejizar la
sustancia narrativa con la que viene trabajado para, de algún modo,
darle un sentido al final.</span></div>
<span style="font-size: medium;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">En la segunda parte, la edad madura de Tony, reaparecen los
fantasmas del pasado, y los olvidos deliberados se hacen presentes
nuevamente. Adrian se suicida y Tony recibe una carta de la madre de
Veronica con una herencia para él. Barnes enreda la trama a tal punto
que el lector se queda atónito preguntándose el porqué de semejante
decisión. En cierto modo, y es el argumento del narrador, Tony
reflexiona y recuerda su pasado. En ese reflexionar y en ese recordar
sobre la propia vida y la propia experiencia hay cosas que se le escapan
y reaparecen, oh casualidad, cuando la trama se lo demanda.</span></div>
<span style="font-size: medium;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">A pesar de ser un francófilo declarado y un amante incondicional de
Gustave Flaubert, Julian Barnes es un gran heredero de Henry James,
sobre todo en sus cuentos, memorias, y recortes culinarios (se sabe de
la eterna disputa entre James y Flaubert, tan eterna como las eternas
guerras isabelinas entre Inglaterra y Francia). Y esto parece arraigarse
más en su última novela, la que probablemente sea la más jamesiana de
todas en un sentido estilístico del término. Sobre todo en el hecho de
construir un relato donde el punto de vista determina a la narración y
no es la narración (los hechos, los famosos hechos) la que determina el
punto de vista. Porque la vida que vivimos no es otra que la vida que
contamos, y la vida que contamos es la vida que nos inventamos, con sus
variables, con las cosas que elegimos olvidar pero que sabemos que
siempre están.</span></div>
<span style="font-size: medium;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">La novela de Barnes entonces se basa sobre la fluctuante
experiencia, sobre los distintos puntos de vista que se adoptan a lo
largo de una vida, y sobre las sorpresas que te dan el paso de los años,
cuando parecía que tenías una vida armada y un cambio de timón le dio
un sentido arbitrario a las cosas.</span></div>
</div>
</div>
delcastilloencantado.blogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/00460248013275241355noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6090161686163100620.post-24356377417744695592013-01-09T10:51:00.002-08:002013-01-09T10:51:38.917-08:00Grieta de fatiga<h4 class="post-title entry-title" itemprop="name">
<br />
</h4>
<div class="post-header">
</div>
<div class="post-body entry-content" id="post-body-1834051796741364638" itemprop="description articleBody">
<h2 style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium; font-weight: normal;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Cambria","serif";">Fabio
Morábito en su colección de cuentos <i>Grieta
de fatiga,</i> se aplica con rigor a contarnos esa grieta existencial </span></span>
</h2>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="http://4.bp.blogspot.com/-rcdwoM_LN-0/UOvrJyi58YI/AAAAAAAAX20/8va09mBYAxk/s1600/morabito.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="400" src="http://4.bp.blogspot.com/-rcdwoM_LN-0/UOvrJyi58YI/AAAAAAAAX20/8va09mBYAxk/s400/morabito.jpg" width="242" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Portada <i>Grieta de fatiga</i> de Fabio Morábito, de Cadencia Literaria. Edición argentina.</td></tr>
</tbody></table>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Cambria","serif"; font-size: medium;">Desde
aquellos inolvidables cuentos de Julio Cortázar, no había vuelto a leer un escritor
donde el truco de su oficio narrativo hace que desaparezca esa línea que limita
la ficción de lo ordinario de las cosas. O éstas se confundan entre un ámbito de sueño
y realidad fantástica a lo Kafka. Fabio Morábito en su colección de cuentos <i>Grieta de fatiga,</i> se aplica con rigor a
contarnos esa grieta existencial que anida oculta en las realidades más
anodinas para hacernos estremecer con su prosa precisa, dúctil, y de tono
conciso. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Cambria","serif"; font-size: medium;">Cada
cuento nos provoca una suerte de halo
metafísico como de extrañeza en <i>Puertas
indebidas</i> donde dos viajeros se hallan ante la disyuntiva de
cerrar o abrir una puerta de separación que comparten, de aquí para allá, o de
allá para acá; en una habitación de hotel. Por la lectura al azar de este
cuento, seguí el resto de relatos, y quedé encandilado del poder narrativo de
este escritor de origen italiano, poeta y traductor, adoptado mexicano. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Cambria","serif"; font-size: medium;">Por
qué las huellas de unas pisadas sobre la arena de una playa, nos pueden llevar
a una inquietante persecución al
infinito de aquella premisa, que nos dice que mientras más huimos, alguien más nos persigue en su
cuento que se llama así <i>Huellas</i>. O
resolver <i>Crucigramas</i>, así titula un cuento, donde dos hermanas se
dan lecciones de vida y educación sentimental, en una relación casi hostil y
cargada de complejidades familiares, por supuesto resolviendo crucigramas de
revistas.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;"><i><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Cambria","serif";">Los búlgaros </span></i><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Cambria","serif";">nos
trasunta una situación de potencial infidelidad de una bella guía de turismo,
mientras cuenta un escritor- su amigo sentimental- enredado en una trama de misterio
y asesinato de la amante de otro
escritor amigo, a partir de los subrayados que hizo de su cuento publicado en
una revista literaria.</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;"><i><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Cambria","serif";">Armaduras </span></i><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Cambria","serif";">nos
transporta al mundo de los caballeros, donde éstos truecan las piezas de sus
armaduras desgastadas como piezas de recambio, donde las acciones heroicas ya no tienen sentido en ese mundo
desaparecido.</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;"><i><span lang="ES-TRAD">Micias
</span></i><span lang="ES-TRAD"> un
olvidado personaje extraído de la <i>Iliada</i>
nos sirve para darnos lecciones de deseos de vida doméstica sedentaria de una
especie de antihéroe, cansado del nomadismo,
donde la épica es transgredida, en un alarde de su imaginación con
reflexión filosófica incluida.</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Cambria","serif"; font-size: medium;">Cada
cuento de Morábito está construido sin vaguedades ni intelectualismos, es una
construcción precisa, y está en el tono
que debe contarse, ni le falta ni le sobra como </span><span lang="ES-TRAD" style="font-size: medium;">el protagonista del
cuento <i>La cigala</i>–una soberbia mezcla
de ingenio y de espanto– concluye acerca de la interpretación literaria que a
él le valió un descalabro vital: “Tal vez ha aprendido que todo libro es
autosuficiente y que a la larga él mismo facilita las explicaciones que se
necesitan para entenderlo.” Escritos con la lentitud del orfebre, los cuentos
de <i>Grieta de fatiga</i> piden una masticación igualmente lenta y meticulosa
para decantar sus varios sustratos semánticos.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;"><br /></span>
<span style="font-size: medium;"><i><span lang="ES-TRAD">Grieta de fatiga</span></i></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-size: medium;">Fabio Morábito</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-size: medium;">Cuentos<br />Cadencia Literaria </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-size: medium;">Edición argentina</span></div>
</div>
delcastilloencantado.blogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/00460248013275241355noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6090161686163100620.post-88073557031941426782012-06-30T08:35:00.000-07:002012-06-30T08:35:02.345-07:00La soledad del Che Guevara<div class="post-title entry-title" itemprop="name" style="font-weight: normal; text-align: justify;">
<i>"La ganancia política para el lector
de esta novela, está en reconocer el
lado humano, profundamente humano, y de fracasos, de una icónica figura histórica, de un idealismo revolucionario extremo,
cargada de heroísmo, y necesidad de cambio profundo"</i></div>
<div class="post-header">
</div>
<div class="post-body entry-content" id="post-body-540824632378868247" itemprop="articleBody">
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="http://1.bp.blogspot.com/-2G9j4R8Nx3c/T-8XgNxRDII/AAAAAAAAOz8/uqaIPBlfxYk/s1600/Ernesto+Guevara+de+la+Serna+El+Che.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="400" src="http://1.bp.blogspot.com/-2G9j4R8Nx3c/T-8XgNxRDII/AAAAAAAAOz8/uqaIPBlfxYk/s400/Ernesto+Guevara+de+la+Serna+El+Che.jpg" width="270" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Ernesto Guevara de la Serna, también llamado El Che. foto:archivo. fuente:elespectador.com</td></tr>
</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="http://4.bp.blogspot.com/-qkcSq6ADA_o/T-8Y_t7dMsI/AAAAAAAAO0E/9BlvXzAKknA/s1600/Ferroni+m%C3%A9todo+pr%C3%A1ctico+de+la+guerrilla.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="266" src="http://4.bp.blogspot.com/-qkcSq6ADA_o/T-8Y_t7dMsI/AAAAAAAAO0E/9BlvXzAKknA/s400/Ferroni+m%C3%A9todo+pr%C3%A1ctico+de+la+guerrilla.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Portada <i>Método práctico de la guerrilla</i>, de Marcelo Ferroni.</td></tr>
</tbody></table>
<br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Cuando leí el título de esta novela, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">ópera
prima</i> de Marcelo Ferroni, escritor brasileño, me llamó muchísimo la
atención la escogencia del nombre, porque en estos tiempos difíciles de auge y
plena derechización del mundo capitalista y planetario, donde el discurso
político del Che, se ha asimilado, ya no como una guía para la acción armada,
sino en una creciente nostalgización de su ideal idílico del llamado Hombre
Nuevo en la Revolución, que está registrado desde las camisetas con su efigie,
que usan los jóvenes roqueros como conspicuos
ejecutivos y nada pasa… También comprendí que el autor lo que quiso hacer desde
el título, fue ironizar con la gesta
subversiva, y sobre todo, con el método
práctico de la guerrilla, que el propio Che entronizó como un manual de insurrección.
Empezaban los tiempos de las sistematizaciones con las instrucciones
político-militares para hacer la revolución. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Pero de esto no trata la novela. El autor Ferroni, se vale y se concentra
con una documentación exhaustiva, para contarnos, con esos testimonios
históricos, las minucias domésticas, de
todos los personajes/personas, profundamente humanas en un tono de suspenso
acumulativo, con una prosa funcional y directa, sin ampulosidades de verbo ni
florituras con el lenguaje, (cabe destacar aquí que es una traducción del
portugués brasilero, hecho en un
español, donde nos disuena bastante a nosotros lectores latinoamericanos, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">el vaís o el vosotros</i>, pero el texto no
contiene tanto y se deja leer bien en este aspecto del regionalismo que sufre
la lengua del castellano-español) los
últimos combates de la travesía de
Ernesto Guevara de la Serna también llamado El Che, por llevar a cabo su proyecto
político-revolucionario de la revolución continental desde el frio altiplano
boliviano. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El personaje histórico es reconstruido, en una especie de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">collage</i> especial, de rompecabezas, de
puzzle de comentarios con la indagación desde los diversos testimonios directos
de los involucrados en sus días finales.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El Comandante tiene que vérselas, y
sufrirlas todas, en soledad, asmático,
malhablado y grosero siempre autoritario con todos sus subalternos; con una
desorganización de cuadros, donde cada uno de estos guerrilleros, quería figurar, pues la
cercanía con el personaje, ya de por sí
célebre entonces y de ascendiente famoso, le daban un cariz icónico y de hito
histórico, pues, al fin la cuadrilla de la guerrilla guevarista estaba
tratando, o trataba de crear: uno, dos,
tres Vietnams, en Latinoamérica, para prender
la chispa que nunca encendería la pradera de la revolución continental,
para así dar al traste con el imperialismo norteamericano opresor, la
explotación capitalista, y la lucha de clases. Pero este objetivo revolucionario
guevarista, se va acumulando de imposibles en la situación concreta, que no se
sabía en qué momento ni bajo qué fuerzas
adversas. O sí las había: eran de índole
personalista, de malos entendidos de los burócratas del PC boliviano; la figura
mítica de Mario Monje desdice muchísimo
aquí de su función colaboradora de esta gesta; de unos mismos cuadros
dirigentes, ansiosos de figuración ideológica- recuérdese que estamos, dentro
del contexto histórico de la época, con varias líneas ideológicas, y esos
cuadros no estaban ajenos a seguirlas: línea Pekín, línea, Moscú, etcétera- que
desean realizar un cambio profundo en la
estructura social, pero no estaban con las condiciones sociales plenas para
desarrollar una insurrección popular, al estilo del foquismo cubano, creación original fidelista de esa combinación de todas
las formas de lucha revolucionaria.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
En la medida del desarrollo del relato con toda la minucia de las
mezquindades humanas de todos los personajes/personas de la gesta del fracaso
guevarista de su método de la guerrilla. El personaje central/persona, El
Comandante como suele ser llamado durante la narración, queda siempre en un trasfondo
oscuro y de opacidad histórica para que el lector, vaya haciendo un distanciamiento
brechtiano; llamémoslo, con esos días aciagos, “días negros” escribe el propio
Che en su diario.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Todos los pasos malhadados de todos los personajes/personas, en llevar la
contraria con sus decisiones, por cotidianas o simples, van creando el llamado <i style="mso-bidi-font-style: normal;">efecto mariposa</i>, para ir empeorando las actividades
de la gesta revolucionaria guevarista. La misma postura orgullosa y soberbia
del Comandante, que siempre se muestra ausente, y ajeno, sintomático de su
última aventura africana de otro fracaso revolucionario, ayudan a ese final
trágico. Donde la claridad por cambiar las cosas, o el estado de esas cosas se
hacía sin chitar pero de mal en peor…</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Tania, que asimila y milita
claramente con el discurso de la revolución, y su transformación social pero
cuyo accionar desde su género también fracasa en un posible amor de verano
revolucionario hacia el Che. Habría que recordar aquí el ascendiente que el
propio Che tenía hacia la contraparte de las féminas.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El personaje Joáo Batista, el joven “burgues” brasileño va creciendo en
importancia dramática dentro del relato. Habría que señalarlo si es porque el
autor quiere que un personaje de su nacionalidad, tenga un brillo especial en su
relato ficcional de la gesta revolucionaria del Che Guevara. Yo me digo que era
posible, en esos tiempos de ideales plenos de construir la Utopía de la
Revolución.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
La ganancia política para el lector
de esta novela, está en reconocer el
lado humano, profundamente humano, y de fracasos, de una icónica figura histórica, de un idealismo revolucionario extremo,
cargada de heroísmo, y necesidad de cambio profundo, que asimilo individualmente
la divisa marxista del internacionalismo
proletario, llevada en la práctica social hasta sus últimas consecuencias.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Esta novela trata de esto y su
fracaso humano también.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Método práctico de la guerrilla</i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Marcelo Ferroni</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Traducción de Roser Vilagrassa</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Alfaguara</div>
<div class="MsoNormal">
232 páginas </div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
</div>delcastilloencantado.blogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/00460248013275241355noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6090161686163100620.post-81870943963589738152012-06-26T07:28:00.003-07:002012-06-26T07:28:55.746-07:00El mundo del espectáculo<br /><br />
<div class="post-header">
</div>
<i>Rating,</i> del venezolano Alberto Barrera Tyszka, utiliza la televisión para narrar sobre relaciones humanas<div class="post-body entry-content" id="post-body-6888926092935800575" itemprop="articleBody">
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="http://1.bp.blogspot.com/-q-TQTSN9xwc/T-meZgKA39I/AAAAAAAAOvU/uDckaOQnoTE/s1600/rating.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="http://1.bp.blogspot.com/-q-TQTSN9xwc/T-meZgKA39I/AAAAAAAAOvU/uDckaOQnoTE/s640/rating.jpg" width="408" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Portada de <i>Rating,</i> de Alberto Barrera Tyszka. foto:internet. fuente: Revista Ñ</td></tr>
</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="http://2.bp.blogspot.com/-iMOOsdHUkHE/T-mfLhlzipI/AAAAAAAAOvc/glhGVt2aVIk/s1600/Alberto-Barrera-Tyszka-Rating.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="225" src="http://2.bp.blogspot.com/-iMOOsdHUkHE/T-mfLhlzipI/AAAAAAAAOvc/glhGVt2aVIk/s400/Alberto-Barrera-Tyszka-Rating.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Alberto Barrera Tyszka. Además de escritor, es periodista y columnista de <i>El Nacional</i>.foto.fuente: Revista Ñ</td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<div class="mt bb-article-body">
<div style="text-align: justify;">
Venezuela no es un país conocido por exportar novelas, pero el
siglo XX lo ha dotado con un género de mayor alcance en nuestro
continente: la telenovela. Sin embargo, en los útlimos años el imperio
de las lágrimas televisadas fue languideciendo y el centro del mercado
latinoamericano lo conquistó Colombia, por razones que nos exceden.
Carolina Acosta-Alzuru, estudiosa del tema, apuntó en una entrevista:
“La telenovela venezolana en mi opinión tiene que volver a hablarnos a
los venezolanos primero y recuperarnos como público. El mercado
internacional vendrá después, y sólo si tenemos una estrategia de
mercadeo más eficiente y honesta. Es clave que nuestra industria
telenovelera nunca subestime la inteligencia del público y luche contra
la fuerte tendencia de la cultura popular a repetirse a sí misma”. Y
ahora que esta expresión de lo popular empieza a ser en Venezuela un
archivo, un recuerdo de décadas anteriores, puede llegar una novela como
<b>Rating</b> que la arrebate como tema y la intervenga desde los mecanismos de la literatura.</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div style="text-align: justify;">
En
apariencia, la de Alberto Barrera Tyszka es una novela sobre el
funcionamiento de la televisión y la industria del espectáculo. No está
escrita desde Guy Debord, ni desde Buadrillard, ni desde Pierre
Bourdieu, ni desde Marshal McLuhan; tiene un sesgo teórico más personal y
fracturado, esparcido en pequeñas “historias de vida”, y es más bien un
relato que usa a la televisión para narrar las relaciones humanas.
Vamos a la trama, bien rápido: uno de los principales canales de aire
venezolanos viene en franca decadencia, y a un gerente casi retirado se
le ocurre una idea epifánica, que redimirá las finanzas de la empresa:
montar un reality show con indigentes. Para darle forma recurren a
Manuel Izquierdo, un viejo guionista de telenovelas, resentido y de
vuelta de todo. El contrapunto de aquel personaje es Pablo, un joven
aspirante a poeta que arranca en el mundo de los medios y lo tiene todo
por aprender. El hombre que ya vivió mil batallas y el joven entusiasta,
una vieja fórmula. A partir de las charlas que tienen los dos
guionistas, el libro repasa la estructura y la identidad de la
televisión venezolana bajo la recapitulación de telenovelas exitosas, y
finalmente lo que le está enseñando Izquierdo a Pablo es cómo narrar las
emociones, extremándolas, manipulándolas.</div>
<div style="text-align: justify;">
El libro está
codificado bajo una forma narrativa que funciona. Un capítulo es narrado
por Pablo, otro por Izquierdo y otro por un narrador omnisciente. A
medida que avanza la historia, las voces narrativas aparecen en un mismo
capítulo, hasta casi juntarse del todo. La técnica sirve para ofrecer
distintas versiones de una misma escena, y la narración puede navegar
por la conciencia de los personajes con total libertad. La contratapa de
esta edición consigna, por lo demás, que el personaje central, el del
guionista de telenovelas, se ha vuelto “cínico y descreído”. Es cierto,
pero la adjetivación quizá sea un poco desmedida. A diferencia de
novelas de un talante parangonable (y del mismo sello), como <b>Recursos humanos</b> de Antonio Ortuño o <b>Lodo</b>,
de Guillermo Fadanelli, la acidez del personaje es más bien suave. Lo
mismo sucede con el tópico del reality con indigentes: podría ser una
plataforma para lo escabroso y lo perverso, de donde saldría,
felizmente, una buena novela oscura, pero lo “políticamente incorrecto”
se diluye y la idea pasa, si se quiere, a un segundo plano. Quizás,
entonces, no haya que leer este libro como una novela sobre la identidad
venezolana, ni sobre la industria del espectáculo, ni sobre el mundo
del trabajo, sino como una novela más sobre las relaciones entre hombres
y mujeres.<br />
<b>Coda</b>: <span class="Apple-style-span" style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif;">A quien le queden dudas, en este
<a href="http://www.youtube.com/watch?v=cu_CX1W9SLU" target="_blank">enlace</a> puede ver una charla del autor sobre el melodrama, titulada "Cómo morir de amor". Es tan divertida como la novela.</span> </div>
</div>
</div>delcastilloencantado.blogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/00460248013275241355noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6090161686163100620.post-48044205915698662522012-06-04T01:27:00.003-07:002012-06-04T01:28:40.708-07:00Playa tomada<h2 class="date-header">
</h2>
<div class="date-posts">
<div class="post-outer">
<div class="post hentry" itemscope="itemscope" itemtype="http://schema.org/BlogPosting">
<a href="http://www.blogger.com/blogger.g?blogID=6090161686163100620" name="1545782673148552673"></a>
<br />
<div class="post-title entry-title" itemprop="name" style="font-weight: normal; text-align: justify;">
Mientras el negocio del turismo se expande, sus raíces se hunden cada
vez más en las miserias del capitalismo: mientras el lavado de dinero
alza castillos frente al mar, la oferta adopta formas cada vez más
extremas para atraer a una población más insatisfecha</div>
<div class="post-header">
</div>
<div class="post-body entry-content" id="post-body-1545782673148552673" itemprop="articleBody">
<div style="text-align: justify;">
</div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="http://1.bp.blogspot.com/-zSel_e0LTg4/T8xvwJmdtSI/AAAAAAAAOXc/FVByVzVo_bA/s1600/Juan+Villoro+Arrecife.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="400" src="http://1.bp.blogspot.com/-zSel_e0LTg4/T8xvwJmdtSI/AAAAAAAAOXc/FVByVzVo_bA/s400/Juan+Villoro+Arrecife.jpg" width="266" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Juan Villoro, escritor mexicano, autor de <i>Arrecife</i>.foto.fuente:pagina12.com.ar</td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<div style="text-align: justify;">
En un escenario así, un complejo llamado La Pirámide, donde se ofrecen
peligros controlados para turistas en busca de los placeres del miedo,
Juan Villoro ambienta Arrecife, un policial atravesado por la violencia,
el tráfico de drogas, el cambio climático y los residuos de la
contracultura, cuyo enigma deviene una reflexión sobre la memoria, el
continente y las traiciones.</div>
<div class="margen0" style="text-align: justify;">
<b><span class="fglibros">UNO</span></b>
Siempre me intrigó –mejor dicho: siempre me desilusionó– el que en las
playas ondearan banderines y banderas advirtiendo de la conducta
psicótica y bipolar de las aguas, de sus peligros ciertos y mansedumbres
engañosas pero que, además, no existiese un sistema de señales similar
para advertir de los riesgos y amenazas acechando ahí al lado, en la
supuesta tierra firme, en las arenas eternamente movedizas. Porque,
después de todo, qué es lo que te puede ocurrir entre las olas: ¿perder
el traje de baño?, ¿que te pique una medusa?, ¿no poder salir del agua
por un rato hasta que remita una inoportuna pero acaso justificada
erección?, ¿realizar, con cierta retroinfantil culpa y regocijo, una o
dos funciones corporales?, ¿que un tiburón te arranque una pierna?,
¿sufrir un calambre y ahogarte? Poca cosa, escasas posibilidades
narrativas, casi microrrelatos.</div>
<div style="text-align: justify;">
En la playa, en cambio, sucede de todo. Infinitas tramas. En la
playa no sólo te quemás las plantas de los pies. O te roban el reloj o
tu hijo te entierra vivo. O te estafan en un bar. O se aplaude para
avisar que un hijo de otro se ha perdido. O se comprende de una buena
vez –en la prisión del aire libre, a la vista de todos y de todas– qué
era eso de la propia decadencia física. En la playa es donde se oye más
fuerte y más claro el opiáceo canto de las sirenas. En la playa puede
achicharrarse tu piel por falta de protección solar, pero, al mismo
tiempo, puede arder tu cerebro y tu corazón hasta consumirse. En la
playa es donde la amplitud del horizonte incita a tener visiones. En la
playa no hay límites.</div>
<div style="text-align: justify;">
¿Por qué, entonces, hay salvavidas que te arrancan del abrazo
traicionero de las corrientes marinas y no salvavidas que se acerquen a
uno y le expliquen por qué que es mejor no aceptar la invitación a cenar
de esa pareja de noruegos platinados del bungalow Nº 5? Y levante la
mano quien, real y simbólicamente, no haya tirado la toalla y sacado
ampollas y sentido, en una playa, que se acabó el amor y empezó el odio
para de inmediato, insolado, tomar una de esas decisiones que, más que
tomarse, se devoran para que, enseguida, te devoren.</div>
<div style="text-align: justify;">
Sí, la playa es el lugar del que surgimos hace milenios y el lugar al que volvemos para que esparzan nuestras cenizas.</div>
<div style="text-align: justify;">
La playa –y no el espacio– es la verdadera última frontera que no deja de expandirse.</div>
<div style="text-align: justify;">
Así, no creerle nunca a esos carteles que rezan “Fin de playa”
porque –podemos verlo– la playa sigue y sigue y, como se advierte en
esos mapas antiguos de la conquista, “Más allá hay monstruos”.</div>
<div style="text-align: justify;">
Y más acá también.</div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="fglibros">DOS</span></b> Así, un rápido
paseo por las playas de mi biblioteca me descubre de nuevo que no hay
territorio más fértil para construir los sólidos castillos de arena de
la ficción. A ver, rápida carrera hasta la orilla: las playas fatales de
El extranjero, de Albert Camus, y de Esta casa en llamas, de William
Styron, y de El mago, de John Fowles, y de Los nombres, de Don DeLillo, y
de El tercer Reich, de Roberto Bolaño. Las playas iniciáticas de David
Copperfield, de Charles Dickens, y de El señor de las moscas, de William
Golding. Las playas para outsiders absolutos de Robinson Crusoe, de
Daniel Defoe, y de (porque el desierto no es otra cosa que una playa
infinita, pero inconclusa) El cielo protector, de Paul Bowles. Las
playas aventureras de Julio Verne y Emilio Salgari y Alejandro Dumas.
Las playas crepusculares de El mar, el mar, de Murdoch, y de El mar, de
John Banville. Las playas findemundistas de La invención de Morel y “El
gran Serafín”, de Adolfo Bioy Casares, y de Fiskadoro, de Denis Johnson.
La playa al final de “Adiós, hermano mío”, de John Cheever, y la playa
al final de Seymour Glass en “Un día perfecto para el pez banana”, de
Jerome David Salinger. La playa que abre Tierna es la noche, de Francis
Scott Fitzgerald, y la playa en el centro de En busca del tiempo
perdido, de Marcel Proust y la playa que cierra Muerte en Venecia, de
Thomas Mann. O la playa como especie a diseccionar en La vida descalzo,
de Alan Pauls. Mismo impulso para playas de mi cinemateca privada. La
playa hacia la que cabalga un iluminado vestido de blanco en Lawrence de
Arabia. La playa diurna de Verano del 42 y la playa nocturna con esos
cangrejos gigantes y telepáticos marca Roger Corman. La playa en la que
se sienta Barton Fink con una caja que no sabemos qué contiene, pero
seguro que no contiene nada bueno. La playa a la que se fugan del
colegio los jóvenes enamorados de Melody. La playa matutina perfumada
con napalm para los surfistas de Apocalypse Now!. La playa desde la que
huye (en la película y no en la novela) Yossarian en Catch-22. La playa
de Los 400 golpes desde la que nos mira Antoine Doinel con ojos de
comprenderlo todo de golpe, y la playa en la que el Marcello de La dolce
vita no escucha nada de lo que le explica un niño, y la playa de El
planeta de los simios, con un Chartlon Heston de rodillas y desconsolado
frente a los restos de la Estatua de la Libertad y reprochándose
íntimamente con un cómo no me di cuenta antes. Podría seguir y seguir
caminando y –nunca mejor dicho– explayarme en músicas y pinturas
(ejemplo: ese pequeño cuadro que pintó en una playa Pablo Picasso a los
siete años y que, inmovilizando aquello que nunca se detiene, una
humilde ola habla ya de la justificada y precoz soberbia de un genio),
pero mejor detenerme aquí antes de que amanezca. Y tan sólo agregar que,
a partir de ahora, en el tormentoso Caribe mexicano, la piramidal playa
de Arrecife, de Juan Villoro, se une a todas esas playas que, como bien
sospechaban ustedes, aunque tengan distinto nombre, son siempre la
misma playa.</div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="fglibros">TRES</span></b> Y Arrecife es un
thriller, por lo que –por razones obvias y respeto a los que aún no se
han asoleado en sus médanos– no abundaré aquí en su argumento y
mareantes giros y sorpresas. Pero sí precisaré que –de un modo u otro,
como todas las novelas anteriores de Juan Villoro– Arrecife es un
thriller existencial.</div>
<div style="text-align: justify;">
Es decir: un thriller lejos del orden mecánico de victorianas
mansiones con cadáveres en el jardín o apartado de tipos duros que andan
ahí besando rubias y subiéndose el cuello de sus gabardinas marca noir.
Arrecife es un thriller que se inscribe dentro del riguroso caos del
policial típicamente latinoamericano, pero –diferencia ineludible y
notable– sin por eso dejar de comulgar directamente con esas grandes
novelas criminales cuya ecuación sería amistad + traición = desilusión y
epifanía. El aria del que brotan admirables variaciones como La llave
de cristal, de Hammett, El largo adiós, de Chandler, y El último buen
beso, de Crumley –es, claro, El gran Gatsby, de Fitzgerald. Y ya saben:
todas ellas, como Arrecife, son novelas pertenecientes al género que, a
falta de mejor nombre, cabe bautizarse como Género del Otro. Novelas en
las que el otro no puede dejar de ser observado por el uno. Y, por
supuesto, últimos tramos con largas conversaciones en las que los
cómplices descubren que son rivales, que nunca hay inocentes del todo, y
donde abundan tipos perdidos –mirando fijo a tipos más perdidos
todavía– con la secreta esperanza de encontrar algo que los haga
sentirse un poco menos extraviados en el tejido de sus vidas.</div>
<div style="text-align: justify;">
Buena suerte, mucha buena suerte, van a necesitarla.</div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="fglibros">CUATRO</span></b> Y Juan Villoro
–en la primerísima primera persona del singularísimo “héroe” y
narrador, el ex mex-rocker y desmemoriado musicalizador de acuarios Tony
Góngora; para el que Mario Müller es una cruza de Jay Gatz
fitzgeraldiano, Paul Madvig hammettesco, Terry Lennox chandleriano y
Abraham Traherne crumleyesco– ya nos los advierte en las primeras
páginas, cosa de que después no digamos que no nos avisó.</div>
<div style="text-align: justify;">
“Todos estábamos ahí porque algo se había jodido en otra parte”, leemos allí.</div>
<div style="text-align: justify;">
Pocos metros después, las cosas también se joden en La pirámide,
porque aparece un cadáver atravesado por un arpón. Y ahí, a su
alrededor, en el resort de nombre La Pirámide –un sitio, como nos
anuncia el tan geográfico como lírico título de la novela, donde todos
han encallado o se han dejado encallar– se reúne un elenco que recuerda a
una versión freak y casi apocalíptica del juego de mesa policial Cluedo
o una pandilla con la que podrían hacer maravillas los hermanos Coen.</div>
<div style="text-align: justify;">
Es decir –voy a decirlo– leer Arrecife es muy divertido; porque
Arrecife, dentro de la ya espaciosa obra de Villoro, es un divertimento
en el mejor sentido de la palabra.</div>
<div style="text-align: justify;">
Es decir, de nuevo: Arrecife es la que Graham Greene definía como
divertimento a la hora de referirse a obras maestras en serio como la
novela El factor humano o la novelization a partir del guión para El
tercer hombre.</div>
<div style="text-align: justify;">
Sépanlo: en Arrecife hay sexo y drogas y rock’n’roll y sangre y arena.</div>
<div style="text-align: justify;">
Y pasan muchas cosas.</div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<div class="izq" style="text-align: justify;">
<div class="foto borde1" style="width: 232px;">
<img alt="" src="http://www.pagina12.com.ar/fotos/libros/20120603/notas_i/sl25fo03.jpg" /><span style="font-size: xx-small;"><i>Arrecife</i> Juan Villoro Anagrama 240 páginas</span></div>
<div class="foto borde1" style="width: 232px;">
</div>
</div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<div style="text-align: justify;">
Y pasan las páginas y no pueden dejar de pasarse.</div>
<div style="text-align: justify;">
Argentino después de todo, voy a arriesgar una interpretación lo más
psicoanalítica posible, considerando que soy uno de los contados
argentinos que no creen demasiado en el psicoanálisis y que nunca se
psicoanalizaron: leyendo Arrecife es como si yo hubiera sentido la calma
y el relajo y las ganas de pasarla bien de Villoro sin la obligación o
necesidad de estar escribiendo la Gran Novela Mexicana Contemporánea
(porque ya había rendido exitosamente esa asignatura con El testigo) y
su sola intención fuera la de escribir como quien lee: un Villoro
preguntándose con una sonrisa qué irá a pasar ahora, qué pasará después.</div>
<div style="text-align: justify;">
Y de haberme psicoanalizado argentinamente, no habría faltado el
profesional que diagnosticara mi manía referencial. Para bien o para
mal, esa función fue cumplida con entusiasmo por críticos literarios
(generalmente argentinos) y, aviso, es una manía que no me interesa
superar. Y, a todos los invocados más arriba, voy a agregar dos nombres
más que me parecen claves a la hora del trazado de Arrecife: Patricia
Highsmith y J. G. Ballard.</div>
<div style="text-align: justify;">
De la primera, esa delgada línea que separa a la inocencia del
crimen y la culpa como combustible zombi y bebida energética
cafeína-electrolítica. Del segundo, la obsesión por los paisajes
terminales y la manipulación de las emociones en las variaciones sin
fecha de vencimiento de esos ambientes envasados al vacío y en, ah, esa
chica que hace el amor con el televisor encendido y emitiendo videos de
cirugías plásticas que bien podría haberse escapado de ese otro resort
de Noches de cocaína.</div>
<div style="text-align: justify;">
Y, claro, ese regocijo de Highsmith & Ballard por ir
orquestando, nota a nota, grano de arena a grano de arena, la melodía
entrópica del desastre por el sólo placer de, sí, ser testigo de ese
desastre. Leemos a la en más de un momento alucinada y alucinatoria
Arrecife –como leemos a Highsmith y a Ballard– con esa sensación de
inquietante y seria comicidad que nos provoca el espanto contemplado
justo desde el lugar en que el sueño que comienza a ser ahogado por la
marea creciente de la pesadilla. Y, claro, no demoramos en descubrir que
estamos despiertos, que tenemos los ojos bien abiertos, y que no
podemos cerrarlos.</div>
<div style="text-align: justify;">
Pero hablemos ahora de Villoro; porque Arrecife –donde, turismo
desventura más que turismo aventura, dar y tener miedo es parte del
programa de actividades recreacionales de La Pirámide, donde se equaliza
sin dificultad el latido de sanguíneos y sangrantes ritos
precolombinos– es una novela inequívocamente villoriana en la que el ADN
y las constantes vitales de su autor son fácilmente identificadas y
reconocidas desde la primera línea.</div>
<div style="text-align: justify;">
A saber, a la hora del identikit del sospechoso, rasgos personales:</div>
<div style="text-align: justify;">
a) Diálogos de una naturalidad que siempre me despertaron una,
espero, saludable envidia. Siempre pensé que Villoro, junto con Alberto
Fuguet, es el gran dialogador de la literatura latinoamericana de aquí y
ahora.</div>
<div style="text-align: justify;">
b) Y Villoro –a solas– es el gran descriptor de escenas de sexo de
la literatura latinoamericana de aquí y ahora. Y punto. Y aparte.</div>
<div style="text-align: justify;">
c) Villorianas preguntas sin respuesta, pero que funcionan como
rotundas afirmaciones. Porque Villoro es uno de lo mejores
“preguntadores” que conozco. Apenas un ejemplo, en la página 24, de
Arrecife donde se lee: “¿Habrá un registro de hijos con madres que jamás
lloraron?”. Y la respuesta es, claro, si no lo hay, que lo creen
ahorita mismo. No, mejor que lo creen no ahorita sino ahora mismo.
Porque ahorita nunca llega. E insisto con Vietnam –porque hay Vietnam en
Arrecife– y me permito imaginar una versión del ya mencionado film de
Francis Ford Coppola retitulado Apocalipsis Ahorita, donde Willard
todavía está haciendo morisquetas masturbatorias frente al espejo de una
habitación en Saigón y Kurtz muy bien, gracias. “Ahorita salgo a
matarlo”, dice Willard. Y mañana nunca se sabe, falta tanto para
mañana...</div>
<div style="text-align: justify;">
d) Lo anterior me lleva a la particular percepción del tiempo de los
mexicanos. A esa elasticidad de horas en días es uno de los rasgos
distintivos de Arrecife, donde todo parece transcurrir en la más
vertiginosa de las cámaras lentas y los acontecimientos no dejan de
precipitarse, pero –atención– caen y caen y siguen cayendo sin nunca
tocar fondo del todo. Y al talento de Villoro no para comprender a
México, pero sí para intentar comprenderlo con esa mirada de rayos V.
Mirada que lo ha convertido en uno de los más grandes radiógrafos (forma
excelsa y poco frecuente del cada vez más abundante cronista), en el
gran retratista de su tembloroso país y de lo que lo rodea, ya sea un
terremoto chileno o un mundial de fútbol. Una muestra: “México es un
país de ilusiones gigantescas. El desastre contemporáneo se mitiga con
proyectos desmedidos”. Otra: “Inglaterra había pasado de ser el país con
la peor cocina del mundo a explorar gastronomías exóticas con el
apetito indagatorio de una estirpe de náufragos y piratas”. Y otra que,
pienso, encierra y sintetiza “el tema” de Arrecife: “Los lugares
apartados existen para decir cosas que en otro sitio carecen de
sentido”. Y, se sabe, muchas veces decir es la breve antesala o
vestuario del hacer. O del deshacer. Y tantas cosas se deshacen en ese
“otro sitio” donde transcurre y discurre Arrecife.</div>
<div style="text-align: justify;">
e) El destello inquietante quebrando con un relámpago de fiebre la
supuestamente plácida realidad. Hay mucho de espejismo verdadero en
Arrecife y, por elegir una visión, me quedo con ese momento de hielo en
la página 46 donde –como si Roman Polanski y David Lynch nos respiraran
en la nuca– leemos: “Una tarde, al pasar junto a un cuarto, la puerta se
abrió apenas. Arrojaron una cabeza de muñeca al pasillo. En La Pirámide
no se admitían niños. Vi los ojos con largas pestañas sedosas de la
cabeza decapitada. No la recogí por temor a que oliera mal, estuviera
embarrada de algo repugnante o me diera mala suerte”.</div>
<div style="text-align: justify;">
f) La definición tan demencial como instantáneamente irrebatible y
citable. A partir de ahora, para mí, Jaco Pastorius –crucificado a
patadas a la salida de una discoteca, si mal no recuerdo– no podrá ser
para mí otra cosa que “el Jesucristo del bajo eléctrico”, así como ya
jamás dudaré de que “el yoga era lo que los grupos de rock hacían cuando
el éxito los aburría” o de eso otro en cuanto a que “muy pocos bajistas
logran el tono de ‘barco amarrado en el muelle’”, sea eso lo que sea.</div>
<div style="text-align: justify;">
g) “En este país fracasar en un trabajo sirve para que te den otro
trabajo”, leemos en la página 205 de Arrecife y, sí, aquí –como en
novelas anteriores y numerosos relatos– Villoro vuelve a poner en juego
otra de sus especialidades: la obsesiva descripción de oficios y
trabajos varios.</div>
<div style="text-align: justify;">
h) Numerosas esquirlas de cultura popular, por supuesto. Y a título
personal declaro aquí que agradezco el detalle de que Villoro –al que me
unen muchos gustos, pero nos separa una herida que jamás cicatrizará–
proyecte en Arrecife la sombra subterránea y aterciopelada de la Velvet
Underground y no vuelva meterse, como en El testigo, de tan mala manera,
como en la jungla de un patio de colegio y aún en los momentos más
tranquilos, con ese hermano tonto, pero tan entrañable y servicial de
Steely Dan que es mi querido Supertramp. Gracias, Juan, de verdad.</div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="fglibros">CINCO</span></b> Una de las
tantas maneras de dividir en dos a todo el género humano es la de por un
lado están los que aman a la playa y por otro los que la odian. Pero
podría asegurar que unos y otros disfrutarán con la lectura de Arrecife
teniendo bien en claro que disfrutar –al igual que el adjetivo
interesante en aquella implacable maldición china– es un verbo más bien
ambiguo y polimorfo y perverso.</div>
<div style="text-align: justify;">
Y acabo de mencionar de nuevo a El testigo y, para terminar, se me
ocurre que en ella hay un hombre que sólo piensa en volver a casa
mientras que en Arrecife hay un hombre que intenta, por todos los
medios, no pensar que hay una casa donde volver.</div>
<div style="text-align: justify;">
Aun así, y no creo estar contando el final, en las últimas líneas el
protagonista se “despierta” con la comprensión del enigma. Y, otra vez
dueño de sus recuerdos, se pone en movimiento como quien sale del
hechizo en trance de un cuento más de brujos que de hadas. Y, por fin
–el amnésico por necesidad como gran metáfora del homo latinoamericano–
se propone dejar atrás ese puro presente de playa tomada, empacar su
pasado y partir para hacia el futuro para, por fin, sin miedo a
recordar, vivir un poco. O para, al menos, intentar seguir viviendo;
pero sin poder olvidar ya nunca que –como no dice el dicho, pero sí dice
Arrecife– la vida fue y es y siempre será una playa que fluye.</div>
<div class="letrachica" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: xx-small;">Este texto fue leído durante la presentación de Arrecife en la librería La Central de Barcelona, en abril de este año.</span></div>
</div>
</div>
</div>
</div>delcastilloencantado.blogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/00460248013275241355noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6090161686163100620.post-7464052895745166802012-05-19T08:51:00.000-07:002012-05-19T08:56:59.205-07:00La huida<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<u><span style="font-family: "Times New Roman","serif";">Gao
Xingjian</span></u></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<u><span style="font-family: "Times New Roman","serif";"><br /></span></u></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif";">Obra
dramática en dos actos.</span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://1.bp.blogspot.com/-llxgOScuSSg/T7fBAMPSQRI/AAAAAAAAN4Y/YW9YOzDKZ0Y/s1600/imagen+001.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="http://1.bp.blogspot.com/-llxgOScuSSg/T7fBAMPSQRI/AAAAAAAAN4Y/YW9YOzDKZ0Y/s400/imagen+001.jpg" width="288" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif";">Tres
personajes, que en el encierro; después de la matanza, discuten la imposibilidad de la democracia y
vivir en una dictadura que ha truncado con sangre el ideal de libertad.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif";">Reseña</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif";">En
un almacén, que está en ruinas y a
oscuras, se refugian; al principio del drama, una pareja de jóvenes. Entran
allí, escondiéndose de la matanza que acaba de suceder, angustiados por los tanques y de los tiros en las calles
aledañas, que aún oyen y se suceden con incesante frecuencia. En algún momento
perciben un mal olor, y tratando de ver, en la penumbra, ella al palparse su
ropa está manchada de sangre y piensa que está herida, se angustia; el joven la
tranquiliza y ella recuerda, que una
mujer cayó a su lado, cuando comenzaron los disparos de las ametralladoras y
ella huyó entonces confusa a refugiarse junto al joven que la rescata. La joven
decide desvestirse y permanece así.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif";">La
puerta se abre y entra alguien. La pareja discute que debe ser un ladrón. Pero,
quién podría a esas horas, y entre
disparos incesantes ocuparse de robar. Entra un hombre maduro que viene huyendo.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif";">El
hombre se integra al drama, porque decidió huir también de su casa, dejando a su
familia, no quería ser ubicado por las mismas fuerzas represivas del orden
establecido, que tarde o temprano decidirían ir tras él. Entre el hombre y el
joven durante el encierro, entablan duras discusiones respecto de lo ideológico
y el estado de las cosas en lo político de la situación general, de la
necesidad de libertad que ha propiciado la gran manifestación de estudiantes
como de hombres, mujeres y niños que fue
reprimida bajo el tableteo de fuego
incesante de las ametralladoras. El hombre mantiene una postura cínica y descreída
y de desilusión frente a los jóvenes cargados de idealismo y entusiasmo de
héroes, como de anhelos que tienen una visión individual optimista y
esperanzada por cambiar el mundo y ese
estado de las cosas de la política por propiciar una democracia. La discusión
sigue encendida respecto de sus propios intereses particulares y de compromiso
colectivo por seguir la búsqueda de la
libertad y la democracia. El hombre carga un encendedor para prender sus
cigarrillos para fumar de tanto en tanto, con el que también ilumina a destellos la penumbra del lugar donde
están encerrados y refugiados.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif";">El
joven, de pronto decide salir de allí, porque
desde afuera ya no se oye el
tropel de soldados y han cesado los estallidos. De pronto se oyen disparos muy cerca de la puerta. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif";">La
joven se vuelve histérica acusando al
hombre de haberlo matado por su culpa al salir de primero. Y ella, la joven
decide quedarse mientras el hombre musita sólo una angustiosa desesperación. Deciden
quedarse. Allí refugiados. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif";">El
hombre y la joven mujer conversan de los roles de género. Hablan sobre
el amor. Se les despierta un repentino erotismo y terminan haciendo el amor.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif";">Mientras
tanto en el piso del lugar comienza a salir agua turbia.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif";">Después
llega el joven. Cuenta que los soldados
y los tanques siguen vigilantes en los alrededores de la plaza. Que cuando salía los soldados mataron un perro
a tiros. Y él se escondió. Observa y se percata que ha sucedido, algo más,
entre el hombre y la joven. Este le recrimina a la joven su comportamiento
relajado. Ella le dice que ella es dueña de sus actos como de su cuerpo. Lo
acusa de machista. El joven se derrumba en llanto. Quiere salir de allí. Está
desengañado de la joven. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif";">Comienza
amanecer</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif";">El
hombre, empieza a vestirse mientras se pone en la boca un cigarrillo. La joven se acerca, se los
quita y los daña y los termina de botar al piso anegado de agua turbia. El
joven está cabizbajo. La joven exclama, qué desierto…</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif";">Sobre
la puerta empiezan a oírse los culatazos del tropel de los soldados mientras afuera
sigue oyéndose los estallidos de los disparos…</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif";">El
agua adquiere un tono rojo.</span><br />
<br />
<i><span style="font-family: "Times New Roman","serif";">La huida</span></i><br />
<span style="font-family: "Times New Roman","serif";">Gao
Xingjian</span><br />
<span style="font-family: "Times New Roman","serif";">Ediciones El Milagro </span><span style="font-family: "Times New Roman","serif";"> </span><br />
<span style="font-family: "Times New Roman","serif";">208 páginas</span><br />
<span style="font-family: "Times New Roman","serif";"> </span></div>delcastilloencantado.blogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/00460248013275241355noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6090161686163100620.post-24696134182942006762012-01-18T01:56:00.001-08:002012-01-18T02:11:04.799-08:00¡Libros!<div style="text-align: justify;"><span style="font-weight: bold;"></span></div><blockquote><div style="text-align: justify;"><span style="font-weight: bold;">¿Qué hacen los libros mientras nadie los lee, mientras nadie los mira? El autor revela sus más sorprendentes descubrimientos, tras años de apasionado espionaje</span><br /></div></blockquote><a href="http://3.bp.blogspot.com/-R3DQb_DU4gE/TxaaH-bXrPI/AAAAAAAAKK8/aOhRFSHU6EY/s1600/Bernard%2BPivot.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 126px;" src="http://3.bp.blogspot.com/-R3DQb_DU4gE/TxaaH-bXrPI/AAAAAAAAKK8/aOhRFSHU6EY/s400/Bernard%2BPivot.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5698911840291499250" border="0" /></a>Bernard Pivot descubre en este artículo lo que hacen los libros. <span style="color: rgb(102, 102, 102);">foto:Jacques Loew. fuente:</span><a style="color: rgb(102, 102, 102);" href="http://elmalpensante.com/" target="_blank">elmalpensante.com</a><br /><div><br /><div style="text-align: justify;">Entre los libros y yo la batalla ha sido ruda. Oficialmente, nos amábamos. Era sabido que nos prestábamos un servicio mutuo: yo les hacía publicidad y ellos me daban de qué vivir. De puertas para afuera, nuestras relaciones eran excelentes: yo les abría mi puerta con cortesía, cordialidad e incluso, a menudo, con afecto, y ellos se dejaban manipular, abrir, romper, leer, sin rebelarse nunca. Para todo el mundo, el libro y yo formamos un dúo de viejos cómplices con caracteres complementarios. Pero la verdad era otra.<br /><br />Los libros son implacables invasores. Con cara de nada, con una paciencia infinita y siempre más numerosos, se vuelven dueños de los lugares. Pronto consiguen desbordar las bibliotecas en las que se les ha otorgado residencia. Como las multitudes de caracoles en las novelas de Patricia Highsmith, escalan los muros, suben hasta los techos, se instalan sobre las chimeneas, las mesas, los canapés, se fijan en las intersecciones, penetran en los armarios, las cómodas y los cofres y, cuando moran en tierra, proliferan sobre la alfombra o sobre la madera en pilas inestables y arrogantes. Ninguna habitación está prohibida a los libros. Ninguna les repugna. Los que no han podido acceder al salón, la oficina o la habitación se contentan con los baños, con el estudio, con los corredores o incluso con el san alejo por el cual transitan las papas, los tarros de mermelada, el vino etiquetado, la aspiradora y las pelotas de lana para tejer. Cohabitan con las arañas. No tienen alergia al polvo. Agrupados, apretados los unos contra los otros, tienen la estabilidad y la perseverancia de menhires. En otros tiempos, los ratones los roían pero, ante la proliferación de carátulas duras, casi todos han renunciado. Los ratones son la prueba de que una demasiado grande acumulación de impreso puede desmotivar. Con el paso del tiempo, los libros se han convertido en feroces colonizadores. Roban espacio sin cesar y su voracidad se revela tanto más eficaz cuanto que es silenciosa y que sus movimientos lentos y usurpadores se hacen bajo la cobertura tranquilizante de la cultura y con la bendición de los profesores. La verdadera ambición de los libros es la de expulsar a los hombres de las bibliotecas y de sus casas y ocupar todo el territorio para su grandioso y solitario goce.<br /><br />Hace más de quince años, los libros han decidido –¿por qué yo?, ¿tengo una cabeza de colonizado?, ¿una reputación de ciudadano dócil?– hacerse dueños de mi apartamento y de mi casa de campo. Entonces, bajo el pretexto de una emisión de televisión semanal y de una revista mensual, han comenzado a invadirme. Después, no hay día (fuera de los domingos y los feriados) que no se introduzcan en mi domicilio, individualmente o agrupados, llevados por el cartero o por mensajeros, ofrecidos, a mi disposición, serviles.<br /><br />Pero yo conocía sus triquiñuelas. Y me defendí. Para no quedar sumergido, me impuse la disciplina de eliminar unos cada día, sobre todo los domingos y días feriados, cuando los invasores hacen la tregua. Es cobarde, lo reconozco, pero ante un peligro tan grande el respeto del código del honor habría sido suicida. Cerca de la puerta de salida hacía pilas, que partían a casas de parientes, amigos, bibliotecas, etc., donde continuarían su invasión silenciosa e hipócrita.<br /><br />Imposible, aquí, contar todas las argucias de los libros para imponer su presencia. Se aprovechan tanto del corazón (querrás releerme más tarde) como de la razón (necesitarás consultarme). De ocio o de referencia, de placer o de trabajo, de diversión o de exégesis, ellos tienen siempre un buen motivo para querer quedarse. ¡Desgracia al lector demasiado sentimental! ¡Desgracia a aquel que duda de su memoria! ¡Desgracia a los conservadores! ¡Desgracia a los distraídos! Ellos terminan por sucumbir... ¡Cuántas veces me he dejado llevar por el descorazonamiento, aplastado por su número, y sobre todo por los aires de necesidad que se dan! La idea de separarnos nos llega del que nos insufla mala conciencia. Nos sentimos acusados del crimen premeditado contra el espíritu –o, si se trata de la obra de una persona que conoces, del crimen contra la amistad; o, si es un volumen inútil pero magníficamente impreso e ilustrado, del crimen contra la belleza; o, si es una novela de principiante de talento incierto, del crimen contra la esperanza; o, si son las principales obras de un académico fallecido, en la posteridad aleatoria, del pecado contra la caridad...–. Una de las estratagemas más empleadas por los libros para ocupar el terreno consiste en presentarse varias veces, bajo carátulas diferentes o con variantes. Primera edición normal, la misma pero con dedicatoria, edición en formato de bolsillo, reedición con un prefacio inédito, edición ilustrada, reedición no autorizada bajo un nuevo título y sin mención del antiguo copyright, etc. La imaginación de los libros para introducirse en mi casa era ilimitada; su audacia, monstruosa. Era necesario pues estar siempre en guardia. Vigilancia permanente. La caza a los inútiles exige mucho tiempo libre y atención. Algunos conseguían, no obstante, franquear mis líneas de defensa, e iban a engrosar el campo diccionarios superfluos, el tropel de las enciclopedias nunca abiertas, la reserva de las obras prácticas mal acomodadas, el pueblo de las memorias olvidadas, el seminario de panfletos áfonos, el cementerio de las antologías repetitivas, etc. El tiempo apremiaba. ¡Era necesario leer bien! ¡Era necesario vivir bien! Entonces, con la sorda paciencia de deslizamientos géologicos, los libros avanzaban, se instalaban, se acumulaban, ganaban nuevos territorios e imponían incluso el sentimiento de que los espacios arrebatados les estaban destinados por toda la eternidad.<br /><br />Sorprenderá que para contar la saga de los más inteligentes invasores emplee el pasado. ¡Como si ya no recibiera más libros! Estoy persuadido de que con la desaparición de <i>Apostrophes</i> van a aflojar un tanto la presión que ejercían sobre mí, están probablemente un poco descorazonados por no haber podido, después de quince años de esfuerzos, expulsarme de uno al menos de mis dos domicilios, van a perder el espíritu de conquista que los arrojaba sobre el timbre de mi puerta, van a conciliar sus fuerzas para otras metas... Pero ¿tal vez me equivoco si espero una relajación de su abrazo? Es preciso que desconfíe de un aparente reflujo de libros, que podría ser su último ardid.<br /><br />Las siguientes son algunas preguntas que usted se hará seguramente a propósito de los libros y a las cuales mi vida íntima con ellos me permite dar respuestas.<br /><br />¿Los libros se reproducen entre ellos? Sí, desde luego. Si no, ¿cómo explicar la presencia, sobre todo en las pilas abandonadas o en los estantes en los que la oscuridad favorece a los audaces, de obras desconocidas? ¿Quién no se ha tropezado en su casa con un libro cuyo nombre y título no evocan ningún recuerdo? Es necesario entonces explicar la reproducción. ¿Cómo, cuándo, bajo qué formas, por cuáles estratagemas? De un natural tímido, los libros son, con excepción de las obras libertinas ilustradas, de un gran pudor. Confieso no haber podido sorprenderlos nunca en sus actividades genéticas. Tal como hay que recibir con reserva mis hipótesis, incluso si las creo seriamente fundadas. A mi entender, las palabras, las frases, los párrafos e incluso capítulos enteros se hastían de pertenecer a un libro que no les agrada o en el cual se sienten superfluos o groseramente utilizados. Deciden entonces escoger la libertad y salir del volumen. Ninguna frase ha querido abandonar nunca<i> Madame Bovary o el Viaje al fondo de la noche,</i> es evidente. Cada palabra allí se siente bien e indispensable. Aunque las condiciones de supervivencia sean espantosas, ninguna palabra tampoco querrá escaparse del<i> Archipiélago Gulag.</i> Pero hay tantos libros en los que las palabras se aburren a morir. Las más valientes deciden, aisladas o en grupo, evadirse. Y cuando, alcanzadas por las descontentas de otras obras, son lo bastante numerosas como para componer un nuevo libro en el que su existencia será mejor, su emplazamiento más agradable, su sentido más afirmado, no dudan en hacerlo, siguiendo los procesos que surgen de la autocreación y de los cuales no conozco el desarrollo. Hasta el presente, los resultados, ¡ay!, no me han parecido muy convincentes. De lo que precede se concluirá que mientras más libros mediocres o inútiles hay en una biblioteca o en una librería, más elevados son los riesgos de reproducción. Las obras maestras, de las cuales las palabras rehúsan escapar, por el contrario no conocen posteridad. De ahí ese principio que conocíamos pero que no había sido demostrado nunca: la cantidad de libros es inversamente proporcional a su calidad.<br /><br />¿Que si los libros tienen, como usted y yo, humores? ¡Evidentemente! ¡Es claro, por Dios, cuando una biblioteca se burla de nosotros! Arrugados, ebrios, los libros tienen el aire obstinado. Se dirían encuadernados todos en un ataque de dolor. Exhiben la arrogancia de los que saben todos los secretos del mundo y, bien apretados los unos contra los otros, desprecian la mano que se tiende hacia ellos y que va a incomodarlos. Además, los días de farra voltean la espalda, se esconden, se esquivan, no están donde la mano los creía. Ella busca, desplaza, se enerva y no encuentra. O, si encuentra, el libro se le escapa y cae. La mano se acusa entonces de ser torpe y cree que el caído lo ha hecho adrede. Y, si lo abre, va a embrollar tan bien sus capítulos y sus páginas, a acentuar la neblina de sus caracteres e incluso del papel, que no tiene ninguna posibilidad de poner el dedo sobre la cita que esperaba encontrar allí, que había además subrayado, está seguro, y que no obstante no encuentra, ¿pero por qué, Dios mío? ¡Cuánto tiempo perdido con los libros cuando están de mal humor! Por el contrario, si están en excelente disposición –eso se advierte de inmediato en su alineamiento agradable, en la suave luz que captan y que exhibe seductores los títulos, los nombres de los autores y de los editores impresos sobre sus lomos expuestos a todas las curiosidades, a su aire de alegre disponibilidad–, si están de buenas pulgas, los libros facilitan las búsquedas. Hemos incluso conocido algunos que tenían la gentileza de abrirse por sí mismos en la página en la que estaba subrayada la cita esperada, y otros, en verdad amables, que libran espontáneamente, muy rápido, dos o tres observaciones interesantes que uno no esperaba encontrar allí y de las que podría sacar provecho.<br /><br />Cuando los libros son simpáticos merecen –con la mano en alto y sobre toda otra criatura– el título de mejores amigos del hombre. ¿Están los libros influenciados en su comportamiento por su contenido? No. No hay libro sobre el suicidio que se haya suicidado, ni libro sobre los pájaros que haya alzado vuelo, ni libro sobre la obesidad que se vuelva obeso (y si lo es, es de nacimiento), ni libro sobre la delincuencia al que haya que educar, vigilar y castigar, ni libro sobre el revisionismo que, emocionado, se haya empleado en revisar las tesis revisionistas. Los libros rehúsan todo compromiso. Se declaran inocentes de lo que han sabido hacer decir. Nunca están en una actitud que sería la consecuencia de lo que son intelectualmente. Son neutros y sin reacción. Sólo las palabras, las frases, tal como lo he explicado más arriba, pueden no apreciar la manera en que han sido condimentadas. Las más valientes o las más molestas abandonan el libro para, con otras exiliadas, crear otro libro. Pero no son más que reacciones individuales de sustantivos, de adjetivos, de verbos, etc., que no modifican la aparencia ni el tenor de la obra de la que han desertado y que sigue siendo, en el fondo, inmutable.<br /><br />¿Que si los libros pueden moverse solos? Sí. La prueba es que algunos cambian por sí mismos de lugar sobre la estantería, que no se les reencuentra donde se les había puesto y que su movimiento perturba el orden alfabético. A menudo son las querellas de vecindad las que explican esos desplazamientos incongruentes. Si los libros no se tienen por responsables del lugar en el que están, algunos, no obstante, no admiten estar pegados a volúmenes notoriamente mediocres o a obras cuyos autores les parecen indignos de una cohabitación con nombre impreso sobre la carátula. Apretados los unos contra los otros, ¿cómo no van a tener reacciones epidérmicas? Ellos pueden, también, ser juguetes de pulsiones lamentables debidas a las desigualdades sociales o a las jerarquías intelectuales.<br /><br />Por ejemplo, habiendo ordenado lomo contra lomo libros de Marguerite Duras y de Jean Dutourd, he constatado numerosas veces sobre la fila un desbarajuste alfabético, habiéndose escapado los volúmenes y deslizado en medio de libros de Duby, de Duhamel, de Dumézil, de Dumas, etc. Y fue Troya cuando, después de haberse probablemente peleado, dos obras beligerantes cayeron de la biblioteca. He rehecho el orden intercalando La representación, de Dûrrenmatt y <i>el Cuarteto de Alejandría</i>, de Durrell, entre los Duras y los Dutourd. Mi consejo: si usted no tiene ni a Dûrrenmatt ni a Durrell para separar a Duras y a Dutourd, no dude en llamar al buen Alejandro Dumas, simpático a todo el mundo. Sí, seguro, el alfabeto no pone a Dumas aquí, pero si queremos la paz en la literatura, es necesario saber acomodarse con las letras.<br /><br />Es patente que libros que no han sido ni prestados ni robados desaparecen de las bibliotecas y abandonan por sus propios medios el apartamento o la casa en los que habitan. Esas fugas, bastante raras, que prueban, si todavía es necesario, la autonomía de movimiento de los libros son debidas bien sea a violentas querellas de vecindad –no puedo más, me largo–, bien sea a humillaciones insoportables. Un libro puede sentirse humillado si nadie lo abre nunca, si ha sido relegado sobre un anaquel inaccesible donde la mirada de su propietario-lector no lo ha desflorado desde varios años atrás, si el polvo se acumula sobre él...<br /><br /><i>El Proceso verbal,</i> de J. M. G. Le Clézio, ejemplar dedicado, ha desaparecido de mi casa. Ha huido. Sin una palabra de explicación. A menudo consentido, bien acomodado en mi biblioteca, estaba colocado entre una novela de Guy Le Clec'h y los poemas de Leconte de Lisle, vecinos agradables, sin historia. ¿Entonces? Primera novela de Le Clézio, premio Renaudot en 1963, <i>El Proceso verbal</i> no ha soportado, en mi opinión, ser suplantado en mi afecto por Desierto, su hermano diecisiete años más joven, del que he proclamado las bellezas y dicho que era el mejor libro del escritor de Niza, y que he colocado en sus cercanías, en los cuarenta centímetros de libros de Le Clézio. Celoso, decepcionado, <i>El Proceso verbal</i> me ha dejado, ha partido...</div> </div>delcastilloencantado.blogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/00460248013275241355noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6090161686163100620.post-26849176172186776432011-12-13T03:54:00.000-08:002011-12-13T03:55:06.765-08:00Tomás González: la difícil sombra<div class="post-header"> </div> <div class="post-body entry-content" id="post-body-1724423106345811202"> <span style="font-style: italic; font-weight: bold;"></span><div style="text-align: justify;"><blockquote><span style="font-style: italic; font-weight: bold;">"Sentí que esa no era la escritura de González, no era su lenguaje; llegué a pensar que él se había cansado y había puesto a otro a escribir por él para tomar del pelo a las instituciones literarias del país"</span></blockquote></div><a href="http://2.bp.blogspot.com/-8hyzqcinIYc/Tuc7_6nxGoI/AAAAAAAAJyo/89g7hynwLas/s1600/Tom%25C3%25A1s-Gonz%25C3%25A1lez-La-luz-dif%25C3%25ADcil1.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 200px; height: 322px;" src="http://2.bp.blogspot.com/-8hyzqcinIYc/Tuc7_6nxGoI/AAAAAAAAJyo/89g7hynwLas/s400/Tom%25C3%25A1s-Gonz%25C3%25A1lez-La-luz-dif%25C3%25ADcil1.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5685579023832390274" border="0" /></a>Portada: <i>La luz difícil</i>, última novela de Tomás González.<span style="color: rgb(102, 102, 102);"> foto:fuente:revistagalactica.com</span><br /><div class="gmail_quote"><p style="text-align: justify;">Cuando compré la más reciente novela de Tomás González, <i>La luz difícil</i>, la emoción era inmensa. Ahora, después de leerla, no puedo estar menos de acuerdo con la banda que acompaña el libro, una frase de Luis Fernando Afanador: <i>"Nunca olvidaré la plenitud que sentí al terminar de leer </i>La luz difícil<i>. No espero más de la literatura"</i>. Yo no sentí esa plenitud y sí espero más, mucho más, de la literatura y también de la escritura de González.</p> <p style="text-align: justify;">Como es costumbre en este escritor, la novela es corta (132 páginas) y, como también es costumbre, se mezclan en ella el dolor más agudo y la alegría más sencilla. David, pintor, padre de tres hijos y esposo de Sara, cuenta la historia fragmentada de sus días desde aquel lejano en el que su hijo Jacobo decide morir para huirle al dolor de sus huesos, de su cuerpo, causado por un accidente de tránsito que lo dejó parapléjico. David y Sara esperan en su apartamento de Nueva York la llamada de sus hijos avisando acerca del estado de Jacobo. La narración se alterna con la de los días más recientes de David (veinte años después de lo sucedido en Nueva York) en una finca cerca de La Mesa, que pasa en compañía de una mujer contratada para que lo ayude en los menesteres de la casa, mientras él escribe –con la dificultad que le produce el hecho de estar quedándose ciego– el relato que el lector tiene entre sus manos.</p> <p style="text-align: justify;">¿Qué sucede, entonces, con la novela? Recuerdo nítidamente toda la trama de <i>Primero estaba el mar</i>, de <i>La historia de Horacio</i>, de <i>Los caballitos del diablo</i>, de <i>Abraham entre bandidos</i>, de los cuentos de <i>El rey del Honka-Monka</i> (especialmente, <i>"Verdor"</i>, que conecta directamente con el motivo de <i>La luz difícil</i>), pero en este momento, no me queda ninguna imagen memorable de esta nueva novela de González; trato de sentir por qué. Aquí los opuestos no configuran tensiones tan vivas como en las narraciones que nombré anteriormente, aquí esas tensiones no me conmueven. David, el joven "desorientado" de <i>Los caballitos del diablo</i>, aparece aquí también como una especie de <i>alter ego</i> de Tomás González; un pintor ignorado por los medios y luego muy reconocido y visitado por estudiosos y periodistas en su casa de La Mesa (que también podría ser Cachipay).</p> <p style="text-align: justify;">En muchos momentos sentí que esa no era la escritura de González, no era su lenguaje; llegué a pensar que él se había cansado y había puesto a otro a escribir por él para tomar del pelo a las instituciones literarias del país y a los medios de comunicación que desde hace una década (cuando la desaparecida Norma reeditó su obra) y, especialmente, desde hace cinco años (cuando empezaron a aparecer largos artículos y entrevistas sobre su vida y obra en revistas culturales) vienen repitiendo frases hechas sobre la calidad de sus novelas. Es la primera vez que el narrador de González asume la voz en primera persona, asume un yo total para contar la historia. Es también la primera vez que no siento en González la búsqueda de un lenguaje que yuxtapone los opuestos, que conjuga la poesía y la prosa del mundo; más bien el lector encuentra aquí una prosa despreocupada de sí misma, despreocupada de las búsquedas estéticas. El lenguaje se depura hasta eliminar toda carga simbólica y las palabras son lo que son, tienen el peso que pueden tener bajo las ceibas del parque de Envigado (como diría su tío Fernando González) o en una hamaca de una finca en Cachipay.</p> <p style="text-align: justify;"><i>La luz difícil</i>, lo mismo que <i>Para antes del olvido</i>, configura una novela de transición en la poética de González, novela que marca búsquedas literarias –y vitales– distintas dentro de ese propósito armónico y unitario del resto de sus novelas. Sin embargo, la búsqueda en <i>La luz difícil</i> está lejos de la de <i>Para antes del olvido</i>. Ya no el malabarismo del lenguaje, ya no el papel de un testigo fiel a documentos que reconstruyen, de manera fragmentada, parte de la saga familiar que tanto ha interesado al escritor paisa; ahora, aquí, el lenguaje se hace aún más cercano y la prosa pasa apenas por encima de los hechos, apenas los nombra, los roza, sin demorarse en ellos. El narrador, a diferencia del mito literario creado sobre el escritor ciego, no gana en profundidad sino en superficialidad; las imágenes son efímeras: el dolor apenas se presiente, el deseo apenas se intuye. La sombra se difumina y gana la claridad, fácilmente; la luz, pues, no es tan difícil como en sus anteriores obras. González deja ahora que el mayor peso esté de este lado; le bastan sus plantas, el clima favorable, el café recién hecho, una presentida desnudez al lado de la piscina.</p> <p style="text-align: justify;">¿Qué queda, entonces? Casi nada y me pesa decirlo porque admiro y estimo demasiado a este escritor. Tan leve su novela entre las miles de páginas que se publican cada día, tan ligero su peso entre la ligereza ominosa de las recetas para la vida, de las píldoras de optimismo que se publican cada día. David es la tranquilidad hecha personaje literario y tal vez ahí reside su fuerza y lo extraño de su presencia dentro de la turbulenta vida en nuestro país, dentro del ruido que nos acompaña desde nuestro nacimiento. Esta soportable levedad de la novela de González me vuelve más cercano al escritor, al hombre y, paradójicamente, me produce más deseos de viajar hasta Cachipay y buscar su finca, las flores, las plantas y perderme un rato entre ellas.</p> </div></div>delcastilloencantado.blogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/00460248013275241355noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6090161686163100620.post-87874347828964597512011-12-07T03:03:00.000-08:002011-12-07T03:04:15.560-08:00Jugando con Salman Rushdie<div class="post-header"> </div> <div class="post-body entry-content" id="post-body-8136525722877959537"> <div style="text-align: justify;"><span style="font-weight: bold;"></span></div><blockquote><div style="text-align: justify;"><span style="font-weight: bold;">Cuando en 1990 Salman Rushdie era un hombre perseguido por la condena de la fatwa y vivía escondido, escribió </span><span style="font-style: italic; font-weight: bold;">Harún y el mar de las historias</span><span style="font-weight: bold;"> para su hijo mayor, con la esperanza de encontrarse con él mediante la lectura. Ahora, en tiempos mucho mejores, cumple otra promesa, esta vez a su hijo Milan, a quien le debía escribirle un libro como había hecho con su hermano mayor</span><br /></div></blockquote><br /><a href="http://3.bp.blogspot.com/-B06_STbRbd4/Tt9GzZu4oII/AAAAAAAAJsY/-ITdm3p-zgc/s1600/salman%2Brushdie1.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 290px;" src="http://3.bp.blogspot.com/-B06_STbRbd4/Tt9GzZu4oII/AAAAAAAAJsY/-ITdm3p-zgc/s400/salman%2Brushdie1.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5683339103659663490" border="0" /></a>Salman Rushdie escribe esta historia en un tono juguetón y paga con este libro una deuda a su hijo menor. <span style="color: rgb(102, 102, 102);">foto.fuente:</span><a style="color: rgb(102, 102, 102);" href="http://pagina12.com.ar/" target="_blank">pagina12.com.ar</a><br /><div style="font-size:13px"> <p style="text-align: justify;">Aun en sus títulos más oscuros –pensar en Vergüenza o Furia o Shalimar el payaso– vuela, siempre, un aire travieso y juguetón. Un aliento de hadas y hechiceros –no olvidar nunca que Salman Rushdie ha insistido en más de una oportunidad en que todo su imaginario surge de una primera exposición infantil al film El mago de Oz en un cine de su cosmópolis natal– donde los héroes deben partir en busca de algo que los redima o los consagre. Así, no hay trama de Rushdie (Bombay, 1947) donde no impere el mecanismo de la ida y la vuelta, del subir y bajar, del Había otra vez... Rushdie ha destilado lo suyo en el momento más encandilador de su saga-pop El suelo bajo sus pies: todo tiene que ver –y oír y gustar y oír y tocar– con el ejercicio casi místico de atravesar una membrana delgada pero poderosa separando no solo a Oriente de Occidente sino también a la Historia de las historias. Ese entrar y salir y volver a entrar es el oficio del escritor.</p> <p style="text-align: justify;">Y fue también en su hora más sombría –fatwa funcionando como hechizo fatal en un cuento más de brujas que de hadas, precio a su vida y obra– cuando, en 1990, el entonces recluso y fugitivo Rushdie publicó Harún y el mar de las historias como ofrenda para un hijo, Zafar, al que no podía ver y como transparente defensa de la libertad de expresión y condena a la "oficialidad" otorgada por el poder a ciertas versiones de lo supuestamente real. Aquel pequeño gran libro ofrecía poema en lugar de dedicatoria, donde se rimaba la tristeza de un padre ausente: "Mientras vago por donde no puedes verme / Lee, y tráeme a casa contigo".</p> <p style="text-align: justify;">Veinte años después, más tranquilo, Rushdie insiste a pedido de otro hijo, Milan, al que le debía un libro como el ofrecido a su hermano mayor.</p> <p style="text-align: justify;">Y muchas cosas han cambiado desde que Harún salvó a todas las historias del mundo. Ya no está Khomeini, llegó Harry Potter y los jóvenes del universo flotan en galaxias digitales transformados en avatares de su propia elección y diseño. Pero –intacto, invulnerable– permanece ese mismo "tono de voz" al que en su momento se refirió Rushdie como indispensable a la hora de fundir satisfactoriamente a lo adulto con lo juvenil. Tono que dijo haber detectado en las fábulas indias, en Esopo, en Jorge Luis Borges y en Italo Calvino; cadencia también presente en la panorámica e histórica e histérica fábula para mayores que fue su anterior La encantadora de Florencia.</p> <div style="text-align: justify;"><div style="width: 232px;"><img src="http://www.pagina12.com.ar/fotos/libros/20111204/notas_i/sl28fo02.jpg" alt="" /><span style="font-size:78%;">Luka y el Fuego de la Vida. Salman Rushdie Mondadori 206 páginas</span> </div> </div> <p style="text-align: justify;">Y Luka y el Fuego de la Vida –como Harún...– reincide en las figuras de un padre y un hijo, en los problemas del primero y en el segundo como proveedor de una solución a esos problemas. Aquí, una noche, Rashid Khalifa (recordar que el progenitor de Luka también se llamaba Rashid; y descubrir que la incrédula y racional madre de Luka y Harún se llama Soraya y, sí, magia, resulta que Luka es el hermano menor de Harún) cae dormido para ya no levantarse. Y Luka Khalifa deberá partir –atravesar la membrana que comunica con el Mundo de la Magia– en busca del despertador de una cura mágica. Lo que sucede a continuación –y es mucho lo que sucede y es amplio el reparto de personajes y son cuantiosos los habituales juegos de palabras del autor y sus guiños cómplices a la antigua mitología y a la cultura popular, incluyendo a un doble vampírico paternal de nombre Nopapadie, un automóvil DeLorean, aquel de Regreso al futuro, una raza de dragones transformer y un navío de nombre Argo– no resiste ni se merece las cadenas de un resumen. Como ocurre con los mejores relatos fantásticos, toda gracia y magia y sorpresa se pierde al sintetizarlos. Hay que abrir la puerta –y Rushdie es un gran abridor de puertas– para ir a jugar y pasarla tan pero tan bien.</p> <p style="text-align: justify;">Pero sí conviene revelar y anticipar algo: el profundo trance del que es prisionero el ya crepuscular Rashid tiene que ver –de nuevo, como en Harún...– con su creciente dificultad para imaginar cuentos dignos de ser contados. Y es Luka –acompañado por sus mascotas Oso el perro y Perro el oso– el encargado de partir en busca del Fuego de la Vida, ardiendo en la cima del Monte de la Sabiduría, que revitalizará la potencia narradora de su padre. Y, claro, abundan los retos y las pruebas y los desafíos que Rushdie va ordenando en un crescendo que remite –y hay más de una amigable burla a todo eso– directamente a los modales y taras y adicciones de los videojuegos: esas "cajas de realidad alternativa" donde el Mal acecha seduciendo con "High Definitions y bajas expectativas". Así, vidas extra, poderes a aumentar, contrincantes pixelados, El jugador de Bagdad y Los mil y uno stages. Por encima de tanta gracia y diversión en algo que podría definirse como Tron o The Matrix reprogramadas por Lewis Carroll con una ayudita de Groucho Marx (vaya como ejemplo que la aversión de Soraya a las consolas se define como "in-consola-ble") fluye una melancólica y subterránea corriente. La de lo que ocurre cuando un padre es consciente y debe comunicar a quien lo sucederá lo limitado de sus habilidades y ese horizonte final cada vez más cercano. Un final que no es feliz ni triste. Es nada más y nada menos que un final.</p> <p style="text-align: justify;">Lo que vendrá –parece ser, así lo ha informado el autor en una entrevista en The Paris Review del 2005– volverá a ser un nuevo cruce de las fronteras que separan a lo inimaginable de lo imaginativo: los muy esperados journals escritos durante el cautiverio de Rushdie, un proyecto de novela bien british y multigeneracional à la Anthony Powell a titularse Careless Matters, y una saga mestiza combinando la sci-fi con el noir ("algo así como una cruza entre Blade Runner y el Touch of Evil de Orson Welles") respondiendo al nombre de Parallelville.</p> <p style="text-align: justify;">Mientras tanto y hasta entonces, Salman Rushdie vuelve a ganar la partida.</p> <p style="text-align: justify;">Y, con él, ganamos todos.</p> </div> </div>delcastilloencantado.blogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/00460248013275241355noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6090161686163100620.post-32378520495625923552011-11-08T03:18:00.000-08:002011-11-08T03:19:21.485-08:00El destino final de las bibliotecas de escritor<div class="post-header"> </div> <div class="post-body entry-content" id="post-body-6825987232259144352"> <blockquote><div style="text-align: justify; font-weight: bold;">Borges decía que ordenar una biblioteca era la forma más sutil de practicar la crítica literaria, lo que llevó a Felipe Benítez Reyes a escribir que hacer una mudanza es la forma más brutal de hacer crítica literaria. De esa brutalidad necesaria se suelen aprovechar los libreros de viejo, críticos literarios ellos también, cuya táctica en ocasiones parece ser hundir prestigios con precios insignificantes o alzar a escritores menores con precios abusivos<br /></div></blockquote><a href="http://4.bp.blogspot.com/-tnj89tujpw4/TrkOwwHl0tI/AAAAAAAAJGM/V-o6raz0Rlc/s1600/Bola%25C3%25B1o.%2BVila-%2BMatas.%2BRibeyro....jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 360px; height: 300px;" src="http://4.bp.blogspot.com/-tnj89tujpw4/TrkOwwHl0tI/AAAAAAAAJGM/V-o6raz0Rlc/s400/Bola%25C3%25B1o.%2BVila-%2BMatas.%2BRibeyro....jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5672581436363100882" border="0" /></a>Bolaño, Vila-Matas, Trapiello y Ribeyro, escritores y el destino de sus bibliotecas personales. <span style="color: rgb(102, 102, 102);">foto.fuente:</span><a style="color: rgb(102, 102, 102);" href="http://elcultural.es/">elcultural.es</a><br /><br /><div style="text-align: justify;">Chamarileros de primeras ediciones, obras dedicadas y desechos de tienta, gremio que carga con muchos tópicos, pueden vanagloriarse de haber sido de los primeros en haber intuido la potencia mercantil de Internet: desde mediados de los noventa empezaron a multiplicar su clientela gracias a la red. Los tópicos acerca del polvo de sus zaquizamíes ya carecen de sentido: muchas de ellas han dejado de ser tiendas donde un cazador puede encontrar una gran pieza por poco precio, para convertirse en webs donde cada vez es más difícil cazar un mirlo blanco.<br /><br /><span id="ctl00_ctl00_ContentMaster_ContentArticulo_textoLabel">Vi en el catálogo de la librería barcelonesa El Astillero un libro mío, mi primer libro, <em>Veinticinco años de éxitos</em>, publicado por una taberna sevillana en edición de 300 ejemplares, y dedicado por su autor a "importante escritor catalán". Lo compré: aunque no me hubiera picado la curiosidad por saber quién era el importante escritor catalán, que me picaba, lo hubiera comprado porque no tenía ningún ejemplar de ese libro, y el único que estaba a la venta en internet había sido tasado en 120 euros (ya digo que los libreros de viejo alzan a autores menores con sus precios inverosímiles: es una de las pocas cosas buenas que tiene ser un autor menor). <strong>Me llegó el libro, y allí estaba mi dedicatoria del 93 a Enrique Vila-Matas.</strong> Supuse que Vila-Matas había hecho brutal crítica literaria mudándose, y agradecí mucho que su mudanza y su crítica literaria brutal me permitiera recuperar un ejemplar de mi primer libro (nada que ver con el mosqueo que Paul Theroux cogió cuando un día encontró un libro suyo dedicado a su amigo Naipaul en una librería de Londres). Indagué en la página de El Astillero y, en efecto, se veía que Vila-Matas se había mudado: había decenas de libros dedicados a él, quizá porque el autor de <em>Bartleby y Compañía</em> no prevé que en Barcelona le vayan a abrir una Fundación, que es uno de los destinos posibles para la biblioteca de un escritor.</span><br /><br /><span id="ctl00_ctl00_ContentMaster_ContentArticulo_textoLabel"><strong>Cenizas literarias</strong></span><br /><span id="ctl00_ctl00_ContentMaster_ContentArticulo_textoLabel">Pero si hay un caso espectacular de venta de biblioteca de escritor, contado por el propio escritor, ése es el de Julio Ramón Ribeyro: tampoco confiaba en que le hicieran una Fundación, y entre ser celebrado en el futuro e intoxicarse en el presente, eligió lo segundo con muy buen tino. Cuenta en su espléndido relato autobiográfico "Sólo para fumadores" cómo en el París de los 60, sin dinero para procurarse los Gauloises que le ayudaban a cruzar cada jornada, no tuvo más remedio que ir llevando su biblioteca a los <em>bouquinistas</em> del Sena, sus adorados libros franceses, algunos de autores latinoamericanos dedicados. Todos ellos le decepcionaron. Primeras ediciones de poetas surrealistas, con los que pensaba que podía comprarse un estanco entero, apenas le dieron para un paquete de Players. <strong>Una primera edición de Balzac le alcanzó para comprarse dos paquetes de Lucky. Flaubert estaba mejor cotizado y pudo fumar una semana entera Gauloises gracias a sus libros.</strong> Pero aún<em> le quedaba una humillación por sufrir al peruano: en su biblioteca sólo quedaban diez ejemplares de Los gallinazos sin pluma</em>, su primer libro, impreso en humilde edición limeña por un amigo suyo. Los llevó al librero de viejo que mejor lo había tratado y el librero, al ver la tosca edición, le dijo: no, por aquí no paso, vaya a Gibert, que compra libros al peso. Eso hizo. Pesaron los diez ejemplares y le dieron monedas suficientes para que se comprara un paquete de Gitanes. Su biblioteca, literalmente se hizo humo. Busco en <em>abebooks</em> ahora y veo que hay sólo un ejemplar de <em>Los gallinazos...</em> a la venta: lo tiene un librero americano en 250 dólares. Dan para muchos cigarrillos.</span><br /><br /><span id="ctl00_ctl00_ContentMaster_ContentArticulo_textoLabel">Quizá por eso, el destino que muchos escritores prefieran para sus libros sea el de la Fundación. Es el que, por ejemplo, eligió para su biblioteca Caballero Bonald,custodiada ahora en la sede de la Fundación que lleva su nombre en Jerez de la Frontera.</span><br /><br /><span id="ctl00_ctl00_ContentMaster_ContentArticulo_textoLabel"><strong>¿Hangares con goteras?</strong></span><br /><span id="ctl00_ctl00_ContentMaster_ContentArticulo_textoLabel">Allí pueden acudir críticos y estudiosos de la generación del 50 para curiosear en las dedicatorias que sus compañeros de viaje estampaban en los ejemplares que regalaban a Pepe Caballero. Bonald fue secretario, durante largo tiempo, de Camilo José Cela, cuya inmensa biblioteca, una de las mejores de su época, saltó hace poco a las páginas de actualidad de los periódicos porque buena parte de ella, según los trabajadores de la Fundación Cela, se guardaba en cajas olvidadas en un hangar con goteras.</span><br /><br /><span id="ctl00_ctl00_ContentMaster_ContentArticulo_textoLabel">Insisto, ser columna vertebral de una Fundación parece ser el destino natural en España de las bibliotecas de los escritores que hayan tomado estas precauciones: vivir lo suficiente como para inspirar una Fundación, y haber nacido en una villa no muy grande, porque los Ayuntamientos de las grandes ciudades no están para gaitas. <strong>Alguno de esos pueblos tienen a la Fundación del escritor patrio como fuente de ingreso, fomentando el turismo.</strong> En Moguer está la Fundación J.R.J, que conserva una pequeña parte de la biblioteca del poeta, biblioteca que pasó por varios avatares novelescos, pues fue robada, a punta de pistola, por eminentes intelectuales falangistas, encabezados por Félix Ros, en cuanto fue tomado Madrid. En Moguer los libros de la biblioteca de JRJ sólo hacen bonito, simbolistas franceses y volúmenes modernistas: forman parte de la decoración. El grueso de su biblioteca y archivo está en Río Piedras, en la Universidad de San Juan de Puerto Rico. Peor suerte le cupo a la biblioteca de Aleixandre, imaginen con qué volúmenes: no inspiró al Ayuntamiento de Madrid ninguna Fundación. Legada por el Nobel a Carlos Bousoño, cuando se trataba de venderla al Centro de la Generación del 27 de Málagala familia de Aleixandre interpuso una demanda que la justicia acabó desestimando.</span><br /><br /><span id="ctl00_ctl00_ContentMaster_ContentArticulo_textoLabel"><strong>La biblioteca de J. M. Alfaro</strong></span><br /><span id="ctl00_ctl00_ContentMaster_ContentArticulo_textoLabel">El Centro de la Generación del 27, que dirige Mesa Toré, tiene, en efecto, como columna vertebral una espléndida biblioteca formada por varios imponentes fondos bibliográficos y una imprenta, la mítica Minerva donde Altolaguirre y Prados imprimieron las primeras cosas de muchos de sus compañeros de generación. La biblioteca del 27 se alimenta sobre todo de donaciones (sin ser exhaustivo, tienen los archivos de Pérez Clotet, Emilio Prado, Souvirón o Moreno Villa), pero también de compras efectuadas a los dueños de las bibliotecas: por ejemplo <strong>le compraron la extensa biblioteca y el no menos extenso archivo al poeta Francisco Giner de los Ríos con la condición de que no se integrara en la biblioteca del Centro hasta que le llegara la hora de la muerte.</strong> También se le compró el archivo María Teresa León-Rafael Alberti a Aitana Alberti, y el de Leopoldo Panero a sus herederos.</span><br /><br /><span id="ctl00_ctl00_ContentMaster_ContentArticulo_textoLabel">Sobre la biblioteca de éste último corrían en el Madrid de la movida excelentes anécdotas acerca de cómo <strong>Michi Panero iba desmigajando la biblioteca de su padre para pagarse sus cosas, poquito a poco; lo mismo que se decía que hacía el hijo de Giménez Caballero</strong>: el Rastro de aquellos años parecía, por lo que ofrecía, una librería del Cecil Court de la buena época en la que Cyrill Connolly escribió: "las dos palabras más detestables de cualquier idioma son segunda edición". También, según recuerda el coleccionista Marco Antonio Iglesias, se ponía a vender pocas cositas cada domingo un señor atildado de pelo blanco, que ofrecía, a precios altos, para que se supiera que sabía lo que vendía, cosas del 27 y el 98. Todas ellas tenían una sola en común: estaban dedicadas a José María Alfaro, escritor hoy olvidado. La de Alfaro era una excelente biblioteca porque le gustaba coleccionar, y tenía muchos amigos escritores que el tiempo ha revitalizado -Foxá, Sánchez Mazas, Ruano, Torrente...</span><br /><br /><span id="ctl00_ctl00_ContentMaster_ContentArticulo_textoLabel">No todas las bibliotecas de escritor, naturalmente, son buenas bibliotecas: algunas sólo resultan útiles como meros espejos del escritor que fue su propietario, y despedazadas en un rastro, no vale mucho si ese escritor, además, no tuvo demasiados amigos que le dedicaran sus libros. Pero nunca se sabe qué biblioteca será más valiosa en el futuro: hay bibliotecas que hoy mismo no valdrían demasiado en una subasta -supongamos, la de alguien de mi generación, que no compra primeras ediciones, pero es tan simpático que todos los escritores de la generación anterior y la posterior le envían sus libros dedicados pero que quizá dentro de 20 años multiplique su valor actual. Y es que los libreros de viejo, por muy independientes que se digan, cada vez siguen más las consignas de la actualidad, de donde <strong>una primera edición de <em>Los detectives salvajes</em> de Roberto Bolaño, publicada en 1998, ronde los 300 euros, mientras que una primera edición de <em>La verdad sobre el caso Savolta</em>, publicada en 1975, no llegue a los 50. </strong></span><br /><br /><span id="ctl00_ctl00_ContentMaster_ContentArticulo_textoLabel"><strong>Cazadores de rastros</strong></span><br /><span id="ctl00_ctl00_ContentMaster_ContentArticulo_textoLabel"><strong>Los rastros, las almonedas, son bancos sin fondo. Quien más sabe de ello es Bonet y Trapiello, que van en singular en esta ocasión como Ortega y Gasset</strong>: aunque cada uno tenga su biblioteca, todos los que hablan de ellos como cazadores de el Rastro parece que se refieren a un solo personaje. Es una broma, claro. Trapiello ha escrito las páginas más hermosas sobre el lugar: sacadas de su <em>Salón de Pasos Perdidos</em>, podrían formar un volumen exento que tomara el testigo de la obra maestra de Gómez de la Serna. Bonet todavía encuentra cosas increíbles -La sombra de una princesa de Isaac Muñoz, la plaquette futurista de Julius Evola- jugando con dos circunstancias: su enciclopédica información y la ignorancia del que sólo está vendiendo papel. </span><br /><br /><span id="ctl00_ctl00_ContentMaster_ContentArticulo_textoLabel">De rastros sabe también mucho José Carlos Cataño, que mantiene un blog sobre sus correrías de amanecida en los Encantes, Barcelona. La Universidad de Sevilla publica en estos días su libro De rastros y encantes, donde da buena cuenta de sus venturas y desventuras: es un libro delicioso. En cuanto al tema que nos concierne, bibliotecas de grandes escritores que se despedazan en las almonedas, cuenta que en efecto ha visto hace pocos domingos muchos libros dedicados a un importante autor barcelonés en el mercado de Sant Antoni, y que curiosamente ese mismo autor se pilló un cabreo de gran hombre cuando vio en una librería de viejo muchos de sus libros, dedicados por él, y vendidos por aquel al que se los dedicó. Cataño, me dice, ya no dedica libros a gente que no conoce: los manda con una tarjetita. Porque los críticos, naturalmente, son los que más a menudo hacen brutal crítica literaria llamando a un librero de viejo para que se lleven varias cajas de novedades al mes: ningún crítico vive en una casa tan grande como para acoger todo lo que los críticos reciben al año. <strong>Rafael Conte depositaba cajas y cajas de libros en las casetas de la Cuesta de Moyano, y allí podía ir uno a ver las dedicatorias halagadoras con que tantos narradores temerosos le doraban la píldora</strong>. Dice Cataño que en los Encantes una buena mañana dio con toda una biblioteca de libros de un crítico de La Vanguardia: podía entender que el crítico se hubiese deshecho de aquellos cientos de libros, lo que no era comprensible era que ensuciase cada tomo con su ex libris. ¿Quería que se supiera que aquellos libros habían merecido su desprecio? Puede ser. La verdad sea dicha, es fácil comprender a los críticos: uno, sin serlo, practica a veces esa modalidad de la crítica literaria que es la mudanza y se ve obligado a desprenderse de decenas de volúmenes. Quien sabe mucho de bibliotecas de autores importantes es Jesús Marchamalo, que se sumergió en la de Cortázar para desvelarnos a un lector minucioso que ensuciaba los libros con sus anotaciones.</span><br /><br /><span id="ctl00_ctl00_ContentMaster_ContentArticulo_textoLabel">Marchamalo publica en estos días <em>Donde se guardan los libros</em>, una serie de entrevistas a autores actuales cuyas bibliotecas visita. Ahí nos enteramos de que Vargas Llosa, que tiene la biblioteca dividida en varias ciudades, puntúa cada libro que lee del 1 al 20; que el infierno está para Gamoneda arriba, en un desván donde guarda los libros que no va a volver a abrir, y que para Pérez-Reverte el infierno está abajo, en un sótano donde quedan los libros que no le interesan y del que raramente escapa algún volumen (ahí tiene <em>Los Detectives Salvajes</em> de Bolaño, por ejemplo). Imposible no preguntarse, al ver las buenas fotos que ilustran el libro, cuáles de estas bibliotecas serán un día columna vertebral de una Fundación o serán expuestas al viento de los libreros.</span><br /><br /><span id="ctl00_ctl00_ContentMaster_ContentArticulo_textoLabel">Pero acabar como ombligo de una Fundación o ser despedazada por los herederos no son los únicos destinos posibles para las bibliotecas de los escritores. En Estados Unidos, las Universidades suelen pelearse por conseguir que, mientras están vivos, los escritores les cedan los derechos sobre sus archivos y bibliotecas, a veces a cambio de un estipendio o incluso de un puesto: allí consideran que la escritura creativa puede ser una asignatura. En España no parece que muchas universidades estén aún por la labor de comunicarse con escritores provectos para preguntarles qué destino han pensado para sus bibliotecas, pero hay quien, como Francisco Rico, según Marchamalo, se está deshaciendo de una parte importante de su biblioteca para entregarla a la de su Universidad, imponiéndo una condición: <strong>que no aparquen sus libros en una sala especial que lleve su nombre, sino que se integren en el fondo de la Biblioteca. </strong></span><br /><br /><span id="ctl00_ctl00_ContentMaster_ContentArticulo_textoLabel"><strong>Secretos de estanterías</strong></span><br /><span id="ctl00_ctl00_ContentMaster_ContentArticulo_textoLabel">Lamentablemente que un escritor ceda su biblioteca a una Universidad, por muy americana que sea, no es garantía de haberle asegurado el futuro. Durante sus últimos años de docencia, Américo Castro, que después de la guerra dio clases en muchas universidades norteamericanas, quiso que el destino de su espléndida biblioteca fuese la Universidad de San Diego (California). <strong>Allí se quedaron, hasta que muchos de ellos sufrieron la mentecatez de un expurgo realizado por un analfabeto (bendito sea), que decidió liquidar los fondos de la biblioteca de Castro sacándolos en cajones para que quien pasara por allí se llevara lo que le apeteciese.</strong> Gracias al mentecato unos cuantos libreros de viejo hicieron su agosto: libros de Salinas, Guillen, Juan Ramón, Aleixandre, Alberti, Cernuda, dedicados, todos ellos con el ex libris de Américo Castro en la guarda delantera, dejaron de pertenecer a la biblioteca de Américo Castro para hacer felices a coleccionistas de todo el mundo.</span> <br /> <br /> </div><div style="text-align: justify;" class="rtsDespiece"> <span id="ctl00_ctl00_ContentMaster_ContentArticulo_despieceLabel"><h2><strong>Andrés Trapiello</strong></h2><br />Confiesa Andrés Trapiello, avezado cazador de bibliotecas, que "cuando se vende un libro viejo suele ser porque ha muerto su dueño, porque necesita el dinero o porque ha dejado de gustarle o no le gusta lo suficiente como para seguir teniéndolo consigo. Así que cada libro viejo viene con una historia. Y todo es relativo: los libros, aunque se hayan pagado por ellos millones, no siempre están en las mejores manos. La rueda de la fortuna también rige para los libros, que un día están mejor y otros peor, según con quién. En mi caso, los viejos han sido la alegría en la casa del pobre, y ha durado mucho".<br /><br />A él, por ejemplo, le hizo ilusión encontrar en el Rastro la primera edición de La Fontana de Oro, dedicada por Galdós a José María de Pereda. "Pereda se quejó años despues de que Galdós no le enviara los libros dedicados", explica. También se ha topado con obras suyas dedicadas, "mías y de todo el mundo. Y entonces pienso en lo que decía en la primera pregunta, pero me alegra saber que quizá su segunda vida sea mejor que la primera". De su biblioteca, en cambio, afirma no saber cuál será su destino, pero le gustaría que sus libros "acabaran en manos de gentes que los estimaran y cuidaran, y sólo en el supuesto de que fueran a leerlos. Nada de bibliófilos que tienen los libros en las paredes como esos trofeos de caza tan fúnebres"<br /><br />¿Las bibliotecas de un coetáneo más valiosas en el futuro? "De las que conozco, la de Abelardo Linares y la de Bonet."<br /><br /><hr /> <h2><strong>José Carlos Cataño</strong></h2><br />"Salvo la vez en que un sabio notario barcelonés legó su inmensa biblioteca a todo aquel que se interesara por sus libros, las bibliotecas las he ido encontrando troceadas. De eso hablo en De rastros y encantes. Yo sólo soy un modesto encontrador, y sé que no se encuentra lo que se busca, sino lo que nos despierta el deseo de encontrar algo algún día. Por lejano y curioso, recuerdo una Antología de haikais japoneses antiguos y modernos, un ejemplar dedicado, de los cien que se tiraron en Tokio en 1930, de Kasai Shizuo, que vivió en el Madrid de los años veinte".<br /><br />A juicio de Cataño, "los hijos de los escritores que acaban saldando sus libros no suelen tener la culpa de su ignorancia, que es lo que suelen heredar. Peor me parecen la ignorancia y el desprecio de las instituciones, por no hablar de las viudas, viudos y albaceas que tratan de reescribir la trayectoria de un escritor. En mi caso me he encontrado en almonedas y librerías de viejo con libros míos dedicados menos veces de las deseables y menos los títulos que más me interesan para volver a regalar. Pero los milagros existen: hace poco me encontré, en un ejemplar dedicado a Vila-Matas, el original mecanográfico de una conferencia mía, "La mujer de Lot". Y confiesa sus dudas: si tuviera que señalar una biblioteca a saquear de un contemporáneo, se debate "entre la de Juan Manuel Bonet y la de Trapiello".</span> </div> </div>delcastilloencantado.blogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/00460248013275241355noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6090161686163100620.post-22495557347745904932011-08-23T06:48:00.000-07:002011-08-23T06:49:15.647-07:00Leer sin fundamento <div class="post-header"> </div> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; font-weight: bold;"><span style="" lang="ES-VE"></span></p><div style="text-align: justify;"><blockquote style="font-weight: bold;"><span style="" lang="ES-VE">El autor plantea que<span style="font-style: italic;"> </span></span><span style="font-style: italic;" lang="ES-VE">leer es un acto en sí mismo infundado pero que paradójicamente se halla condicionado por el consenso relativo de cualquier gusto imperante, o por los dictados de críticos prestigiosos</span></blockquote></div>
<br /><div style="text-align: justify;"><a href="http://4.bp.blogspot.com/-htEIjwin2JI/TlOmuraITnI/AAAAAAAAH6g/dywOVQEARr4/s1600/sabana-para-leer-1.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 350px; height: 233px;" src="http://4.bp.blogspot.com/-htEIjwin2JI/TlOmuraITnI/AAAAAAAAH6g/dywOVQEARr4/s400/sabana-para-leer-1.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5644038078881877618" border="0" /></a><span style="font-style: italic;" lang="ES-VE">No se cómo, cuándo, ni por qué empecé a leer. Pero si sé porque he continuado leyendo</span><span style="font-weight: bold;" lang="ES-VE">.</span><span style="color: rgb(102, 102, 102);" lang="ES-VE">foto:archivo.fuente:colaboración</span><span style="font-weight: bold;" lang="ES-VE">
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<br />Desde siempre me recuerdo leyendo; viviendo ilegalmente, como un intruso, en las historias invisibles y los cosmos virtuales que emergen desde los 28 signos del alfabeto. Con el poder de un demiurgo la tinta se desliza, permutándose, proliferando, sobre la tersa superficie de un papel que siempre tendría que ser como una placenta para mis ensueños y confrontaciones.</span> </div><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; font-weight: bold;"><span style="mso-ansi-language:ES-VE" lang="ES-VE">No se cómo, cuándo, ni por qué empecé a leer. Pero si sé porque he continuado leyendo.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; font-weight: bold;"><span style="mso-ansi-language:ES-VE" lang="ES-VE">No obstante, hay tiempos aciagos en que abatido por el aburrimiento no encuentro qué leer. Me aburren y abrumaban los textos que no alcanzan a procurarme ese exquisito, excepcional y maravilloso placer catártico, ese conocimiento abisal, esa abreacción que siempre busco en la lectura. De ninguna manera afirmo que no existan todavía muchas obras maestras dignas de ser leídas, que no he leído, y que podría leer. Solo afirmo que únicamente quiero leer lo que me de la gana. Lo que me satisfaga esa gana de placer y sabiduría heterodoxa, esa gana de terror sublime o de carcajada o compasión sonriente. Sólo quiero seguir la muy arbitraria, caprichosa y conspicua veleidad de mis apetencias. Sólo deseo leer lo que extáticamente agite mis númenes y fantasmas insaciables o señale mis máscaras innombrables. Cuando no encuentro qué leer, entonces, quiero y pretendo escribir la historia soñada que yo mismo ansiaría leer.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; font-weight: bold;"><span style="mso-ansi-language:ES-VE" lang="ES-VE">Sin ninguna culpa saboreo el mortífero sopor que me provocan el <i style="mso-bidi-font-style:normal">Ulises</i> de Joyce o los textos de Antonio Lobo Antunes. Antes de hastiarme alcancé a leer algunas páginas de <i style="mso-bidi-font-style:normal">Los detectives salvajes</i>. Y como sé muy bien que son reputados literatos, no me atrevo a removerlos de mi congestionada mesa de noche donde reposan, injustamente, junto a los otros libros que tal vez nunca leeré, a los que apenas pude comenzar y no supe continuar leyendo, o <span style="mso-spacerun:yes"> </span>a los que sólo puedo leer de vez en cuando, distraídamente y entre bostezos. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; font-weight: bold;"><span style="mso-ansi-language:ES-VE" lang="ES-VE">De manera muy distinta, a veces, recuerdo el vulgar deleite que en alguna época me depararon las novelitas de Corín Tellado. Como olvidar la veleidosa fruición del inolvidable Salgari, de quien perseguí la continuación de una de sus historias para conocer el desenlace, insoportablemente interrumpido, al final de un libro que continuaba en otro, al que durante años y años busqué sin lograrlo encontrar hasta que un hada milagrosa tuvo la muy sesuda y suspicaz ocurrencia de regalármelo. Como olvidar esa emoción impura y exultantemente hollywoodense de los <i style="mso-bidi-font-style: normal">bestsellers</i> que redactan<span style="mso-spacerun:yes"> </span>aquellos mercenarios de la escritura, que sin ningún empacho pregonan que su negocio es vender novelas.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; font-weight: bold;"><span style="mso-ansi-language:ES-VE" lang="ES-VE">Pero quiero justificar y compensar también los desatinos de mi gusto. A carcajada limpia me he batido con <i style="mso-bidi-font-style: normal">El Quijote</i> y <i style="mso-bidi-font-style:normal">El Buscón</i>. Con gusto he padecido el terror sublime de Poe y Lovecraf, y degustado, sin cansancio ni hastío, el inigualable placer de leer a Proust. Desde el conocimiento abisal que procuran Artaud, Sade, Bataille y Castaneda, cualquiera puede arrojarse en la catársis que desatan <i style="mso-bidi-font-style:normal">Edipo</i> y <i style="mso-bidi-font-style:normal">Segismundo</i>. Cada vez que puedo rescato la abreacción que procuran siempre las gestas insumisas de <i style="mso-bidi-font-style:normal">Don Juan</i>, <i style="mso-bidi-font-style: normal">Fausto</i> y Henry Miller. Aunque las sospechosas apariencias así lo indiquen, no haré ninguna otra enumeración para no pecar de recalcitrante pedantería </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; font-weight: bold;"><span style="mso-ansi-language:ES-VE" lang="ES-VE">André Guide no quiso, no supo, o no pudo leer a Proust. En su época de aparición casi nadie leyó a <i style="mso-bidi-font-style: normal">Moby Dick</i>. Durante la edad neoclásica Shakespeare dejó de ser<span style="mso-spacerun:yes"> </span>leído como un gran autor hasta que de nuevo lo reivindicaron los románticos. Algún lector ilustrado exaltaba a Vargas Vila en detrimento del mequetrefe de Proust. Insignes editores no han sabido leer a grandes literatos. No alcanzo a imaginar la desazón metafísica del infeliz editor que no supo leer en el<i style="mso-bidi-font-style:normal"> Código Da Vinci</i> las posibilidades de ventas millonarias.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; font-weight: bold;"><span style="mso-ansi-language:ES-VE" lang="ES-VE">Con estos ejemplos solo pretendo argüir que el acto de la lectura carece de cualquier fundamento que lo regule y legitíme objetivamente, más allá de sí mismo, o con respecto a las normas de alguna verdad superior de donde deduciría su validez.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; font-weight: bold;"><span style="mso-ansi-language:ES-VE" lang="ES-VE">Leer es un acto en sí mismo infundado pero que paradójicamente se halla condicionado por el consenso relativo de cualquier gusto imperante, o por los dictados de críticos prestigiosos. Los parámetros de cualquier estética determinada se absolutizan para encomiar los valores que la representan y demeritar lo que no responde a sus dictados.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; font-weight: bold;"><span style="mso-ansi-language:ES-VE" lang="ES-VE"> </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; font-weight: bold;"><span style="mso-ansi-language:ES-VE" lang="ES-VE">Si el gran Gide no supo leer a Proust fue porque la burbuja dorada de sus propios dogmas se lo impidió. Shakespeare no encajaba en los cánones neoclásicos.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Rechazaron al<i style="mso-bidi-font-style:normal"> Código Da Vinci </i>porque no respondía a la visión de mercado que guiaba a esa desgraciada editorial. El prestigio y los premios literarios también obedecen a esa dinámica arbitraria del juicio de lectura sesgado por el prejuicio estético o por una determinada escuela crítica o ciertas exigencias políticas o culturales. Ninguna objetividad es posible en la lectura porque nunca han existido verdaderos principios fundamentales que la sustenten. En la edad del nihilismo nos toca leer sin fundamento. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; font-weight: bold;"><span style="mso-ansi-language:ES-VE" lang="ES-VE">Parafraseando a Nietzsche -en la interpretación de G. Vattimo- el nihilismo es la situación en la que el hombre reconoce explícitamente la ausencia de fundamento como constitutiva de su propia condición.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; font-weight: bold;"><span style="mso-ansi-language:ES-VE" lang="ES-VE"> </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; font-weight: bold;"><span style="mso-ansi-language:ES-VE" lang="ES-VE">Para leer sin fundamento es preciso desatar dentro de nuestra subjetividad lo que Foucault<span style="mso-spacerun:yes"> </span>llamó una lucha transversal que deconstruya los pretendidos fundamentos culturales que nos sujetan y predeterminan como si fuesen verdades absolutas. Fundamentos que no pueden ser fundamento por que son simples construcciones o consensos relativos a una época,<span style="mso-spacerun:yes"> </span>visión de mundo, o tendencia estética. También seria preciso enfrentar críticamente los supuestos fundamentos que podrían hallarse implícitos o expuestos en el texto leído como si fuesen la representación de alguna verdad trascendente.<span style="mso-spacerun:yes"> </span></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; font-weight: bold;"><span style="mso-ansi-language:ES-VE" lang="ES-VE"> </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; font-weight: bold;"><span style="" lang="ES-VE">Leer sin fundamento implica abrirse completamente al texto para que su otredad misteriosa, para que su alteridad interrogante relativice nuestros dogmas, rompa nuestra burbuja dorada. Por esto tengo en mi mesa de noche atestada de todos aquellos libros que no he sabido leer. Espero que su potencial influjo destruya un día las resistencias inconscientes que me sobredeterminan para lograr, por fin, leer el <i style="mso-bidi-font-style: normal">Ulises</i> de Joyce.</span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; font-weight: bold;"><a href="http://simonjanicas-sacrilegio.blogspot.com/"><span style="" lang="ES-VE">Simón Jánicas</span></a></p>delcastilloencantado.blogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/00460248013275241355noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6090161686163100620.post-37316503219756626692011-07-25T04:15:00.000-07:002011-07-26T03:29:29.922-07:00El arte de contar historias<div class="post-header"> </div> <div class="post-body entry-content"><blockquote><div style="text-align: justify;"><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">"Hablar de lo que supongo la más antigua forma de poesía: la épica. Ocupémonos de ella un momento</span>"<br /></div></blockquote><a href="http://2.bp.blogspot.com/-b71TCbHGXi8/Ti1MzNX2PSI/AAAAAAAAHiw/yrTxmL8I01s/s1600/borgesentreespejos.jpeg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 197px; height: 256px;" src="http://2.bp.blogspot.com/-b71TCbHGXi8/Ti1MzNX2PSI/AAAAAAAAHiw/yrTxmL8I01s/s400/borgesentreespejos.jpeg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5633243151557082402" border="0" /></a><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Jorge Luis Borges:</span><span style="font-style: italic; color: rgb(0, 0, 0);"> Arte poética,</span><span style="color: rgb(0, 0, 0);"> uno de su más raros libros compilados a partir de sus conferencias en inglés y traducido por Justo Navarro</span><span style="color: rgb(0, 0, 0);">.</span><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:78%;" >foto:archivo.fuente:olvidada</span><br /><div style="margin: 3px 0px 0px 28.4px; min-height: 18px; text-align: justify; color: rgb(0, 0, 0);"><br /></div><div style="margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-indent: 28.4px; font-weight: bold; text-align: justify; color: rgb(0, 0, 0);">Las distinciones verbales deberían ser tenidas en cuenta, puesto que representan distinciones mentales, intelectuales. Pero es una lástima que la palabra «poeta» haya sido dividida en dos. Pues hoy, cuando hablamos de un poeta, sólo pensamos en alguien que profiere notas líricas y pajariles del tipo de «With ships the sea was sprinkled far and nigh, / Like stars in heaven» («Con barcos, el mar estaba salpicado aquí y allá como las estrellas en el cielo»; Wordsworth), o «Music to hear, why hear'st thoumusic sadly? / Sweets with sweets war not, joy delights in joy» («¿Por qué, siendo tú música, te entristece la música? / Placer busca placeres, ama el goce otro goce»; Shakespeare). Mientras que los antiguos, cuando hablaban de un poeta –un «hacedor»–, no lo consideraban únicamente como el emisor de esas elevadas notas líricas, sino también como narrador de historias. Historias en las que podíamos encontrar todas las voces de la humanidad: no sólo lo lírico, lo meditativo, la melancolía, sino también las voces del coraje y la esperanza. Quiere decir que vaya hablar de lo que supongo la más antigua forma de poesía: la épica. Ocupémonos de ella un momento. </div><div style="margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-indent: 28.4px; font-weight: bold; text-align: justify; color: rgb(0, 0, 0);">Quizá el primer ejemplo que nos venga a la mente sea <i>La historia de Troya, </i>como la llamó Andrew Lang, que tan certeramente la tradujo. Examinaremos en ella la antiquísima narración de una historia. Ya en el primer verso encontramos algo así: «Háblame, musa, de la ira de Aquiles». O, como creo que tradujo el profesor Rouse: «An angry man –that is my subject. («Un hombre iracundo: tal es mi tema»). Quizá Hornero, o el hombre a quien llamamos Homero (pues ésta es, evidentemente, una vieja cuestión), pensó escribir un poema sobre un hombre iracundo, y eso nos desconcierta, pues pensamos en la ira a la manera de los latinos: «ira furor brevis». La ira es una locura pasajera, un ataque de locura. Es verdad que la trama de la <i>lliada </i>no es, en sí, precisamente agradable: esa idea del héroe malhumorado en su tienda, que siente que el rey lo ha tratado injustamente, emprende la guerra como una disputa personal porque han matado a su amigo y vende por fin al padre el cadáver del hombre al que ha matado. </div><div style="margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-indent: 28.4px; font-weight: bold; text-align: justify; color: rgb(0, 0, 0);">Pero quizá (puede que ya lo haya dicho antes; estoy seguro), las intenciones del poeta carezcan de importancia. Lo que hoy importa es que, aunque Homero creyera que contaba esa historia, en realidad contaba algo mucho más noble: la historia de un hombre, un héroe, que ataca una ciudad que sabe que no conquistará nunca, un hombre que sabe que morirá antes de que la ciudad caiga; y la historia aun más conmovedora de los hombres que defienden una ciudad cuyo destino ya conocen, una ciudad que ya está en llamas. Yo creo que éste es el verdadero tema de la <i>lliada. </i>y, de hecho, los hombres siempre han pensado que los troyanos eran los verdaderos héroes. Pensamos en Virgilio, pero también podríamos pensar en Snorri Sturluson, que, en su más joven edad, escribió que Odín –el Odín de los sajones, el dios– era hijo de Príamo y hermano de Héctor. Los hombres siempre han buscado la afinidad con los troyanos derrotados, y no con los griegos victoriosos. Quizá sea porque hay una dignidad en la derrota que a duras penas le corresponde a la victoria. </div><div style="margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-indent: 28.4px; font-weight: bold; text-align: justify; color: rgb(0, 0, 0);">Tomemos un segundo poema épico, Podemos leerlo de dos maneras. Supongo que el hombre (o la mujer, como pensaba Samuel Butler) que la escribió no ignoraba que en realidad contenía dos historias: el regreso de Ulises a su casa y las maravillas y peligros del mar. Si tomamos la <i>Odisea </i>en el primer sentido, entonces tenemos la idea del regreso, la idea de que vivimos en el destierro y nuestro verdadero hogar está en el pasado o en el cielo o en cualquier otra parte, que nunca estamos en casa. </div><div style="margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-indent: 28.4px; font-weight: bold; text-align: justify; color: rgb(0, 0, 0);">Pero evidentemente la vida de la marinería y el regreso tenían que ser convertidos en algo interesante. Así que, poco él poco, se fueron añadiendo múltiples maravillas. y ya, cuando acudimos a <i>Las mil una noches, </i>encontramos que la versión árabe de la <i>Odisea, </i>los siete viajes de Simbad el marino, no son la historia de un regreso, sino un relato de aventuras; y creo que como tal lo leemos. Cuando leemos la <i>Odisea, </i>creo que lo que sentimos es el encanto, la magia del mar; lo que sentimos es lo que el navegante nos revela. Por ejemplo: no tiene ánimo para el arpa, ni para la distribución de anillos, ni para el goce de la mujer, ni para la grandeza del mundo. Sólo busca las altas corrientes saladas. Así tenemos las dos historias en una: podemos leerla como un retorno a casa y como un relato de aventuras, quizá el más admirable que jamás haya sido escrito o cantado. </div><div style="margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-indent: 28.4px; font-weight: bold; text-align: justify; color: rgb(0, 0, 0);">Pasemos ahora a un tercer «poema» que destaca muy por encima de los otros: los cuatro Evangelios. Los Evangelios también pueden ser leídos de dos maneras. El creyente los lee como la extraña historia de un hombre, de un dios, que expía los pecados de la humanidad. Un dios que se digna sufrir, morir, en la «bitter cross» («amarga cruz»), como señala Shakespeare. Existe una interpretación aun más extraña, que encuentro en Langland. La idea de que Dios quería conocer en su totalidad el sufrimiento humano, que no le bastaba con conocerlo intelectualmente, tal como le era divinamente posible; quería sufrir como un hombre y con las limitaciones de un hombre. Pero quien (como muchos de nosotros) no es creyente puede leer la historia de otra manera. Podemos pensar en un hombre de genio, un hombre que se creía un dios <i>y </i>al final descubre que sólo era Un hombre <i>y </i>que Dios –su dios– lo había abandonado. </div><div style="margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-indent: 28.4px; font-weight: bold; text-align: justify; color: rgb(0, 0, 0);"> Digamos que durante muchos siglos, estas tres historias –la de Troya, la de Ulises, la de Jesús–le han bastado a la humanidad. La gente las ha contado y<i> </i>las ha vuelto a contar una y<i> </i>otra vez; les ha puesto música, las ha pintado. Han sido contadas muchas veces, pero las historias perduran, sin límites. Podríamos pensar en alguien que, dentro de mil o diez mil años, una vez más volviera a escribirlas. Pero, en el caso de los Evangelios, hay una diferencia: creo que la historia de Cristo no puede ser contada mejor. Ha sido contada muchas veces, pero creo que los pocos versículos en los que leemos, por ejemplo, cómo Satán tentó a Cristo tienen más fuerza que los cuatro libros del <i>Paradise Regained. </i>Uno intuye que Milton quizá ni sospechaba la clase de hombre que fue Cristo. </div><div style="margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-indent: 28.4px; font-weight: bold; text-align: justify; color: rgb(0, 0, 0);"> Bien, tenemos estas historias y tenemos el hecho de que los hombres no necesitan demasiadas historias. Imagino que Chaucer jamás pensó en inventar una historia. No pienso que la gente fuera menos inventiva en aquellos días que hoy. Pienso que se contentaba con las nuevas variaciones que se añadían al relato, las sutiles variaciones que se añadían al relato. Esto, además, facilitaba la tarea del poeta. Sus oyentes y lectores sabían lo que iba a decir y podían apreciar las diferencias en su justa medida. </div><div style="margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-indent: 28.4px; font-weight: bold; text-align: justify; color: rgb(0, 0, 0);">Ahora bien, la épica –y podemos considerar los Evangelios una especie de épica divina– lo admite todo. Pero la poesía, como he dicho, ha sufrido una división; o, mejor, por un lado tenemos el poema lírico y la elegía, y por otro tenemos la narración de historias: tenemos la novela. Uno casi siente la tentación de considerar la novela como una degeneración de la épica, a pesar de escritores como Joseph Conrad o Herman Melville. Pues la novela recupera la dignidad de la épica. </div><div style="margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-indent: 28.4px; font-weight: bold; text-align: justify; color: rgb(0, 0, 0);">Si pensamos en la novela y la épica, nos vemos tentados a pensar que la principal diferencia estriba en la diferencia entre verso y prosa, entre cantar y exponer algo. Pero pienso que hay una diferencia mayor. La diferencia radica en el hecho de que lo importante para la épica es el héroe: un hombre que es un modelo para todos los hombres. Mientras, como Mencken señaló, la esencia de la mayoría de las novelas radica en el fracaso de un hombre, en la degeneración del personaje. </div><div style="margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-indent: 28.4px; font-weight: bold; text-align: justify; color: rgb(0, 0, 0);">Esto nos lleva a otra cuestión: ¿Qué pensamos de la felicidad? ¿Qué pensamos de la derrota, de la victoria? Hoy, cuando la gente habla de un final feliz, lo considera una mera condescendencia hacia el público o un recurso comercial; lo consideran artificioso. Pero durante siglos los hombres fueron capaces –de creer sinceramente en la felicidad y en la victoria, aunque sentían la imprescindible dignidad de la derrota. Por ejemplo, cuando la gente escribía sobre el Vellocino de Oro (una de las historias más antiguas de la humanidad), oyentes y lectores sabían desde el principio que el tesoro sería hallado al final. </div><div style="margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-indent: 28.4px; font-weight: bold; text-align: justify; color: rgb(0, 0, 0);">Bien, hoy, si se emprende una aventura, sabemos que acabará en fracaso. Cuando leemos –y pienso en un ejemplo que admiro – <i>Los papeles de Aspern, </i>sabemos que los papeles nunca serán hallados. Cuando leemos <i>El castillo </i>de Franz Kafka, sabemos que el hombre nunca entrará en el castillo. Es decir, no podemos creer de verdad en la felicidad y en el triunfo. Y quizá ésta sea una de las miserias de nuestro tiempo. Me figuro que Kafka sentía prácticamente lo mismo cuando deseaba que sus libros fueran destruidos: en realidad quería escribir un libro feliz y victorioso, y se daba cuenta de que le era imposible. Hubiera podido escribirlo, evidentemente, pero el público habría notado que no decía la verdad. No la verdad de los hechos, sino la verdad de sus sueños. </div><div style="margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-indent: 28.4px; font-weight: bold; text-align: justify; color: rgb(0, 0, 0);">Digamos que, a fines del siglo XVIII o principios del XIX (para qué molestarnos en discutir las fechas), el hombre empezó a inventar tramas. Quizá podríamos decir que la empresa partió de Hawthorne y Edgar Allan Poe, aunque, evidentemente, siempre hay precursores. Como Rubén Darío señaló, nadie es el Adán literario. Pero fue Poe el que escribió que un relato debe ser escrito atendiendo a la última frase, y un poema atendiendo al último verso. Esto degeneró en el relato con truco, y en los siglos XIX y XX la gente ha inventado toda clase de tramas. Estas tramas son a veces muy ingeniosas; si nos limitamos a contarlas, son más ingeniosas que las tramas de la épica. </div><div style="margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-indent: 28.4px; font-weight: bold; text-align: justify; color: rgb(0, 0, 0);">Pero, por alguna razón, notamos en ellas algo artificioso; o, mejor, algo trivial. Si tomamos dos casos –supongamos que la historia del doctor Jekyll y el señor Hyde, y una novela o una película como <i>Psicosis</i>–,<i> </i>puede que la trama de la segunda sea más ingeniosa, pero intuimos que hay más detrás de la trama de Stevenson. </div><div style="margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-indent: 28.4px; font-weight: bold; text-align: justify; color: rgb(0, 0, 0);"> En cuanto a la idea que formulé al principio, la de que sólo existe un número reducido de tramas, quizá deberíamos mencionar esos libros en los que el interés no radica en la trama sino en la variación, en el cambio, de múltiples tramas. Estoy pensando en <i>Las mil y noches, </i>en el <i>Orlando furioso </i>y otras por el estilo. Podríamos añadir también la idea de un tesoro maligno. La tenemos en la <i>Völsunga Saga, </i>y quizá al final de <i>Beowulf: </i>la idea de un tesoro que trae males a la gente que lo encuentra. Aquí podríamos llegar a la idea que intenté desarrollar en mi última conferencia, sobre la metáfora: la idea de que quizá todas las tramas correspondan sólo a unos pocos modelos. Hoy, por supuesto, la gente inventa tantas tramas que nos ciegan. Pero quizá flaquee tal ataque de ingenio y descubramos que todas esas tramas sólo son apariencias de un reducido número de tramas esenciales. Y esto, para mí, está fuera de discusión. </div><div style="margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-indent: 28.4px; font-weight: bold; text-align: justify; color: rgb(0, 0, 0);">Hay que señalar otro hecho: los poetas parecen olvidar que, alguna vez, contar cuentos fue esencial y que contar una historia y recitar unos versos no se concebían como cosas diferentes. Un hombre contaba una historia, la cantaba; y sus oyentes no lo consideraban un hombre que ejercía dos tareas, sino más bien un hombre que ejercía una tarea que poseía dos aspectos. O quizá no tenían la impresión de que hubiera dos aspectos, sino que consideraban todo como una sola cosa esencial. </div><div style="margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-indent: 28.4px; font-weight: bold; text-align: justify; color: rgb(0, 0, 0);">Llegamos ahora a nuestro tiempo, donde encontramos esta circunstancia verdaderamente extraña: hemos vivido dos guerras mundiales, pero, por alguna razón, no ha surgido de ellas una épica; excepto, quizá, <i>Los siete pilares de la sabiduría. </i>En <i>Los siete pilares de la sabiduría </i>encuentro muchas cualidades épicas. Pero el libro está lastrado por el hecho de que el héroe es el narrador, por lo que a veces debe empequeñecerse, humanizarse, hacerse verosímil en exceso. De hecho, se ve obligado a incurrir en los trucos del novelista. </div><div style="margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-indent: 28.4px; font-weight: bold; text-align: justify; color: rgb(0, 0, 0);">Hay otro libro, hoy bastante olvidado, que leí, me parece, en 1915: una novela llamada <i>Le Feu, </i>de Henri Barbusse. El autor era pacifista; era un libro contra la guerra. Pero, en cierta medida, la épica atravesaba el libro (me acuerdo de una magnífica carga con bayonetas). Otro escritor que poseía el sentido de lo épico fue Kipling. Lo comprobamos en un relato tan maravilloso como «A Sahib's War», Pero, de la misma manera que Kipling nunca practicó el soneto, porque consideraba que podía distanciarlo de sus lectores, nunca cultivó la épica, aunque podría haberlo hecho. También recuerdo a Chesterton, que escribió «La balada del caballo blanco», un poema sobre las guerras del rey Alfredo contra los daneses. En él encontramos metáforas muy raras (¡me pregunto cómo me olvidé de citarlas en la charla anterior!): por ejemplo, «mármol como sólida luz de luna», «oro como fuego helado», donde el mármol y el oro son comparados con dos cosas que son aun más elementales. Son comparados con la luz de la luna y el fuego, y no con el fuego exactamente, sino con un mágico fuego helado. </div><div style="margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-indent: 28.4px; font-weight: bold; text-align: justify; color: rgb(0, 0, 0);">En cierta manera, la gente está ansiosa de épica. Pienso que la épica es una de esas cosas que los hombres necesitan. De todos los lugares (y esto podría introducir una especie de anticlímax, pero es un hecho), ha sido Hollywood el que más ha abastecido de épica al mundo. En todo el planeta, cuando la gente ve un <i>western </i>–al contemplar la mitología del jinete, el desierto, la justicia, el sheriff, los disparos y todo eso–, creo que capta la emoción de la épica, lo sepa o no. A fin de cuentas, no es importante saberlo. </div><div style="margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-indent: 28.4px; font-weight: bold; text-align: justify; color: rgb(0, 0, 0);">Ahora bien, no quiero hacer profecías, porque tales cosas son arriesgadas (aunque, a la larga, pueden convertirse en verdad), pero creo que, si la narración de historias y el canto del verso volvieran a reunirse, sucedería algo muy importante. Quizá empiece en Estados Unidos, pues, como ustedes saben, Estados Unidos posee un sentido ético de lo que está bien y lo que está mal. Quizá lo posean otros países, pero no creo que se dé tan evidentemente como lo descubro aquí. Si llegara a suceder, si pudiéramos volver a la épica, entonces se habría conseguido algo muy grande. Cuando Chesterton escribió «La balada del caballo blanco» obtuvo buenas críticas y esas cosas, pero los lectores no le fueron favorables. De hecho, cuando pensamos en Chesterton, pensamos en la saga del Padre Brown y no en ese poema. </div><div style="margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-indent: 28.4px; font-weight: bold; text-align: justify; color: rgb(0, 0, 0);">Sólo he meditado sobre el asunto a una edad más bien avanzada; y, además, no creo haber ensayado la épica (aunque quizá haya dejado dos o tres líneas épicas). Es una tarea para hombres más jóvenes. y conservo la esperanza de que lo harán, porque evidentemente todos tenemos la sensación de que, en cierta medida, la novela está fracasando. Piensen en las principales novelas de nuestro tiempo, el <i>Ulises </i>de Joyce por ejemplo. Se nos han dicho miles de cosas sobre los dos personajes, pero no los conocemos. Conocemos mejor a los personajes de Dante o de Shakespeare, que se nos presentan –que viven y mueren– en unas pocas frases. No conocemos miles de circunstancias sobre ellos, pero los conocemos íntimamente. Eso, desde luego, es mucho más importante. </div><div style="margin: 3px 0px 0px 28.4px; text-indent: 28.4px; font-weight: bold; text-align: justify; color: rgb(0, 0, 0);">Pienso que la novela está fracasando. Pienso que todos esos experimentos con la novela, tan atrevidos e interesantes –por ejemplo, la idea de los cambios de tiempo, la idea de que la historia sea contada por distintos personajes–, todos se dirigen al momento en que sentiremos que la novela ya no nos acompaña. Pero hay algo a propósito del cuento, del relato, que siempre perdurará. No creo que los hombres se cansen nunca de oír y contar historias. y si junto al placer de oír historias conservamos el placer adicional de la dignidad del verso, entonces algo grande habrá sucedido. Quizá yo sea un anticuado hombre del siglo XIX, pero soy optimista y tengo esperanza: y, puesto que el futuro contiene muchas cosas –quizá el futuro contenga todas las cosas–, pienso que la épica volverá a nosotros. Creo que el poeta volverá a ser otra vez un hacedor. Quiero decir que contará una historia y la cantará también. Y no consideraremos diferentes esas dos cosas, tal como no las consideramos diferentes en Homero o Virgilio. </div><div style="margin: 3px 0px 0px 28.4px; min-height: 18px; font-weight: bold; text-align: justify; color: rgb(0, 0, 0);"><br /></div><div style="color: rgb(0, 0, 0); margin: 0px 0px 0px 28.4px; font-weight: bold; text-align: justify;">Borges, Jorge Luis, <i>Arte poética</i>. Editorial Crítica. Barcelona, 2001. Pags. 61-74. (Seis conferencias sobre poesía pronunciadas en inglés en la Universidad de Harvard durante el curso 1967-1968) Traducción de Justo Navarro.</div></div>delcastilloencantado.blogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/00460248013275241355noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6090161686163100620.post-75808984571258012182011-07-20T07:09:00.000-07:002011-07-20T07:29:20.040-07:00El logo del buscador está dedicado a nuestra fiesta nacional que se celebra hoy, 20 de julio<blockquote style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-weight: bold;">Homenaje de Google al 20 de Julio, Fiesta de la Independencia de Colombia</span><br /></blockquote><div style="text-align: justify; color: rgb(0, 0, 0);"><a href="http://4.bp.blogspot.com/-NJnKJsxC8VU/TibdoCJ_3-I/AAAAAAAAHgQ/S3WIUYdoetg/s1600/googlecol.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 201px;" src="http://4.bp.blogspot.com/-NJnKJsxC8VU/TibdoCJ_3-I/AAAAAAAAHgQ/S3WIUYdoetg/s400/googlecol.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5631432063916695522" border="0" /></a><span style="font-weight: bold;">Como parte de la celebración de la Independencia de Colombia, el logo del buscador estará dedicado a nuestra fiesta nacional con una imagen realizada por la ilustradora colombiana Claudia Rueda, ganadora del Premio de la Sociedad de Ilustradores y Escritores para Niños de Estados Unidos y escritora de algunos de los más reconocidos libros educacionales en entidades como Unicef. </span><br /></div><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 0);">La artista gráfica señalo que con este 'doodle' (como se conoce al logo de Google en la Red) se hace un homenaje a personajes de la historia nacional como José Celestino Mutis, gestor de la Real Expedición Botánica y de Gabriel García Márquez al recordar sus afamadas mariposas amarillas.</span><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 0);">Google ya había adornado su logo con temas colombianos anteriormente, como la conmemoración del Día de la Independencia en 2008 y en 2010, y con ocasión del pasado Festival Vallenato.</span>delcastilloencantado.blogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/00460248013275241355noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6090161686163100620.post-84839054170627596522011-06-14T08:12:00.000-07:002011-06-14T08:14:19.326-07:00Al otro, a Borges, El Eterno<span style="color: rgb(0, 0, 0);"> </span><div style="color: rgb(0, 0, 0);" class="post-header"> </div><span style="color: rgb(0, 0, 0);"> </span> <div style="text-align: justify; color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-weight: bold;"></span></div><blockquote style="color: rgb(0, 0, 0);"><div style="text-align: justify;"><span style="font-weight: bold;">Hoy por hoy, en los ámbitos universitarios, se ha creado tal encriptación de la literatura de Borges que para llegar a entenderlo se inventan seminarios cuando lo propio es simplemente leerlo tal y cual lo leí, y lo sigo leyendo, sin arandelas de sistematización ni metodologías de categorización de difícil</span><br /></div></blockquote><a style="color: rgb(0, 0, 0);" href="http://4.bp.blogspot.com/-AT2M5DEqRNA/Tfd0I2knzwI/AAAAAAAAG88/PpreC7jr3T8/s1600/BORGES.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 314px;" src="http://4.bp.blogspot.com/-AT2M5DEqRNA/Tfd0I2knzwI/AAAAAAAAG88/PpreC7jr3T8/s400/BORGES.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5618086755604877058" border="0" /></a><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 0);">Al otro, a Borges, el Eterno, es a quien le ocurren las cosas...</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"> </span><p style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 0);" class="MsoNormal"><br /></p><span style="color: rgb(0, 0, 0);"> </span><p style="text-align: justify; font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 0);" class="MsoNormal">Tengo con Jorge Luis Borges, un deslumbramiento fascinante desde aquella remota tarde de mi <span style="mso-spacerun:yes"> </span>adolescencia lejana, en mi formación de lector consumado y consumido cuando llegó a mis manos un librito de ensayos titulado, <span style="font-style: italic;">Qué es el budismo</span>. Leí<span style="mso-spacerun:yes"> </span>comprendiendo <span style="mso-spacerun:yes"> </span>enteramente su erudición y su lógica metafísica, pues en la historia de la literatura, no hay,<span style="mso-spacerun:yes"> </span>que yo conozca otro escritor tan preocupado,<span style="mso-spacerun:yes"> </span>literariamente hablando,<span style="mso-spacerun:yes"> </span>de la filosofía <span style="mso-spacerun:yes"> </span>y sus expresiones<span style="mso-spacerun:yes"> </span>más altas de los dioses<span style="mso-spacerun:yes"> </span>y por supuesto, Dios.</p><div style="text-align: justify; font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 0);"> </div><p style="text-align: justify; font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 0);" class="MsoNormal">Aquí cabe valerse de la propia expresión acuñada por él, que dice que, la metafísica es una rama de la literatura fantástica. Muchos años después, volví a usar esta expresión de Borges. La oyó una confundida estudiante de filosofía. Extrañada con tal expresión se la dijo a su profesor de carrera, y suscitó tal inquietud y preocupación en el ámbito universitario de la facultad que <span style="mso-spacerun:yes"> </span>después programaron un exhaustivo seminario al que yo- felizmente- no fui invitado para tratar de llegar a entender a<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Borges.</p><div style="text-align: justify; font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 0);"> </div><p style="text-align: justify; font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 0);" class="MsoNormal">Como una especie de burla y con un cierto síntoma de aversión siento cuando<span style="mso-spacerun:yes"> </span>veo el brotado vientre de una embarazada, sé recordar la frase que dijo el Heresiarca, que<span style="font-style: italic;"> la copula y los espejos son abominables porque reproducen a los hombres…</span></p><div style="text-align: justify; font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 0);"> </div><p style="text-align: justify; font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 0);" class="MsoNormal">Hoy por hoy, en los ámbitos universitarios, se ha creado tal encriptación de la literatura de Borges que para llegar a entenderlo se inventan seminarios cuando lo propio es simplemente leerlo tal y cual lo leí, y lo sigo leyendo, sin arandelas de sistematización ni metodologías de categorización de difícil.</p><div style="text-align: justify; font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 0);"> </div><p style="text-align: justify; font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 0);" class="MsoNormal">Después <span style="mso-spacerun:yes"> </span>leí<span style="mso-spacerun:yes"> </span>TODA su portentosa obra que en el orden<span style="mso-spacerun:yes"> </span>de publicación desde su primer libro de cuentos titulado, asimismo, <span style="font-style: italic;">Ficciones</span>, que para la época en Argentina, su natural territorio de lectores, alcanzó un notable reconocimiento. Estoy hablando de 1944 cuando yo todavía no estaba en el plan cósmico de la existencia.</p><div style="text-align: justify; font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 0);"> </div><p style="text-align: justify; font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 0);" class="MsoNormal"><span style="mso-spacerun:yes"> </span>En 1957, Borges ya tenía un reconocimiento internacional, gracias a los franceses. Imagino como yo quedaron deslumbrados de su prosa poética, clara y metálica. Por aquellos años de mi <span style="mso-spacerun:yes"> </span>formación de lector,1973 recuerdo haber conocido a un pretendido aspirante a escritor que sólo buscaba la fama a como diera lugar, y no creaba obra, solía decir entonces que Borges nació<span style="mso-spacerun:yes"> </span>en una biblioteca y de ahí su pasión por la lectura y escritura. Hasta<span style="mso-spacerun:yes"> </span>tenía razón, ese perdido y oscuro escritor que quiso<span style="mso-spacerun:yes"> </span>emularlo e intentó hasta copiarlo pero nunca alcanzó la profundidad original <span style="mso-spacerun:yes"> </span>ni el tono tan único que trasciende la prosa inconfundible de Borges.</p><div style="text-align: justify; font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 0);"> </div><p style="text-align: justify; font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 0);" class="MsoNormal">Años después en un taller de otros aspirantes a escritores, se asomó otro advenedizo escritor más a la fama que a la literatura<span style="mso-spacerun:yes"> </span>cuyo nombre se volvió para mi inolvidable porque produjo unos textos que fueron publicados, valiéndose de las palancas de un crítico hoy <span style="mso-spacerun:yes"> </span>fallecido, en un suplemento literario de un periódico de circulación nacional que durante muchas semanas mantuvo un aviso <span style="mso-spacerun:yes"> </span>que <span style="mso-spacerun:yes"> </span>buscaba un director. Ese inolvidable nombre es Hildebrando Velandia. Era que sus cuentos estaban cruzados de una rara mescolanza de la prosa de Rulfo con la imaginación de Borges. Yo no sé si ese nombre era de un escritor. Jamás volví a saber de él. De pronto cayó en la vorágine que empezaba a despertarse en el país, estoy hablando de los años 80 de entonces en el tráfico de esmeraldas , y por extensión, un pasito más adelante, al sangriento narcotráfico.</p><div style="text-align: justify; font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 0);"> </div><p style="text-align: justify; font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 0);" class="MsoNormal">Recuerdo que compré <span style="font-style: italic;">La metamorfosis</span> de Franz Kafka, en la edición de la editorial argentina Losada, donde en cuyos textos Gabriel García Márquez se descubrió escritor. Lo extraordinario fue que<span style="mso-spacerun:yes"> </span>subrayé ciertas palabras que desconocía(Borges años después diría en una entrevista televisiva <span style="mso-spacerun:yes"> </span>que hay que escribir con las palabras que conoce el lector y no obligarlo a ir al diccionario) Al ver mis palabras subrayadas, un hermano me dijo que nunca raye los libros, sino que extraiga en nota aparte lo que quiero del libro.</p><div style="text-align: justify; font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 0);"> </div><p style="text-align: justify; font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 0);" class="MsoNormal">Por último, un sociólogo,<span style="mso-spacerun:yes"> </span>metido a tallerista de un tradicional café literario de una biblioteca pública, se fascinó con la literatura de Borges, que exhibió un libro, que extrañamente era una traducción de una especie de autobiografía vertida del inglés, donde en este idioma, el argentino más universal empieza a contar cómo siendo bachiller en Ginebra, empieza<span style="mso-spacerun:yes"> </span>a aprender por su cuenta, el alemán que se le hace un idioma preciso, y el francés le disgusta, y decide cuando empieza a escribir apropiarse de los ecos de estos<span style="mso-spacerun:yes"> </span>idiomas y enriquecer la lengua, esa lengua de otro sabio escritor, Cervantes. </p><div style="text-align: justify; font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 0);"> </div><p style="text-align: justify; font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 0);" class="MsoNormal">Y qué decir que otra argentina que se colombianizo tanto, la inolvidable Fanny Michey, usó en el primer Festival Iberoamericano de Teatro que ella fundó, sabiendo que por aquellos años se vivieron las primeras explosiones del sangriento narcotráfico del tristemente célebre Pablo Escobar Gaviria. Para realzar el alicaído autoestima colombiano, extrajo del cuento Ulrica, la expresión que dice un personaje,<span style="font-style: italic;"> Qué es ser colombiano, Ser colombiano es un acto de fe</span>.</p><div style="text-align: justify; font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 0);"> </div><p style="text-align: justify; font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 0);" class="MsoNormal">Siempre diré que el mejor homenaje a un escritor que se fue de este mundo, es leerlo porque así sigue más vivo eternamente entre nosotros, los que todavía estamos vivos y seguimos leyendo simplemente a Borges.</p><div style="text-align: justify; font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 0);"> </div><p style="text-align: justify; font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 0);" class="MsoNormal">Entonces yo apropiado <span style="mso-spacerun:yes"> </span>de todo lo borgeano que ha escrito el propio Borges, empiezo a decir, parodiando su cuento<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Al otro, a Borges, el Eterno, es a quien le ocurren las cosas…</p>delcastilloencantado.blogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/00460248013275241355noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6090161686163100620.post-60791812177812894242011-06-03T09:25:00.000-07:002011-06-03T09:26:42.276-07:00El ruido de las cosas al caer<div style="color: rgb(0, 0, 0);" class="post-header"> </div><span style="color: rgb(0, 0, 0);"> </span> <div style="text-align: justify; color: rgb(0, 0, 0);"><blockquote><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">"Hay un ruido que no logro, que nunca he logrado identificar: un ruido que no es humano o es más que humano, el ruido de las vidas que se extinguen pero también el ruido de los materiales que se rompen.Es el ruido de las cosas al caer desde la altura, un ruido interrumpido y por lo mismo eterno, un ruido que no termina nunca</span>"</blockquote><a href="http://1.bp.blogspot.com/-jwQKt8zuVWo/TeOjYmQNiNI/AAAAAAAAG0w/ELCApQu0DGw/s1600/portada-ruido-cosas-caer.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 215px; height: 344px;" src="http://1.bp.blogspot.com/-jwQKt8zuVWo/TeOjYmQNiNI/AAAAAAAAG0w/ELCApQu0DGw/s400/portada-ruido-cosas-caer.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5612509203614501074" border="0" /></a>Portada de <i>El ruido de las cosas al caer,</i> novela de Juan Gabriel Vásquez<i>.</i>foto:editorial Alfaguara.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">Precedida </span><a style="font-weight: bold;" href="http://www.revistaarcadia.com/feria-del-libro/articulo/el-ruido-cosas-caer/24838">de los brillos</a><span style="font-weight: bold;"> y </span><a style="font-weight: bold;" href="http://delcastilloencantado.blogspot.com/2011/05/el-ruido-entusiasta-de-vasquez-llena-de.html">titulares del premio Alfaguara</a><span style="font-weight: bold;">, y yo rompiendo mi conducta de avesado lector: no leer libros de premio, leí de una sentada; mejor, varias sentadas, porque el texto es tramador, y a uno no lo deja aburrirse. Así cumple su cometido, lo cual debe ser la esencial condición de toda novela: no aburrir al lector.</span><i style="font-weight: bold;"> </i><span style="font-weight: bold;">Además</span><i style="font-weight: bold;">, El ruido de las cosas al caer,</i><span style="font-weight: bold;"> hermoso y poético título cumple ya una vieja premisa básica que debe tener toda novela: hablarnos de las cosas que sólo la novela puede decirnos, y aquí se trata de la intimidad de las vidas de los personajes. Para más señas, que sufren las consecuencias de sus decisiones privadas que van a derivar en vidas que se frustran, donde nacen criaturas, y sus madres contaron una versión, lo más parecida a las historias de los cuentos infantiles que igualmente lo tiene.</span><br /><span style="font-weight: bold;"> El narrador nos cuenta el rollo de esas vidas atravesadas de mentiras. Frustraciones de una época signada por las bombas de lo que se llamó el narcoterrorismo y sus violencias. Tratándose de Colombia nunca se sabe qué grupo violento le dió por poner las bombas, así éstas también provengan de oscuros agentes del propio estado.Sobre todo miedo: el miedo de morir porque sí, al voltear cualquier esquina de una calle transitada como verdaderamente ocurrió en la ficción al narrador. Pero no nos relata un </span><i style="font-weight: bold;">thriller </i><span style="font-weight: bold;">en el mejor de los sentidos de una novela criminal.No. Antonio Yammara es un profesor universitario de derecho, ironia notable, por cierto;(la novela está llena de contrastes: Maya, es dueña de un apiario); que por ese gusto que muchos hombres comparten juegos, en este particular caso: el billar, se hace amigo de Ricardo Laverde, que está pintado muy bien como personaje eje de toda la trama novelesca. Y desarrolla la anécdota de este hombre enigmático, que con él, y en el pasado remoto de sus antepasados, se irá al principio de la aviación colombiana-la parte histórica muy sustancial, y bien contada del relato- y con ello nos va desgranando los episodios de cómo Colombia se fue por el despeñadero al poner a una generación y cruzarla en el ojo del huracán de un problema algido en los últimos treinta años: el inicio privado del narcotráfico y su contraparte:la guerra contra las drogas.</span><br /><span style="font-weight: bold;"> Y la presencia fantasmal, de Pablo Escobar Gaviria, tristemente célebre, por haber implementado el tráfico de cocaína en una escala industrial, y por consiguiente, ante su arrogancia criminal y sanguinaria ya por todos conocida y repudiada. Y de esa decadencia derivada en su hacienda en ruinas, es un hipopótamo cuya noticia de su sacrificio da la chispa para arrancar con el relato, donde el narrador hace vividos homenajes a la aviación: no son gratuitos los epígrafes de Saint- Exupéry y de la poesía de Aurelio Arturo. Con una prosa cuidada llena de aciertos literarios de singular belleza: </span><span style="font-style: italic; font-weight: bold;">"...quitó el forro de la mesa, no de un tirón, como lo hacen otros billaristas, sino doblándolo por partes, con meticulosidad, casi con afecto, como se dobla una bandera en un funeral de Estado";</span><span style="font-weight: bold;"> de resonancias muy poéticas, en páginas tras páginas del relato, con un tono poético y poetizado que tiene mucho del tono de </span><i style="font-weight: bold;">El otoño del patricarca</i><span style="font-weight: bold;">, lo mismo el homenaje a esa otra novela que está equivocada en su portada con la letra </span><i style="font-weight: bold;">e</i><span style="font-style: italic; font-weight: bold;"> </span><span style="font-weight: bold;"> puesta adrede al reves, que es el portento bíblico de la narrativa latinoamericana titulada </span><i style="font-weight: bold;">Cien años de soledad</i><span style="font-weight: bold;">. Crítica elocuente a su ciudad, Bogotá: </span><span style="font-style: italic; font-weight: bold;">"ciudad de gente solapada y ladina"</span><span style="font-weight: bold;">.Las descripciones de los pisos térmicos de los climas de Colombia alcanzan una cierta poética de la humedad y el calor, ha propósito de la ola invernal que sufrimos recientemente.</span><br /><span style="font-weight: bold;">Vásquez ha asumido con toda responsabilidad de novelista- si es que los novelistas tienen alguna responsabilidad social, que no es otra que escribir bien- la trama de una novela que inicia y sigue el hilo de contarnos los fragores íntimos que derivó el narcofráfico en muchísimas vidas, en una generación completa, en un país, que sufre el estigma como el lastre de ser una potencia universal en el tráfico de este alcaloide.</span><br /><span style="font-weight: bold;"> Pero aquí no se trata de una consabida trama detectivesca de una novela negra y criminal, sino en la investigación y puesta en escena de los episodios íntimos de unas vidas anónimas, que veían en los noticieros de televisión y oían en la radio el estallido de las bombas y los asesinatos de notables como una cosa ajena e indiferente; recoge, creo: algo así como nosotros de rumba mientras el país se derrumba, de allá afuera hasta que le toca en carne propia vivir y vivimos esta parte trágica y violenta en las vidas reflejadas desde la intimidad, que Vásquez lo hace con mano maestra.</span><br /><span style="font-weight: bold;">Excelente novela para empezar a comprender este fenómeno, que aun sigue y seguirá siendo </span><i style="font-weight: bold;">leitmotiv</i><span style="font-weight: bold;"> de análisis, en este caso de vidas humanas, como corresponde al territorio libre y extenso de una novela con mayúscula.</span><br /></div><br /><i style="color: rgb(0, 0, 0);">El ruido de las cosas al caer.</i><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Juan Gabriel Vásquez.Premio de Novela Alfaguara 2011. Editorial Alfaguara.259 páginas. 41.000 pesos</span>delcastilloencantado.blogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/00460248013275241355noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6090161686163100620.post-40677325684616059322011-02-10T06:14:00.001-08:002011-02-10T06:47:10.548-08:00Blanco nocturno<p style="font-weight: bold;" class="mobile-photo"><a href="http://3.bp.blogspot.com/_3R-cLlZIvzo/TVPy42XGpEI/AAAAAAAAFxk/jUaoCOPfmjw/s1600/piglianovela-799053.jpg"><i></i><blockquote><i>Un ménage à trois,</i> una fábrica en ruinas, un asesinato y un policía loco puesto a resolverlo son algunos ingredientes de <i>Blanco nocturno</i>, la primera novela en 13 años del autor de<i> Plata quemada</i></blockquote><i></i></a></p><p class="mobile-photo"><a href="http://3.bp.blogspot.com/_3R-cLlZIvzo/TVPy4-Rq43I/AAAAAAAAFxw/hu98xuQtNkU/s1600/Ricardo_Pigliabn-799740.jpg"><img src="http://3.bp.blogspot.com/_3R-cLlZIvzo/TVPy4-Rq43I/AAAAAAAAFxw/hu98xuQtNkU/s320/Ricardo_Pigliabn-799740.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5572064224591143794" border="0" /></a><br />Ricardo Piglia.Foto:Daniel Mordszinki<br /></p><p class="mobile-photo"><a href="http://1.bp.blogspot.com/-_clshI2Nnq4/TVPy5sXlbVI/AAAAAAAAFyY/1unKf79EoHg/s1600/Blanco%2Bnocturno-702068.jpg"><img src="http://1.bp.blogspot.com/-_clshI2Nnq4/TVPy5sXlbVI/AAAAAAAAFyY/1unKf79EoHg/s320/Blanco%2Bnocturno-702068.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5572064236963982674" border="0" /></a></p><p class="mobile-photo">Imagen de la portada de la última novela de Ricardo Piglia.foto:archivo.<br /></p><div style="text-align: justify; font-weight: bold;">Precedida por una variada y copiosa gama de entrevistas al autor de la obra, Ricardo Piglia, pude ya satisfacer la curiosidad ansiosa de leer su última novela <i>Blanco nocturno.</i><br /><i>Un ménage à trois,</i> una fábrica en ruinas, un asesinato y un policía loco puesto a resolverlo son algunos ingredientes de <i>Blanco nocturno</i>, la primera novela en 13 años del autor de<i> Plata quemada</i>.<br /> <br />La novela, como en anteriores textos suyos, se vale del esquema policial, donde una víctima; en este caso, Tony Durán, es asesinado, y por tanto hay que hallar el victimario.El relato desarrolla, valiéndose de un policía loco, Croce la investigación exhaustiva por encontrar el culpable del asesinato de Tony.Y hay culpables que no lo son como inocentes que son culpables.Piglia ha construido una portentosa novela, donde además realiza sutiles homenajes a sus más caros escritores que lo han influenciado. En el camino van apareciendo los motivos, que se convierten, en las maestras manos de la prosa pigliana, en un asunto de verdadera literatura.Un triangulo entre la víctima, Tony Durán y las gemelas Ada y Sofía Belladona, <span style="font-size:100%;">niñas bien del lugar, con apellido y talante de alcaloide, tan idénticas entre sí que tienen "igual hasta la letra",</span> haran las delicias.<br /><span style="font-size:100%;">"Novela de personajes", según él mismo autor la define.Piglia recupera en <i>Blanco nocturno</i> a Emilio Renzi, <i>alter ego </i>que lo acompaña desde sus primeros cuentos en <i>La invasión (1967)</i>, quien llega al pueblo enviado como cronista de <i>El Mundo</i></span>, que como cualquier reportero lo pone a escribir notas sobre ese asesinato que ha conmovido a una comunidad de provincias, donde adquiere trascendencia aquel refrán manido de que pueblo pequeño infierno grande.<br /><span style="font-size:100%;"> y que para ratificar su fetichismo por las pelirrojas cae "enamoradísimo" de Sofía. La novela: 299 páginas que pueden leerse simultáneamente, como la investigación de un crimen, como una historia de amor imposible, como una reflexión sobre la verdad y la imposibilidad de conocerla del todo o como la tragedia de un hombre, Luca, que quiso salvar un sueño y descubrió el precio agrio de hacerlo a costa de los propios principios.</span><br /><br /><span style="font-size:100%;">Ese triángulo erótico aceitará los engranajes del chisme y servirá de "motor" para contar el resto de la historia familiar que incluye un abuelo coronel, dos hermanos varones, Lucio y Luca, dueños de una fábrica en ruinas y tatuados por la tragedia, un padre ovillado en una silla de ruedas y abandonado por dos mujeres –la primera huyó con un director de teatro; la segunda se ha encerrado a leer de matiné a trasnoche–, y las versiones aumentadas y corregidas de sus andanzas, relatadas por los parroquianos en el Club Social o en el almacén de Madariaga. Los Belladona atraerán la atención de los medios nacionales cuando Durán es asesinado y la investigación queda en manos del comisario Croce, pesquisa a juicio de muchos "un poco tocado".</span><br /><span style="font-size:100%;">Después de terminar de leer <i>Blanco nocturno</i>, juego paradojico de palabras, uno agradece que aún haya escritores como Ricardo Piglia, que construye sus novelas con rigor de verdadero novelista de raza, sin los sobresaltos mediáticos de tantísimos escritores del montón que publican tanto y dicen nada en sus textos mediocres.</span><br /><span style="font-size:100%;"> </span><br /><i>Blanco nocturno</i><br /><i>Ricardo Piglia</i><br /><i>Editorial Anagrama</i><br /><i>Barcelona. España</i><br /><i>299 páginas</i><br /><i>$65.000</i><br /></div>delcastilloencantado.blogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/00460248013275241355noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6090161686163100620.post-66932593941085889702011-01-03T04:07:00.001-08:002011-01-03T04:26:20.032-08:00El seminarista<span style="font-weight: bold;"><blockquote>La historia de un asesino a sueldo que decide ; después de cierta fatiga con el crimen pagado, retirarse </blockquote></span><p class="mobile-photo"><a href="http://1.bp.blogspot.com/_3R-cLlZIvzo/TSG8B5CSr7I/AAAAAAAAFTE/x1nZ8POIhuE/s1600/EL%2BSEMINARISTA%25282%2529-754816.jpg"><img src="http://1.bp.blogspot.com/_3R-cLlZIvzo/TSG8B5CSr7I/AAAAAAAAFTE/x1nZ8POIhuE/s320/EL%2BSEMINARISTA%25282%2529-754816.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5557930155828228018" border="0" /></a></p><div>Portada de <i>El seminarista</i> de Rubem Fonseca.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;"><blockquote style="margin: 0pt 0pt 0pt 0.8ex; border-left: 1px solid rgb(204, 204, 204); padding-left: 1ex; font-weight: bold;" class="gmail_quote">Es la undécima novela de este autor brasileño, Rubem Fonseca, un verdadero maestro de la consición con la palabra, desde su primera novela, <i>El caso Morel</i>. La historia es de un asesino a sueldo que decide ; después de cierta fatiga con el crimen pagado, retirarse. Pero fuerzas oscuras no lo dejan salir de su antiguo y eficaz oficio de sicario.<br /> La historia es envolvente, y de una precisión en la estructura, que me hizo recordar los viejos <i>thrillers</i> de los denominados, <i>clase B</i> de la época dorada del cine negro norteamericano de los años cuarenta y cincuenta. Es más, sentí la historia como si Fonseca la hubiera dejado con esa aura de color sepia, de las películas de época, -y qué época- en ese cromatismo del blanco y negro.<br /> La trama lo va llevando a uno de la mano maestra de este narrador eficaz, con las decisiones de este asesino que no tiene reato, que no se arruga ante ningún asesinato, sea hombre o mujer; -y sin caer en contar la historia tal y cual se sucede en la prosa contundente y precisa- fue seminarista- que nos salpica, através de sus breves páginas toda una serie de sentencias en latin de muchos autores romanos, citas atrayentes y filosóficas sobre la condición humana.<br /> ¡Ah! Y los sicarios colombianos, nuestros tristemente célebres asesinos a sueldo, tienen su mención, que sale de la boca del propio Zé; así se llama el personaje central, los valora diciendo: " son sujetos de la peor calaña". Ni más faltaba cuyos nombres no son tan ajenos a nosotros; uno se llama Rafael, y el otro de apellido, Pérez.Y son de paso traficantes de cocaína.<br /> Vale leerse este <i>thriller</i> a lo Fonseca, sin retorcimientos de trama, una historia sencilla pero ejemplar-me refiero a la esencia literaria que corresponde, y en ningún caso al paradigma moral, supremamente amoral, nada edificante del personaje sicario- en su planteamiento algo esteticista, como siempre en Fonseca, que nos deja perturbados, con estos personajes suyos que igualmente son tan nuestros, pero totalmente educados y llenos de crudo cinismo como eruditos y cultores del cine, y por supuesto las infaltables mujeres. Oh! las mujeres...<br /></blockquote><br /><b>El seminarista</b><br /><b>Rubem Fonseca</b><br /><b>La otra orilla</b><br /><b>Editorial Norma</b><br /><b>172 páginas.</b><br /><b>$39.000</b><br /></div>delcastilloencantado.blogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/00460248013275241355noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6090161686163100620.post-39735481120013781592010-10-26T07:00:00.001-07:002010-10-26T07:19:23.445-07:00La intimidad al descubierto o último en el buzón<h3 class="post-title entry-title"> <span style="font-weight: bold;"><blockquote>¿Vivimos el fin del género epistolar o resucita de forma telegráfica en el ordenador y en el móvil?</blockquote></span></h3> <div class="post-header"> </div> <p class="mobile-photo"><a href="http://1.bp.blogspot.com/_3R-cLlZIvzo/TMbfGtk-evI/AAAAAAAAEg8/teCfxG2Wv0s/s1600/cartas-758092.jpg"><img src="http://1.bp.blogspot.com/_3R-cLlZIvzo/TMbfGtk-evI/AAAAAAAAEg8/teCfxG2Wv0s/s320/cartas-758092.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5532354498678127346" border="0" /></a></p><div style="text-align: justify;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Muchas cartas se leen como la crónica de un tiempo, permitiendo, de paso, conocer el carácter, las opiniones y las manías de los autores.</span><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:78%;" ><span class="agencia">foto.fuente:<a href="http://elpais.com/">elpais.com</a></span></span><br /></div><p class="mobile-photo"><a href="http://1.bp.blogspot.com/_3R-cLlZIvzo/TMbfHQhnMXI/AAAAAAAAEhE/iSFHCumE_mc/s1600/cartas1-761492.jpg"><img src="http://1.bp.blogspot.com/_3R-cLlZIvzo/TMbfHQhnMXI/AAAAAAAAEhE/iSFHCumE_mc/s320/cartas1-761492.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5532354508059259250" border="0" /></a></p><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Carta del poeta Jorge Guillén a su esposa Germaine Cahen, datada el 21 de diciembre de 1927 en Madrid.</span><br /><br /><div style="text-align: justify;"><span style="font-weight: bold;"></span><blockquote><span style="font-weight: bold;">Lord Byron utilizaba el vocabulario de jardinería (jacintos) para hablar de sus ligues homosexuales, Dámaso Alonso cantaba en inglés pasado de champán </span><a style="font-weight: bold;" href="http://www.elpais.com/articulo/portada/vuelta/mundo/126/cartas/elpepuculbab/20101023elpbabpor_5/Tes">y Cortázar</a><span style="font-weight: bold;">, pobre de solemnidad, viajaba en autoestop por Europa. Nuevos títulos de correspondencia literaria coinciden en un otoño marcado por la literatura del yo.</span><br /><span style="font-weight: bold;">El otoño literario llega cargado de intimidades. En 1810, cuando Lord Byron se dirige a su madre por carta desde Constantinopla le cuenta que ha "tenido dos calenturas", pero esa información se convierte en "calenturas & gonorrea y almorranas, todo a la vez", cuando el destinatario se llama Hobhouse, su amigo íntimo. Biografías, diarios, novelas -narradas en paralelo a la vida de los autores- y cartas que se leen como la crónica de un tiempo permitiendo, de paso, conocer el carácter, las opiniones, las manías y los gustos de sus autores con solo pasar la página.</span></blockquote><blockquote style="margin: 0pt 0pt 0pt 0.8ex; border-left: 1px solid rgb(204, 204, 204); padding-left: 1ex;" class="gmail_quote"><p>Con la publicación de las cartas, algo de privacidad queda al descubierto. "El género epistolar siempre ha contado con lectores, animados en casi todos los casos por el hecho de que la conexión interpersonal siempre resulta enriquecedora", cuenta Joan Riambau, editor de Círculo de Lectores, que no vincula la avalancha de nuevos títulos con un renacimiento del género en la Red, aunque tampoco se atreve a vaticinar que se viva su canto de cisne.</p><p>En el otro extremo de la balanza, escritores como Jesús Ferrero ven claro que el género epistolar será reconvertido en un estilo "telegráfico, elíptico y fragmentario", siguiendo las reglas que impone Internet y los mensajes del teléfono móvil. "Gracias a eso, las cartas se vuelven a entender", añade Ferrero. Si Thomas Mann o Hermann Hesse dedicaban la mañana a contestar el correo, los escritores de ahora no pasan menos horas frente a la pantalla del ordenador, revisando el correo electrónico y ventilando su correspondencia en tiempo real. Y lo mismo ocurre con los mensajes de móvil. En la Roma clásica los generales comunicaban al Senado sus éxitos por escrito y las cartas de Lord Byron, desde Grecia hasta Inglaterra, tardaban tres meses en llegar a sus destinatarios, pero Nick Hornby no necesita más que apretar un clic para enviar una carta, con una foto y un vídeo adjuntos y algunos enlaces con una maraña de información añadida. Podría ocurrir que toda esa comunicación escrita se pierda en la Red, pero también que los autores utilicen los adelantos de la tecnología para escribir novelas a partir de correos electrónicos, o de SMS, al modo en que antaño se redactaban novelas epistolares tan canónicas como <i>Drácula,</i> <i>Pepita Jiménez</i>, <i>Las amistades peligrosas</i> o <i>Los idus de marzo.</i></p><p>Laurent Versini sostiene en el prólogo de <i>Denis Diderot. Cartas a Sophie Volland</i> que el XVIII fue el siglo de las cartas y los cenáculos. Una sociabilidad que por su riqueza, cortesía y sentido del matiz está muy alejada de la civilización actual del blog y del SMS. ¿Es el fin del género epistolar o resucita en el ordenador y en el móvil? Parece que definitivamente se pierde la escritura de cartas, pero no su función. En cinco milenios de historia se escribe más que nunca, pero el rito de escribir a mano, doblar el papel, guardarlo en el sobre, pegar el sello y depositarlo en el buzón, se extingue. Apenas un cinco por ciento de las cartas que se envían por correo actualmente tratan asuntos personales. Quedan algunos irreductibles, como el poeta Guillermo Carnero, que sigue escribiendo la correspondencia a mano por nostalgia y porque se confiesa harto de Internet. No quiere pertenecer a esa marea ingente de personas que solo recibe en el buzón sobres de bancos, empresas o multas de tráfico; casi los únicos que todavía envían correo al domicilio y casi siempre reclamando pagos pendientes.</p><p>Superado el tremendo golpe que supuso para el correo la irrupción masiva en los años sesenta del teléfono, la implantación de los medios de comunicación electrónicos ha acabado por asestar el golpe definitivo a la carta tal y como se producía. Hasta los bancos y las empresas telefónicas se plantean eliminar la promoción por correo y recurrir a la Red.</p><p>No es el caso de los creadores que nunca se privarán de expresar su opiniones a amigos o editores. Así Italo Calvino, en una misiva datada el 21 de diciembre de 1942, con Mussolini en el poder, se despacha a gusto con su amigo Eugenio Scalfari, al que trata de convencer para que pase las navidades con ellos: "¡Tú ahora mismo haces las maletas y te vienes a San Remo, arreando! Arreando, ¿entendido? ¡O bajamos nosotros y te obligamos a venir a patadas en el culo!". A sus 19 años, el autor de <i>El barón rampante</i> concluye la epístola con una petición de libros, a modo de regalo navideño, que su amigo ha de llevarle o enviarle desde Roma: T. S. Eliot: <i>Asesinato en la catedral;</i> U. Betti: <i>Frana allo scalo nord;</i> Crommelynck: <i>El magnífico cornudo,</i> y Joyce: <i>Dublineses.</i> Se trata apenas de una mínima anécdota del jugoso y apasionante relato que suponen las casi 600 páginas de la correspondencia del escritor, que se pone a la venta el próximo noviembre.</p><p>Las <i>Cartas abisinias</i> de Rimbaud (1854-1891), sin embargo, no suenan nada épicas. La vida del autor de <i>Una temporada en el infierno</i> se conoce, en parte, por sus cartas, pero algunos lectores prefieren quedarse con su luminoso poemario y olvidarse del lado oscuro de su personalidad. El poeta francés escribió su obra entre los quince y los veinte años y podría parecer que pasó los diecisiete restantes tratando de ganar todo el dinero posible, recurriendo incluso al tráfico de armas para establecerse como un feliz burgués. Pero basta hojear sus <i>Cartas abisinias,</i> escritas cuando ya se había retirado de la poesía, para estremecerse descubriendo cómo influyó en él la rígida educación familiar, su dolorosa soledad y su comportamiento en la enfermedad cuando ya nada le consolaba ni podía salvarle. Solo su madre y su hermana Isabelle asistieron a su entierro, celebrado con un boato que a él le hubiera asqueado. A su "querida madre", su hermana le dirigía esta advertencia poco antes del fallecimiento del poeta francés: "A propósito de tu carta y de Arthur, no cuentes para nada en absoluto con su dinero. Cuando él termine y se paguen los gastos fúnebres, los viajes, etcétera, habrá que contar con que sus bienes volverán a otros; estoy absolutamente decidida a respetar sus últimas voluntades".</p><p>En el lado opuesto, pero compartiendo espacio en la misma mesa de novedades, más de 1.300 páginas de caricias y promesas. Decía Pedro Salinas que la primera carta de amor se escribió en Babilonia. Pese a la antigüedad, algunos lectores encuentran en las cartas de amor una monotonía tediosa, aunque las lean porque aportan datos y facilitan claves que ayudan a interpretar la obra del remitente. La correspondencia de Jorge Guillén (1893-1984) a su esposa Germaine ya va por la segunda edición y se trata de una declaración de amor dentro del orden establecido ¿amantes casados?, o, como diría Machado, ser feliz y artista no lo permita Dios. En el caso de Jorge Guillén, <i>Cartas a Germaine,</i> "cerebro, deseo e intendencia" se unen. Guillermo Carnero, autor del prólogo, destaca cómo la vía de acceso al conocimiento del yo se realiza a través de la mujer amada: "La parte sexual y la espiritual se armonizan completamente. Nunca he conocido a nadie que estuviera tan casado como Jorge Guillén". Los sentimientos -"te quiero, a ti, mi mujer"- y la complicidad intelectual de la pareja se sigue a través de las 793 cartas, salpicados de referencias a su vida intelectual, su tesis sobre Góngora, las oposiciones a cátedra, la generación del 27, la relación de Pedro Salinas con Katherine Whitmore, Lorca y La Barraca, el <i>affaire</i> entre Alberti y Maruja Mallo, o la noche en que Dámaso Alonso, con unas copas de más, cantaba en inglés en el cortijo de Ignacio Sánchez Mejías mientras "Alberti, Federico y Gerardo" recitaban. "¡Yo no me resistí!", escribe Guillén.</p><p>Fue poco después de la muerte de su amada Germaine Cahen cuando el poeta se encerró a releer la correspondencia que le había enviado desde que se conocieron en 1919 hasta 1935, casi el final de su vida. "Esto es lo mejor que he hecho en mi vida", le dijo emocionado el autor de <i>Cántico,</i> tras la lectura del epistolario completo, a su hija Teresa, antes de dejar nuevamente aquellos montones de papel en el olvido. "Papá lo contaba todo, lo que veía, lo que leía... porque sabía que alguien lo estaba escuchando", añadía la propia Teresa hace unas semanas en la presentación del libro -del que ella fue impulsora en primera instancia-, ante un público que parecía educado en la filosofía de la Institución Libre de Enseñanza.</p><p>Sentada a su lado estaba Margarita Ramírez, cuñada de Teresa y esposa de Claudio Guillén, editora del libro. Por sus manos han pasado unas 8.000 páginas de escritura irregular, algunas redactadas en francés -el idioma para el amor y el obligado cuando eran novios, porque ella no hablaba entonces español- y escritas en trenes o en coches. Solo conservaban las que había escrito el poeta. "(Estoy tan agradecido al inventor de la pluma, que me permite entrar en comunicación con usted tan rápidamente)". Las respuestas de Germaine fueron destruidas, parece que por decisión de la propia esposa que no deseaba guardarlas porque, se temía, y con razón, que aunque las escondiera acabarían publicándose. Solo cuando fallecieron Jorge Guillén y su segunda esposa sus herederos barajaron la posibilidad de editar la correspondencia que el poeta, para entonces, había donado al Wesley College.</p><p>Como homenaje al género, la revista <i>Litoral</i> publicó a finales del año pasado, en el número 248, titulado <i>Cartas & caligrafías,</i> una selección de cartas fundamentales en la historia de la cultura, desde la antigüedad clásica hasta el siglo XX, que todavía se vende en las librerías. La cuestión es que en papel, en el ordenador o en otras pantallas, se seguirá leyendo y descubriendo nuevas intimidades. En unos meses estará en los escaparates, o disponible en Internet, la explosiva correspondencia de <a href="http://www.elpais.com/articulo/cultura/afectisimo/Saul/Bellow/elpepuculbab/20101024elpepicul_1/Tes">Saul Bellow,</a> que acaba de publicarse en inglés y que incluye epístolas a Martin Amis o Philip Roth. Todo apunta a que la privacidad se ha convertido en un buen negocio. <span style="font-weight: bold;"><br /></span></p><p><span style="font-weight: bold;"></span><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Lo último en el buzón</span></p><div style="color: rgb(0, 0, 0);" class="ficha"> <p>Denis Diderot. <i>Cartas a Sophie Volland.</i> Traducción de Núria Petit. Acantilado. Barcelona, 2010. 467 páginas. 29 euros.</p> <p> </p> <p>Lord Byron.. <i>Cartas y poesías mediterráneas.</i> Edición y traducción de Agustín Coletes Blanco. KRK Ediciones. Oviedo, 2010. 633 páginas. 34,95 euros.</p> <p> </p> <p>Horacio Quiroga. <i>Quiroga íntimo. Correspondencia. Diario de viaje a París.</i> Edición de Erika Martínez. Páginas de Espuma. Madrid, 2010. 651 páginas. 29 euros.</p> <p> </p> <p>Arthur Rimbaud. <i>Cartas Abisinias.</i> Edición de Lolo Rico. Ediciones del Viento. A Coruña, 2010. 245 páginas. 20 euros.</p> <p> </p> <p>Italo Calvino. <i>Correspondencia (1940-1985).</i> Selección de Antonio Colinas. Traducción y notas de Carlos Gumpert. Siruela. Madrid, 2010. 550 páginas. 39,95 euros.</p> <p>Jorge Guillén. <i>Cartas a Germaine (1919-1935). </i>Edición de Margarita Ramírez. Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores. Barcelona, 2010. 1.357 páginas. 35 euros.</p> <p> </p> <p>Claude Monet. <i>Los años de Giverny. Correspondencia.</i> Edición, introducción y notas de Paloma Alarcó. Traducción de Manuel Arranz. Turner Noema. Madrid, 2010. 422 páginas. 24 euros.</p> <p> </p> <p>Litoral. <i>Cartas & caligrafías.</i> Revista de la poesía, el arte y el pensamiento. Málaga, 2010. 362 páginas, 29 euro</p> </div></blockquote></div>delcastilloencantado.blogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/00460248013275241355noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6090161686163100620.post-64958339848945026312010-08-24T10:27:00.000-07:002010-08-24T10:32:45.166-07:00¿Por qué tendrían que darle el Premio Nobel a este hombre?<div style="text-align: justify;"><span style="font-weight: bold;"></span></div><blockquote><div style="text-align: justify;"><span style="font-weight: bold;">Su nombre está en las quinielas del Nobel cada año. Y sin embargo, a pesar de su talento excepcional y sus maravillosas historias, Cees Nooteboom no es un autor muy leído. Arcadia conversó con él</span><br /></div></blockquote><p class="mobile-photo"><a href="http://2.bp.blogspot.com/_3R-cLlZIvzo/THQBJZ7yDVI/AAAAAAAAD78/NDUc_BJ-np8/s1600/cees+nooteboom-784965.jpg"><img src="http://2.bp.blogspot.com/_3R-cLlZIvzo/THQBJZ7yDVI/AAAAAAAAD78/NDUc_BJ-np8/s320/cees+nooteboom-784965.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5509029505273040210" border="0" /></a></p><div style="text-align: justify;"><span style="color: rgb(153, 153, 153);">El nombre del escritor Cees Nooteboom siempre está en las quinielas del Nobel.</span><span style="color: rgb(153, 153, 153);font-size:78%;" >foto.fuente:<a href="http://revistaarcadia.com/">revistaarcadia.com</a></span><br /></div><p style="text-align: justify;">Lo que uno quisiera escribir sobre Cees Nooteboom ya está escrito en sus libros. Y lo que uno quisiera decirle, después de haberlos leído, ya lo hizo a su manera el gran Antonio Tabucchi: "Me encontré a Tabucchi una vez y de repente viene hacia mí y me da un beso, dos besos, y me dice: 'Eso es por <em>¡Mokusei!</em>' ¿Está bien entre autores, no? No pasa muchas veces". Me contó Nooteboom, en impecable español, en la entrevista telefónica que concedió para <em>Arcadia. ¡Mokusei!</em> es uno de sus cuentos, en el que un fotógrafo holandés se enamora de una modelo japonesa y entre las muchas cosas que piensa, cree que ese amor tan grande sólo se explica porque cada uno desea ser el otro: "No lo podía decir, pero era lo que había pensado a menudo: que él quería convertirse en ella y tenía la sensación –sin que ninguno de los dos hubiera dicho nunca algo por el estilo– de que a ella le pasaba exactamente lo mismo, que ella, por idiota que pueda sonar, intentaba tomar posesión de su cuerpo no para tenerlo a él, sino para ser él". Y todo el texto tiene la misma densidad y la misma cadencia de este fragmento.</p><div style="text-align: justify;"> <blockquote style="margin: 0pt 0pt 0pt 0.8ex; border-left: 1px solid rgb(204, 204, 204); padding-left: 1ex;" class="gmail_quote"><p>Cees Nooteboom (su nombre se pronuncia <em>Ceis </em>y su apellido <em>Notbom,</em> que es 'nogal' en holandés) nació en La Haya en 1933. El recuerdo más vívido que tiene de sus primeros años, y que bien podría pertenecer a alguno de sus personajes, es el de su padre poniendo una silla en la terraza de la casa para sentarse a ver el bombardeo nazi del aeródromo de Ypenburg, en 1940. Pero el mismo Nooteboom ha dicho que si bien hay gente que puede rastrear su infancia entera con fechas, escuelas y eventos, como si fueran un computador, él no puede hacer eso: "Algunas veces me pregunto si realmente estuve ahí".</p><p>Su padre los abandonaría durante la guerra para luego morir en el bombardeo a La Haya, en 1945. Su madre, Johanna Pessers, se mudó a Tilburg, se casó de nuevo y entonces Nooteboom empezó su peregrinaje por varios internados católicos —uno de ellos dirigido por monjes franciscanos, otro por agustinos— y de esa época conserva una enorme gratitud por "los buenos hermanos" que le enseñaron latín y griego. Pero aclara en la entrevista, con mucho humor: "Pero… ¡ellos me han arruinado!". Y aquí aparece otro rasgo distintivo de Nooteboom: parece haber tenido la típica infancia europea de posguerra —incluso aburrida—; rara vez habla de ella y, a diferencia de tantos escritores contemporáneos, no ha escrito libro alguno en el que la evoque.</p><p>No terminó el bachillerato, tuvo algunos trabajos de escritorio, y empezó a viajar: "A la edad de diecisiete años le dije a mi madre: 'Me voy'. De cierta manera, nunca he vuelto". Y en los sesenta años que han pasado desde entonces, Nooteboom ha conocido cuarenta países y ha escrito más de cuarenta libros entre poemarios, traducciones, novelas y crónicas de viaje. Pero así como en sus novelas los personajes nunca caen en clichés, en sus crónicas periodísticas, llenas de datos útiles y bien ordenados, se percibe también la pátina de una búsqueda interior. <em>Hotel Nómada,</em> una antología de sus mejores crónicas (prologada en la edición en español por su amigo Alberto Manguel), recoge la filosofía de Nooteboom desde el instante en que empezó a viajar: "A partir de aquel momento opté por una vida que hoy llamo la mía, la existencia del que escribe y describe en el mundo de las apariencias, pero ¿cuántas palabras hay que escribir para ser capaz de leer una <em>única </em>palabra?" "Leo filosofía de vez en cuando, pero no he estudiado filosofía. He leído mi Platón, mi Nietzsche, y también a Heidegger. Hay filosofía en todos lados. A lo mejor, también hay un poco de filosofía que sale de mi propio imperio". A lo mejor la hay en lo que se pregunta Alma, la joven narradora de <em>Perdido en el paraíso</em>, mientras yace al lado de su amante maorí, en Australia: "¿Existe la pornografía sin porno? Mejor dicho, ¿existe la pornografía exclusivamente como concepto, sin representación gráfica alguna?" Pero las referencias filosóficas en Nooteboom no son las del escritor que quiere impresionar con sus conocimientos, ni las del que pretende entrar a disertar con los filósofos. Es evidente que la ha leído juiciosamente, pero es más bien irreverente con ella: "Sobre eso estaba escribiendo ahora. ¡Ja!, un capricho, completamente absurdo, pero bueno: Lutero en una misma habitación con Derrida y Baudrillard. Acabaría sin dificultad con su mascarada. Aunque… contra un talmudista y un jesuita…", piensa Arno Tieck, un personaje de <em>El día de todas las almas</em>.</p><p>A principios de los 50, Nooteboom realizó su primer viaje en autostop por Escandinavia y luego por Provenza, y de ahí surgió su primera novela,<em> Philip y los otros</em> (1955), que recibió muy buena acogida por parte de la crítica, así como el Premio Anne Frank. A su ópera prima le seguirían algunos libros de poesía, hasta que Nooteboom sintió que el lenguaje poético lo limitaba: "Necesitaba que mi obra perdiera tanto lirismo. Para escribir se requiere de un cierto <em>connaissance du monde</em>. Por eso empecé a viajar". Y ese uso de extranjerismos que se cuela en su obra y en su conversación no es del escritor políglota y esnob sino el del viajero cosmopolita con una sólida educación clásica, pero que se ha visto obligado a aprender otras lenguas para enfrentar la vida que ha escogido: "Quien huye de la realidad es aquel que se queda en casa sometido a la rutina de la vida diaria, porque no puede soportar la amarga sabiduría que proporciona el viaje", dice en<em> Hotel Nómada</em>. Y esa amarga sabiduría aparece por doquier en sus textos. En medio de la descripción de las infames condiciones de los mineros en <em>Bolivia amarga</em> (1968), se lee: "De vez en cuando el silencio queda interrumpido por el grito de un pájaro invisible que sueña un sueño de terror". Tal vez los libros de viajes de Nooteboom son, como afirmó Richard L. Kagan, crítico del <em>New York Times</em>, en su reseña de <em>El desvío a Santiago </em>(1992): "Una especie de <em>Guía Michelin</em> para el alma".</p><p>Aunque su dominio del francés, el inglés y el alemán es casi perfecto, nunca ha pensado en escribir en otra lengua que no sea su holandés natal: "Siempre digo que cuando yo escribo en holandés es como si tocara el órgano. Si escribiera en inglés, sería como tocar la guitarra". Esa conciencia musical de su lengua materna, sobre la que sus personajes disertan con tanta frecuencia, viene acompañada de un singular patriotismo: "Holanda es un país difícil de comprender. Somos una tribu un poco rara y no nos entienden", afirma con el mismo humor que usa en su ensayo <em>¿Cómo ser europeos?: </em>"¿Cómo se convierte uno en europeo? Para empezar, siéndolo, cualidad que se adquiere, por ejemplo, naciendo en los Países Bajos. Quien está convencido de que conoce el mundo mucho mejor de lo que el propio mundo se conoce, es que es holandés".</p><p>Después de su primera novela, Nooteboom publicó libros de poesía, la novela <em>El caballero ha muerto</em> (1963), y crónicas de viajes, entre las que se destacan la de la invasión soviética a Hungría, en 1956, y las de mayo del 68. En 1967 fue nombrado editor de la revista <em>Avenue</em>, de gran tiraje en Holanda, para la cual tradujo a poetas como César Vallejo (por quien profesa una gran admiración) y Wallace Stevens, entre otros. Y mientras continuaba con sus viajes, en 1980 publicó <em>Rituales</em>, que luego sería adaptada al cine, y que es quizá su novela más famosa y a partir de la cual empezó su etapa más productiva como novelista. </p><p>En 1989 fue invitado por el <em>Servicio de Intercambio</em> del gobierno alemán a vivir un año en Berlín, lo que le permitió ser testigo de la caída del muro (sobre la que escribió varias crónicas, recientemente recopiladas en el libro<em> Berlín 1989-2009</em>). En esta ciudad hizo amistad con el filósofo Rüdiger Safranski y con el pintor Max Neumann, quien luego ilustraría las portadas de algunos de sus libros. Desde entonces divide su tiempo entre Berlín, las afueras de Ámsterdam y Deiá, en la isla de Menorca, donde tiene una casa que se puede ver en un video de <a shape="rect" target="_blank" href="http://www.youtube.com/watch?v=-1j3DsEvlk4">YouTube.</a></p><p>En cuanto a su libro más querido, dice que si tuviera que escoger uno, éste sería <em>La historia siguiente,</em> esa novela delirante en la que un profesor de escuela secundaria, Hermann Mussert, se acuesta una noche en su casa de Ámsterdam y se despierta al día siguiente en Lisboa. Pero lo interesante de Mussert es que, a diferencia de lo que hacen los profesores en la literatura contemporánea, no se enreda con la estudiante por la que siente fascinación, sino con una profesora (con cuyo marido, la estudiante, Lisa D'India, inicia una aventura por su lado). Nooteboom escribió esta novela para la Semana Holandesa del Libro, un evento anual en el que un escritor recibe el encargo de escribir una novela con un número determinado de palabras, que será distribuida de forma gratuita. Aunque recibió fuertes críticas en su país, ya que el estilo es muy diferente al de sus otras novelas, este fue el libro que lo catapultó en Alemania y de ahí al resto de Europa: "Pasan cosas raras con los libros", dice, y a continuación pregunta si sus libros son muy costosos en Colombia y si llegan las ediciones de bolsillo: "No me interesa vender. Me interesa ser leído". </p><p>En su ya larga carrera como escritor, Nooteboom ha recibido, además del Premio Anne Frank en 1957, el Premio de Poesía de la Comunidad de Ámsterdam en dos ocasiones (1960 y 1965), el Premio de Periodismo por sus crónicas sobre mayo del 68, el prestigioso premio Pegasus por <em>Rituales</em> (1982), el Constantin Huygens (1992), el Aristeion por <em>La historia siguiente</em> (1993) y, en noviembre pasado, el Premio Holandés de las Letras, el galardón más importante de los Países Bajos. </p> <p>Es un lugar común afirmar que en la concesión del Premio Nobel de Literatura hay un componente claramente político. Desde hace varios años la Academia Sueca parece decidida a desmentir esa afirmación, como parecen confirmarlo los premios Nobel otorgados a Elfriede Jelinek, J.M. Coetzee y Jean-Marie Le Clézio, quienes, si bien tienen posiciones políticas que podríamos llamar liberales, son en esencia novelistas dedicados a su oficio. Sobre el Premio Nobel Nooteboom dijo: "Me interesa para ser leído. Sería arrogante decir que no. Pero es una lotería y yo no puedo decir nada al respecto". Y recuenta la anécdota de su amigo el poeta belga Hugo Claus, que murió en 2008, y quien fuera otro de esos eternos candidatos al Nobel: "Claus decía: 'Ahora es tiempo de que me lo den por razones humanitarias'. Pero Claus murió sin recibirlo", dice Nooteboom, y después de una pausa agrega: "Como mis maestros: Borges, Proust, Nabokov, Kafka y Calvino".</p><p>Tal vez Nooteboom, como su obra, quede a la altura de los que él considera sus maestros, pero tal vez le den el Premio Nobel porque es un gran cronista, traductor y poeta, y un novelista excepcional. Porque en sus obras no hay frases célebres que se puedan citar fuera de contexto. Porque su humor es exquisito. Porque escribe y describe sin posar como escritor. Porque leerlo es un goce estético e intelectual. Porque es elegante con el lector. Porque, en resumen, recoge la cultura europea sin dejar de dialogar con el resto del mundo. Su próximo viaje será a China, Japón y Corea ("donde han publicado mis libros y bueno… Me interesa… Pero claro, no puedo leerlos"). Su próximo proyecto: Cartas a Poseidón. "Son cartas a Poseidón porque son dioses olvidados, ¿no? Inmortales, pero también olvidados, ¿y cómo es ser un dios olvidado?" Y mientras esta revista está en la imprenta, Nooteboom estará de viaje, tratando de pasar inadvertido, "lo cual no es sino una forma de desaparecer, que es en definitiva de lo que se trata".</p></blockquote> </div><p style="text-align: justify;"> </p><div style="text-align: justify;"> </div><h2 style="text-align: justify;">En el mercado</h2><div style="text-align: justify;"> </div><p style="text-align: justify;"><em>Hotel Nómada</em></p><div style="text-align: justify;"> </div><p style="text-align: justify;">Cees Nooteboom</p><div style="text-align: justify;"> </div><p style="text-align: justify;">Debolsillo</p><div style="text-align: justify;"> </div><p style="text-align: justify;">2007</p><div style="text-align: justify;"> </div><p style="text-align: justify;">224 páginas</p><p style="text-align: justify;">$29.000<br /></p>delcastilloencantado.blogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/00460248013275241355noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6090161686163100620.post-46093455745884445932010-08-20T07:06:00.000-07:002010-08-20T07:10:50.682-07:00el mito fabulado<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://1.bp.blogspot.com/_3R-cLlZIvzo/TG6MabXHnqI/AAAAAAAAD4w/GnorI87x1yo/s1600/CUBIERTA.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 254px; height: 400px;" src="http://1.bp.blogspot.com/_3R-cLlZIvzo/TG6MabXHnqI/AAAAAAAAD4w/GnorI87x1yo/s400/CUBIERTA.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5507493779969908386" border="0" /></a><br /><br />RESEÑA<br /><br /> A partir de la invención de un mito primigenio, se desarrolla la fabulación de una saga cosmológica, que nos lleva de la mano hasta la ciudad de Aydebarke: ciudad de ciudades, donde se condensan las formas de la arquitectura humana de las más diversas culturas. Recrea, en buena parte, el mundo de la selva, de los Iseike, la última tribu nómade primitiva cuyo descubrimiento causa sensación en un grupo de investigadores, desde periodistas hasta la propia iglesia. El relato se va contando, con una prosa clara, precisa, impregnada de un lirismo en clave cuyo narrador se desdobla en varias voces narrativas que cuentan la fusión desde los más remotos orígenes de la humanidad a los más intrincados mundos tecnológicos de la ciencia ficción, donde el mito primigenio y su naturaleza está latente como una fuerza metafísica y de conversión de los tiempos históricos de la realidad a un mundo fantástico.<br /><br /> Un ejemplar de esta fabulosa novela- porque realmente lo es- llegó a nuestras manos bajo una serie de episodios intrigantes para deleitarme con su lectura. El autor pareciera otro ser salido de la propia entraña del relato que ofrece al lector, "porque afirma haber nacido en la segunda mitad del siglo XX. Vivió entre las sombras, las luces, los sonidos y los olores de las selvas y las montañas donde no se conocen las fronteras trazadas por el hombre. Sin embargo, en la actualidad, es un peatón anónimo en las grandes urbes del mundo donde se solaza y sufre con la cultura global".<br /><br /> SACRILEGIO<br /><br /> Simón Jánicas<br /><br /> Diente de León Editor<br /><br /> 276 páginas<br /><br /> 49.999 pesos<br /><br /> www.simonjanicas-sacrilegio.blogspot.com<br /><br /> <a href="http://www.lalibreriadelau.com/catalog/product_info.php/products_id/25466">Puedes adquirir la novela en el Portal de la Librería de la U </a>delcastilloencantado.blogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/00460248013275241355noreply@blogger.com0