Los informantes. Juan Gabriel Vásquez
Alfaguara (México, 2010)
Mario Vargas Llosa ha dicho de ella que es "una poderosa historia sobre los sombríos años inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial", testimonio de la riqueza de la imaginación de su autor, "así como de la sutileza y elegancia de su prosa". Tampoco le han ahorrado elogios Javier Cercas, John Banville y Alfredo Bryce Echenique, entre otros escritores y críticos.
¿Merece tales muestras de entusiasmo Los informantes (2004), de Juan Gabriel Vásquez (Colombia, 1973)? En mi modesta opinión, sí. Reeditada por Alfaguara en este 2010, esta novela no solo es relevadora de un pasaje poco conocido de la historia colombiana, sino que también explora con tino temas como la traición, la culpa, el perdón, la memoria y la relación entre padres e hijos; asuntos, pues, que a todos nos tocan de alguna u otra manera.
El narrador del libro es el joven periodista Gabriel Santoro. Luego de tres años distanciado de su padre, que lleva su mismo nombre, el joven visita al viejo a instancias de este. Gabriel padre será sometido a una delicada operación de corazón y al parecer no quiere pasar por el trance sin la compañía y el apoyo de su hijo. A raíz de este reencuentro, el narrador rememora el incidente que lo alejó de su padre: luego de que el joven publicara un biografía sobre una vieja amiga de su padre, Sara Guterman, una emigrada alemana que llegó a Colombia a los 14 años, huyendo junto a su familia del régimen nazi, Gabriel viejo publicó una crítica despiadada del libro. Su hijo nunca entendió el encarnizamiento de su progenitor. Solo lo entenderá cuando, luego de la muerte de este, salga a la luz un ominoso secreto que marcó a su padre de por vida.
Los saltos temporales son uno de los recursos principales de los que se vale esta novela. El narrador se mueve con fluidez por distintas épocas tanto de su propia vida como de las de su padre y Sara. De los días anteriores a la operación del viejo pasamos a los años posteriores a su muerte, luego al tiempo en que el narrador empezó a escribir el libro que provocaría la ruptura con su padre o a los días en que Sara partió de su país convulsionado o al momento en que Gabriel joven lee la crítica de su padre a su biografía. Todos estas historias y tiempos distintos se revelan, conforme avanza el libro, íntimamente ligados, de modo que sin uno de ellos no se entendería el resto. La fragmentación temporal le permite al autor hacer avanzar varias tramas a la vez, al mismo tiempo que genera expectativas en el lector por los vacíos entre ellas, los cuales se irán llenando poco a poco.
Los informantes es una novela que golpea emocionalmente al lector: ya sea cuando lo entera de la persecución de la que fueron víctimas los alemanes refugiados en Colombia luego de huir del horror del nazismo, o cuando lo expone al propósito malogrado de un viejo de reorientar su vida o al de un joven que se debate entre el afecto y la repulsión por su padre, el libro, sin caer nunca en el melodrama, lo enfrenta a situaciones dolorosas y muy significativas para el puñado de personajes que lo protagonizan. Toda la obra está atravesada por desencuentros, violencia y la nostalgia del camino que no se tomó, de la infamia que no se evitó, la palabra que no se dijo.
No ofrece Los informantes conclusiones categóricas sobre los temas que aborda. El lector no podrá extraer lecciones de la novela. El autor más bien narra, con gran habilidad, una serie de historias engarzadas que suscitan, además de la respuesta emocional, la reflexión intensa sobre algunas de esas preguntas que los seres humanos se han hecho y se seguirán haciendo siempre, tal vez sin encontrar nunca respuestas definitivas. Quizás a ello se deba la honda impresión que el libro deja.
Javier Munguía
Fuente: http://javiermunguia.blogspot.com
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