El poeta Elmo Valencia acaba de publicar Bodas sin oro, cincuenta años del nadaísmo
"Solo creíamos en la nada como un principio, inspirados en lo que decía Sartre, comenta el poeta Elmo Valencia..fOTO;fUENTE:vive.in
Portada del libro.Taller Edición Roca
"Primero quemaron todos los libros que consideraban inútiles y que más los habían torturado. En las llamas ardieron la obra de Heródoto ("porque toda la historia es mentirosa"), 'La crítica de la razón pura' ("pura mierda"), 'La Cábala', 'El catecismo', de Gaspar Astete, y hasta la 'María', de Isaacs.
"Como descendiente directo de Talía, Nerón, Eróstrato, Hitler, y todos los pirómanos de la historia, los invito a quemar nuestros libros para probarle al mundo que desdeñamos el saber hereditario, pues ya no hay nada en qué creer, ni siquiera en nosotros mismos". Con esas palabras, en la plazoleta de San Ignacio, frente a la Universidad de Antioquia, Gonzalo Arango dio vida, por allá a principios de los años 60, al 'Nadaísmo', el controvertido grupo de intelectuales de provincia que se rebeló contra el establecimiento.
Para celebrar algo que pensaron imposible, el poeta Elmo Valencia, uno de sus integrantes, acaba de publicar, con el apoyo del fundación Gilberto Alzate Avendaño, 'Bodas sin oro, cincuenta años del nadaísmo', en el que, además de contar la historia del grupo, recopila los mejores textos de sus integrantes.
En estas páginas gritan "¡presente!" plumas como Gonzalo Arango, Jotamario Arbeláez, Darío Lemos, Samuel Ceballos, Eduardo Escobar, Jaime Espinel, Pablus Gallinazo, Álvaro Medina, Armando Romero, Amílcar Osorio y Patricia Ariza.
"Sobrevivíamos de la nada, del oxígeno. Éramos muy vagos. ¿Sabes por qué nos metían a la cárcel? Porque nos encontraban con el pelo largo o en un automóvil con una chica, contándole los dedos de los pies o leyéndole el Kamasutra", cuenta Valencia, quien con Jotamario hacía parte del 'cartel caleño' de los nadaístas. Los otros, a la cabeza de Arango, eran el 'cartel paisa'.
'Chicaneros' del pánico
Luego de la erudita fogata, vinieron sus famosos "actos pánicos", con los que buscaban publicidad. "Eduardo era el menor, tenía como 14 o 15 años, y yo el mayor, con 25 o 26", recuerda Valencia, al contar -atacado de la risa- la primera de estas travesuras que llevó a Arango a la cárcel por un mes y medio.
Ocurrió durante un congreso de escritores católicos que se celebraba en el paraninfo de la Universidad de Antioquia. "Gonzalo se encargó de hacer el panfleto contra ellos -cuenta Valencia-, mientras otros poetas se encargaron de mezclar químicamente unos elementos que producían un olor terrible, llamado 'pedo químico'. Entonces en el momento en que estaba hablando el señor gobernador, frente a las monjas, los eclesiásticos y todas las logias, Gonzalo tiró los manifiestos en contra de ellos y salió corriendo, y los otros tiraron el frasco. Pobres monjitas, cómo vomitaban".
En otra oportunidad se metieron en una iglesia de Medellín a comulgar y guardaron la ostia en un libro y otro día le pidieron al Alcalde de Cali que cambiara la estatua de 'María', de la plaza del mismo nombre, por una de Brigitte Bardot desnuda.
"Esos eran los comienzos del nadaísmo, ya después dejamos esas cosas. La gente nos criticaba que no habíamos escrito nada. En realidad, habíamos escritor manifiestos duros contra el sistema, contra la sociedad, contra la economía, contra los católicos, contra todo", dice Valencia, al recordar esos años del Café Metropol de Medellín, "refugio de vagos, ladrones y carteristas".
Es mucha el agua que ha corrido por debajo de los puentes en este medio siglo, lo que los sorprende sin arrepentimientos de ningún tipo. "Nosotros no somos partidos políticos que desaparecen sino una reunión de amigos con unas ideas muy raras, muy traviesas, muy fantásticas. No hemos desaparecido en cincuenta años y tenemos fuerza para seguir adelante", concluye Valencia.
Bodas sin oro
Elmo Valencia
Taller Edición Roca