20.4.10

La poderosa voz del recuerdo

En El prestigio de la belleza, Piedad Bonnett reflexiona sobre la belleza y la fealdad

La escritora colombiana Piedad Bonnett.fOTO;fUENTE:vive.in

"Hubo momentos en mi vida en que fui invisible. La invisibilidad, en mi caso, no era un don como el de esos personajes de los cuentos que pueden escurrirse en espacios ajenos para espiar a los demás o para llevar a cabo sus picardías. ¡Ya quisiera yo! No. Ser invisible significaba que cada tanto mi identidad se reducía hasta el punto de hacerme dudar de mi propia existencia".

Esta imagen describe el hondo dolor de la protagonista de 'El prestigio de la belleza', la nueva novela de la escritora Piedad Bonnett. Una conmovedora reflexión literaria, en primera persona, sobre el peso de la belleza y la fealdad, dos pesadumbres universales de la existencia humana, contadas a través de la infancia y la adolescencia del personaje principal.

Fue en un viaje de la autora, mientras leía las memorias de la inglesa Doris Lessing, cuando comenzaron a asediarla, de manera incesante, los recuerdos de su infancia, obligándola a abandonar la novela que estaba escribiendo.

¿Algún recuerdo en particular disparó ese sentimiento?

En algún momento de mi vida yo creí entender que a mi mamá yo no le parecí tan bonita como debía haber sido. No es que yo le pareciera fea, es que yo notaba que ella quería hacer de mí una niña más bonita. Y eso fue un pequeño dolor, pero más que eso una preocupación. Entonces en el momento de escribir yo cree un personaje que soy yo, pero que en muchos momentos ya no era yo.

¿Qué tan difícil fue lograr el tono?

Siempre había querido escribir una novela en primera persona y tal vez esa fue una de las cosas que me hizo muy fácil el tránsito de la otra que estaba escribiendo; yo sabía que en esta, mi voz iba a ser muy poderosa, porque estaba impulsada por la fuerza de la memoria y el recuerdo.

¿Cómo logró mantener el ritmo sin caer en el estereotipo del fluir de conciencia de un niño?

Sí, algo que detesto son los niños contando sus propias experiencias en la inmediatez. Entonces yo necesité una doble perspectiva. Se adivina que es un adulto el que cuenta la historia, que se ve en su infancia de manera un poco distanciada y divertida, y que es capaz de meternos en esos momentos de su niñez.

La novela hace una dura crítica a la religión...

Pero no a la religión en abstracto, sino a la educación religiosa. A los castramientos, las inhibiciones y las amenazas que padecimos los que pasamos por ese tipo de educación. Si algo hay de autobiográfico es eso. Yo era una niña de provincia, educada con monjas, al llegar a Bogotá seguí con monjas. Y esta novela, en parte, es una niña en abierta rebeldía contra un mundo de represión y autoritarismo, que es lo que más odio.

Y a la vez es un relato muy triste y melancólico...

Hay mucho dolor sobre todo en la adolescencia. En la infancia se presenta más la desazón del miedo. Pienso que todas las infancias están permeadas por un montón de miedos. En este caso era aterrador porque las monjas alcanzaban a decir unas cosas terribles como por ejemplo 'si se mira mucho en el espejo va aparecer el diablo'. Es que yo viví en un pueblo hasta los siete años que era el medioevo, con una sociedad muy clasista y unos criterios de belleza muy cerrados.

¿De alguna manera la protagonista proyecta su culpa a través de la enfermedad?

Sí. Me interesaba una niñita con una especie de radares que somatiza todo a través de su cuerpo; sujeto de castigo de todos los miedos y las perturbaciones. Es un yo que se está construyendo sobre muchas fragilidades y muchas incertidumbres, y que tiene que buscar las estrategias para hacerse ver, respetar y querer de los demás. Y la enfermedad puede ser un llamado del inconsciente y una vulnerabilidad que sólo encuentra salida cuando la protagonista empieza a escribir.

El prestigio de la belleza
Piedad Bonnett
Alfaguara

12.4.10

Señor Sombra

La motosierra fue muchas veces el sello estampado en la ejecición de muchos crímenes. Se talaban los árboles como se talaban los cuerpos"

Por Marcelo Del Castillo

En la más reciente narrativa colombiana, les ha dado a muchos escritores por reescribir la cruda realidad colombiana, atravesada por crímenes de Estado, emparentada con las variadas ramificaciones del narcotráfico, y por supuesto la penetración de este fenómeno criminal a la política como otra mafia más sofisticada, y peor de criminal que la misma mafia.

Acabó de leer la última novela Señor Sombra del escritor Óscar Collazos, donde despliega una inusual panorámica de la violencia endémica de espirales sangrientos que ha padecido la nación en sus últimos 60 años. La anécdota del asesinato de El Señor Sombra, paramilitar y patriota que quiso refundar el país utiliza el esquema clásico de desplegar una investigación policial exhaustiva donde cada cabo que va encontrando la Fiscal para indagar el asesinato del personaje de marras va hallando en el pasado sanguinario una madeja de crímenes, que no se sabe cual es peor, o mas atroz.
La trama va en una espiral envolvente donde todos están untados o salpicados por la sangre de un crimen, ya reciente o en el más lejano pasado como de igual se ponen en escena las atroces matanzas que desde hace 20 años atraviesan y desangran a Colombia. El relato va desgranando en un tono sencillo casi periodístico que sobre los paramilitares, junto a los parapolíticos tuvieron esa pretensión arrogante y política mediante fuego y sangre como respuesta a los desmanes de la guerrilla, de refundar la patria.
Ya ubicándonos en lo especializado del arte de la literatura, el autor tiene la premisa básica de contarnos una novela negra, pero la amarga y sangrienta realidad colombiana le supera el arte de la literatura, y el autor sólo alcanza a darnos un fresco social de todas las violencias que han castigado a Colombia desde los orígenes de las guerras partidistas.
Lo rescatable, la creación del personaje de la Fiscal, que se le siente una cariz andrógino pero de verdad una mujer. Lamento que por la voz de la Fiscal se sienta la opinión del autor y se enrede en volver a decirnos lo mismo. O sea de caer en el retoricismo que confunde al lector, pues, se le enreda la pita de la trama o que esa era la pretensión literaria del autor, de darnos una novela negra, pero al final sale airoso, dándonos un toquecito de esperanza a tantos crímenes tan juntos y demenciales.

Vale la pena leerse la novela en esta fiebre renovadora y actual por tratar de entender desde lo literario el grande y agudo y complejo amasijo de violencias encontradas que es conflicto armado colombiano que no supera la sociedad colombiana, que políticamente no hay muestras de solución posible por las largas cadenas de venganza tras venganza entronizada desde un jefe de Estado que personalizó su propia venganza como una política de gobierno.


Señor Sombra

Óscar Collazos

La otra orilla

Editorial Norma

391 páginas